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miércoles, 29 de julio de 2015

El Helicoide, @Tamara_Suju


Por Tamara Suju Roa, 28/07/2015

Esta peculiar edificación empezó a construirse en 1956 bajo el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Fue concebida para ser un gran centro comercial y de exposición, con hotel 5 estrellas, parque, club de propietarios y palacio de espectáculos. La obra se paralizó en 1961 por falta de presupuesto, y a partir de 1984 se fueron instalando algunos organismos del Estado, siendo el más importante la antigua Disip (Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención) que hoy se llama Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional). 

En los últimos 16 años, no sólo ha sido sede de la policía política sino que ha servido como mazmorra de muchos presos políticos, como Iván Simonovis, uno de los primeros en llegar, Henrique Capriles, Oswaldo Álvarez Paz, Nelson Mezerhane, el banquero Eligio Cedeño, Alejandro Peña Esclusa, el Gral. Antonio Rivero, Ana María Abreu de San Miguel, el abogado Luis Rodríguez Villamizar y otros tantos hasta el día de hoy, sumando en esta lista a estudiantes y jóvenes manifestantes, extranjeros, chavistas venidos a menos y militares.

Algunas mejoras se las han hecho los propios presos con medios económicos, al lugar destinado para los “aprehendidos”. Recuerdo que en los primeros seis meses de reclusión de Simonovis, la sala donde los presos recibían a las visitas tenía sólo unos bancos de cemento y las ratas y cucarachas se paseaban por el lugar formando parte de la “decoración”, no existía ningún tipo de ventilación y mucho menos luz natural, y había ese olor peculiar a moho y a encierro, propio de aquellos lugares que nunca se ventilan. En estas condiciones pasaron muchos meses y años los comisarios presos por el 11 de abril, los Guevara, quienes aún continúan encerrados en las mismas celdas y otros presos, como Raúl Díaz, el Gral. Felipe Rodríguez, Silvio Mérida, entre otros, hasta que el Sistema Interamericano de Protección de DDHH se cansó de emitir resoluciones y recomendaciones sobre las condiciones de reclusión, el acceso al aire natural y la luz solar y además como dije antes, se sumaron algunas “mejoras” que lograron hacer los propios presos en dichas instalaciones: Una sala decente donde recibir a las esposas y los hijos, aires acondicionados que ahora funcionan a medias o no funcionan, baños con la loza limpia.

Pero, la historia oscura del Helicoide está detrás de las paredes donde los presos han sido torturados física, psicológica y emocionalmente por los hombres del llamado socialismo del siglo XXI. La familia de Juan Carlos Sánchez por ejemplo, todavía espera justicia. Testimonios como el de Juan Guevara en los tribunales el día de su declaración, dan fe de que Juan Carlos Sánchez fue terriblemente torturado en el Helicoide, y que tenía laceraciones en los riñones, pulmones e hígado, las cuencas de los ojos y las muñecas moradas por las amarras, cuando su familia fue a buscarlo en la morgue de Barquisimeto. Juan Guevara lo escuchó gritar y quejarse, mientras él mismo era torturado en los calabozos del Helicoide. Según las investigaciones llevadas a cabo por periodistas y familiares, Juan Carlos Sánchez fue torturado por días en este lugar y al presuntamente fallecer por asfixia, los organismos de seguridad fingieron un enfrentamiento en Barquisimeto, en un hotel. Algún día se sabrá la verdad sobre su muerte.

La falta de atención médica oportuna produjeron el cáncer de próstata que hoy sufre Lázaro Forero y las patologías por las cuales se le concedió medida humanitaria a Henry Vivas después de tantos años. Imaginen ustedes el dolor de sus familiares, la impotencia que pudieron haber sentido al saber que si no es por la intensa denuncia y la intervención de organizaciones internacionales y la opinión pública, la falta de atención médica a estos presos políticos pudo haberlos llevado a la tumba. La última denuncia formalizada sobre torturas físicas en el Helicoide, fue la que hizo Gerardo Carrero a través de su familia el 25 de agosto del año pasado, responsabilizando al Director de Investigaciones estratégicas, Carlos Calderón. Antes de Carrero, el joven Raúl Ayala, detenido el 12 de Febrero del 2014, denunció en tribunales, como fue sometido a más de 30 descargas eléctricas en todo su cuerpo, incluyendo su cabeza, a la que también envolvieron en una bolsa plástica mientras lo golpeaban. De los hermanos Guevara y Juan Carlos Sánchez en el 2004 a éstos jóvenes sometidos a las mismas torturas el año pasado, han transcurrido once años. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Y seguirán siendo los mismos funcionarios, a la orden del mismo jefe? ¿Dónde están los investigados y detenidos, Sra. Fiscal?

Ahora bien, son muy pocas las personas que tienen acceso al Helicoide. Incluso, a la defensoría pública le han impedido el paso alguna vez. Llegará el día en que los muros hablen y los venezolanos conozcamos todo lo que ahí ha sucedido durante estos 16 años de oscurantismo judicial. Yo no sé si el propio Ministerio Público conoce realmente cual es la situación que se vive actualmente en este lugar y cuantos detenidos hay en las mazmorras del Sebin. Aunque algunos fiscales emblemáticos y la propia Ministro de Asuntos Penitenciarios se hayan paseado por el sitio, quisiera uno tener la duda de que a ellos también se les ocultan realidades. Se habla hasta de maltratos por alcoholismo en alguno de los jefes. Por ejemplo, ¿por qué no se ha cumplido la orden de traslado de los dos menores de edad que están en estas instalaciones? El hacinamiento existente es la excusa que permite que a varios detenidos los aten por los pies a una columna o los amarren debajo de unas escaleras. Según un patriota cooperante que también los hay del lado de los justos, en el Sebin hay un grupo de militares activos que abultan la población penal, aunque en la cárcel militar de Ramo Verde, en el edificio donde tienen a Leopoldo López por ejemplo, hay espacio de sobra para ellos. ¿Qué los diferencia? Hay un grupo de extranjeros cuyos casos están en el limbo jurídico esperando su deportación. Esta edificación no guarda ni un vestigio de lo que son los estándares mínimos internacionales para el tratamiento de los reclusos. Es más, ni siquiera está considerado como Centro Penitenciario, por lo tanto, quienes ahí permanecen durante años no pueden redimir sus penas tal y como manda el Código Orgánico Procesal Penal.

La Rotunda tiene varias reproducciones, y una de ellas es El Helicoide. Como en cada historia que se cuenta cuando caen las tiranías, quienes sobreviven al encierro político, tienen el derecho y el deber de contar a las generaciones venideras su historia para que no se vuelva a repetir, aunque parece que esto es casi inevitable, sobre todo en el continente latinoamericano. Detrás de esos muros de concreto, allá en la Roca Tarpeya, se callan por ahora, los gritos de múltiples víctimas de las más graves violaciones de los Derechos humanos del Socialismo del Siglo XXI.


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