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viernes, 24 de julio de 2015

El hampa y los paramilitares, según el chavismo, por @amoleiro

Alonso Moleiro 22 de julio de 2015
@amoleiro

Como personalmente me tocó cubrir, como reportero, las interminables y a ratos divertidas alocuciones de Hugo Chávez en Aló Presidente, puedo afirmar con toda tranquilidad que, en lo tocante a la seguridad ciudadana y el auge delictivo, el finado dirigentes bolivariano rara vez, por no decir nunca, hacía pronunciamientos públicos.

El tenor de los debates de opinión pública en torno a un año como 2006 siempre había sido ese: el hampa se estaba convirtiendo en un fenómeno de una gravedad extrema, y, en lugar de afrontarlo, el gobierno chavista administraba al país omitiendo por completo sus impactos, evadiendo el tema y relativizándolo. Minimizando, en general, su calado, a fin de cuentas presente en todo el mundo, e invitándonos de forma implícita a convivir con en el mal.  El propio José Vicente Rangel se lo dijo a Leonardo Padrón en Los Imposibles: Chávez estaba renuente a meter ese tema en la agenda porque “no quiere reprimir”.    Salvo algunas excepciones, y con reflexiones colaterales, alusivas a las desigualdades y la justicia social, la norma en la Venezuela bolivariana en el período que fue de 1999 a más o menos 2007, luego del asesinato de los Hermanos Faddoul, y la aprobación del proyecto de Policía Nacional, fue guardar silencio ante la creciente gravedad del auge delictivo y el tráfico de armas.

Peor aun: el discurso ante las variables armadas, y la actitud permisiva que ciertos estamentos del chavismo tienen con el hampa como postura social, en el contexto mismo de la lucha de clases, han ido abonando en el proceso de descomposición social del país. La tesis “pueblo en armas” todavía es defendida de forma apasionada por densos sectores del chavismo, que la considera moralmente legítima, y que no pondera los peligros que conlleva en el contexto social heredado de los años 90 en materia de violencia. Quienes no la defienden abiertamente, sencillamente disimulan.  La realidad carcelaria actual es aún más sórdida que hace 20 años: en 1995 los presos se mataban con navajas y nadie sabía qué era un pran.

Las medidas tomadas por Chávez en el contexto de la Comisión Nacional para la Reforma Policial, la creación de la UNES y la creación de un cuerpo nacional de policía, en el año 2007, aunque positivas, fueron tomadas de forma extremadamente tardía. El chavismo, y al país, se le iba de las manos el tema de la delincuencia, organizada y desorganizada.  El país completo ya se había vuelto peligroso.  Pedro Carreño, el anterior Ministro de Justicia, se había encargado de devolver la primera propuesta de Conarepol para interponer su torpe gestión, que no hizo sino agravar aún más el problema. Con Soraya El Achkar, Hugo Chávez pareció haber comprendido por fin, que, además de las injusticias  y los problemas por resolver en este mundo, existen los gangsters, y que más le valía al gobierno invertir un dinero en torno a la seguridad ciudadana, para salvar también, en definitiva, a la propia revolución.

Cuando los Hermanos Faddoul fueron secuestrados y asesinados, en 2006, y cientos de personas adoloridas salieron a las calles a protestar y llamar la atención en torno a lo poco que se hacía ante el hampa, los opinadores chavistas, sus intelectuales y anclas, se lanzaron en una feroz campaña de respuesta, triangulando responsabilidades, hablando de guerra mediática, acusando a los medios de medrar con el dolor de terceros. Recuerdo en particular a Earle Herrera en VTV, hablando sobre el autogobierno, aludiendo la inminente aprobación de la Ley de Desarme (que se vino a aprobar siete años después) y hablándonos mal de la Policía Metropolitana en los años del Plan Unión.

La Misión a Toda Vida, el último intento de Chávez en contra de la delincuencia, también fracasó por completo. Hugo Chávez estaba a punto de dejar de gobernar, y la gestión chavista, que siempre fue deficiente, a comenzar a derrumbarse. Es cierto que Nicolás Maduro al menos al menos se ocupa públicamente del tema, y que algunos de sus ministros, incluyendo al actual, son vistos tomando decisiones de estado sobre asuntos existenciales en una nación. El error cometido con las denominadas Zonas de Paz ha sido, sin embargo, tan grave, que diluyen por sí sola cualquier consideración destinada a atenuar la responsabilidad sobre el tema. En manos de Maduro, Venezuela en este momento es una cosa muy parecida a un país sin gobierno.

Hace mucho que el chavomadurismo ha debido reconocer y atender con prontitud la lenidad del estado frente al cohecho y los estragos del hampa, que tienen a Venezuela muy cerca de ser un estado fallido.  No es verdad que sólo con Barrio Adentro y las transferencias de recursos se atenderán los impactos de una violencia social que, por revolucionaria, a veces parece fomentada.

Las acusaciones sobre grupos paramilitares y planes de magnicidio que han esgrimido algunos funcionarios del gobierno como argumento en estos días, han sido usadas alternativamente, también, en otros episodios.  Referirse a los malandros venezolanos como parte de una componenda internacional, de carácter ideológico, de la cual se es  víctima, que triangule el tema, que lo adultere.  Que moralice al militante chavista y le impida sobrellevar el fracaso de la gestión que apoya.

Algunas de esas megabandas, como muchos de los grupos armados de carácter político que, desde otro espectro, asumen defienden la revolución con fusiles, por supuesto que, en lo técnico, tienen un carácter paramilitar. En muchos casos, son tolerados, fomentados y estimulados por la dirigencia del Psuv, sus ministros y funcionarios. Difícilmente estos malandros venezolanos responderán a directrices colombianas, o a grupos de autodefensa o a hacendados complotados contra Maduro en el país vecino.

Son malandros venezolanos, que han tomado aliento en la ambigüedad, la ineficiencia y el fracaso total del chavismo en su combate a la delincuencia.

Tomado de: http://barometropolitico.com/2015/07/22/el-hampa-y-los-paramilitares-segun-el-chavismo-por-alonso-moleiro-amoleiro/

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