Por Jesús Alexis González, 12/10/2015
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial,
instituciones que promueven mejoras del nivel de vida, el desarrollo económico
y la reducción de la pobreza en los 184 países miembros (Venezuela se retiró
de ambos entes en mayo 2007), pronosticaron y anunciaron (con términos económicos de difícil comprensión) un
desastre económico para nuestro país al
estimar una caída en el PIB del 10% para 2015 y de un 6% en 2016 (la peor
evolución en Latinoamérica y el mundo) lo cual implica retroceder al nivel de
actividad económica que teníamos en 2006 (un
salto atrás de 10 años), con una estimación de inflación del 158% para 2015
y más del 200% en 2016; con el agravante
que ese comportamiento negativo puede, de no variar la ideología, mantenerse hasta el 2019. Es de
destacar, que esa estimación del 10% y 6% en la caída (contracción) del PIB inducen
poca claridad en el ciudadano de a pie para llegar a
preocuparse ya que ¡estamos lejos del
100%!, al tiempo de no facilitar la comprensión de los efectos adicionales
(aparte de su permanente gastritis) que tendrá en su actual desesperante
situación de escasez, desabastecimiento y colas
(que si conocen muy bien) en todos y cada uno de los estratos sociales,
salvo aquellos que pueden viajar en avión propio o alquilado para hacer mercado
con abundancia y tranquilidad en el extranjero.
Pero, ¿Qué es
el PIB? Muy simple: una medición de la actividad económica referida a la
cantidad de bienes y servicios producidos en un país durante un tiempo
determinado (comúnmente un año); que en el caso venezolano el sector privado
(tan maltratado por el Gobierno) representa
más del 64% del PIB y emplea cerca del 80% de los trabajadores. El PIB,
debe crecer normalmente algo más del 2%anual (es lo deseable) a menos que se
esté parando la economía (desacelerando)
es decir una reducción del ritmo de crecimiento, lo cual no representa una
crisis ya que la economía sigue
creciendo; pero si deja de crecer por al menos dos trimestres consecutivos se entra en una recesión (clara señal de alarma) que va causando una caída de la
producción que obviamente disminuye lo que se puede comprar al perder los
ciudadanos el poder adquisitivo bajando
por consiguiente el consumo (motor
del crecimiento económico), que de continuar esa situación (decrecimiento) se entra en una etapa de
desastre cuando el PIB cae (como el
7% pronosticado para nuestro país en 2015) pasando a una depresión
económica (lo peor que puede pasar) que obliga al cierre de empresas (con
la obvia destrucción del empleo), reduciendo
el bienestar ante la aparición de la escasez y el desabastecimiento que
obliga, cuando se consiguen, a pagar altos precios (inflación) luego de someterse a la humillación de largas colas, en un ambiente de crisis que afecta negativamente la economía, la política y la
sociedad como un todo, muy especialmente al núcleo familiar que con sus mismos ingresos
debe comprar artículos que suben de precio prácticamente a diario y se acumulan
durante todo el año (Índice de Precios
al Consumidor); vale señalar que
Venezuela tiene desde 2014 ¡seis
trimestres consecutivos sin crecer! aparte de una situación similar
experimentada entre 2009 y 2010 (sin más comentarios).
En América Latina, Venezuela mostró para septiembre
2015 una tasa inflacionaria del 16,9%
mientras que en otros países como Brasil se situó en 7,4%, Chile en 4,0%, Perú
en 3,4%, Bolivia 2,4% y Guatemala un 0,03%, siendo nuestro país el único donde
se observa una pérdida del poder adquisitivo de los salarios en razón de la
escasez, obligando a las familias a buscar (en materia de alimentos)
alternativas de menor calidado
comprar menos (disminuyendo sus preferencias); a sabiendas que los mercados informales (buhoneros) tampoco
son una salida ya que muchos artículos como la leche en polvo se vende con más
de un 600% de incremento sobre el precio “regulado”, el café en más de un 900%
y la harina precocida (Harina Pan) en
más de un 690%; mientras que en los mercados
formales (como Guaicaipuro en Caracas) el gasto para una familia tipo de 5
personas aumentó en los últimos 4 meses (julio-octubre 2015) en más de un 73%
(un promedio de 20% mensual) situándose en unos 23.000Bs/mes equivalente a unos
¡tres salarios mínimos!, destacándose
casos como el tomate que aumentó un 344% (400Bs/k), las alitas de pollo en un
341% (500Bs/k), la zanahoria en un 120% (220Bs/k), la carne molida en un 43%
(1.200Bs/k) y el cartón de huevos en un 112% para 930 Bs (26 Bs/unidad). A este
desesperante ambiente, debe agregarse otras preocupaciones como que solo un 3%
de la población puede adquirir vivienda con financiamiento bancario, la
estimación de vehículos por venderse en 2015 representa una disminución de un
800% en relación al 2007 (7.200 vs 43.336) y que sufrimos un “confinamiento
hogareño” ante la inseguridad reinante.
No es entonces pura casualidad, que a 9 de cada 10 venezolanos les gustaría un
cambio de rumbo en la orientación económica del país que nos ha “conducido”
a perder tres lustros de progreso,
hasta situarnos en 2015 (a pesar de haber ingresado en 16 años cerca de US$ un
billón 300 mil millones) como la séptima economía Latinoamericana (bajando del
cuarto puesto ocupado en el 2000) detrás de Brasil, México, Argentina,
Colombia, Chile y Perú superando solo a Ecuador Republica Dominicana y
Guatemala; indeseable situación propiciada por la caída del PIB hasta unos US$
132.000 millones (un 66% menos del obtenido en 2012) e igualmente equivalente a la mitad del PIB de Colombia.
En fin, los venezolanos localizados en suelo patrio nos estamos empobreciendo materialmente, pero
en simultáneo estamos enriqueciendo nuestro
afán de luchar por la reconstrucción del país.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico