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lunes, 28 de marzo de 2016

Arturo Peraza: Los venezolanos necesitan una esperanza fundamentada no estúpida


Por Chefi Borzacchini


Durante Semana Santa, la visibilidad y posicionamiento de la Iglesia Católica es muy alta. Desde los altares, son enormes las posibilidades de establecer una conexión importantísima con el pueblo, con el país entero.

Los feligreses que fueron a las iglesias a cumplir con los rituales de estos días, escucharon homilías cargadas de mensajes muy concretos y claros sobre los problemas que estamos viviendo todos los venezolanos: las largas colas para comprar los alimentos que existen, el alto costo de lo necesario para vivir, el hambre en muchas familias, la inseguridad galopante, la falta de medicamentos, la gente muriendo en los hospitales por el mal estado de las infraestructuras de salud, y la falta de insumos médicos.


Foto: Rafael Briceño / Contrapunto

–Evidentemente, muchos venezolanos estamos buscando una respuesta en nuestras creencias y en nuestra fe, sea cual fuere nuestra religión. ¿Cuál sería para usted el mensaje central que en este momento de crisis debería ventilarse desde la Iglesia Católica, precisamente hoy, Domingo de Resurrección, cuando los cristianos celebramos la Pascua?

- El mensaje sería la esperanza fundada en la civilidad y en la democracia. Quiero decir con esa frase, que lo primero que necesitamos transmitirle a los venezolanos es una esperanza fundamentada, no una esperanza estúpida.

–¿Qué es una esperanza fundamentada?

–Poder decirle a la gente que hay razones para creer que, efectivamente, sí podemos forjar y tener el país que nos merecemos, aunque esto signifique que tengamos que pasar por momentos muy complicados y duros, y que no hay razones para pensar que no podemos lograrlo. Una esperanza tonta sería no hacerle justicia a la dura realidad que vivimos, y decirle a la gente que esto se acaba simplemente sacando a fulano y poniendo a zutano. Entonces, no estaríamos dándonos cuenta de la verdadera crisis, que es una crisis de la sociedad, que tiene sus causas estructurales y que no es, simplemente, una crisis de gobierno.

–A estas alturas, muchos han perdido la esperanza y se han marchado del país. ¿Cree usted que habría que hacer una labor que vaya directo a lo emocional del venezolano para generar más confianza, y que entonces pueda nacer la esperanza?

–Entre todos necesitamos dibujar y soñar la nueva Venezuela; saber que podemos crearnos el horizonte común que nos haga posible decir: tenemos una esperanza, un camino por donde orientar nuestras fuerzas. La Iglesia Católica tiene que tener una participación fundamental en esto, no como grupo político, sino como grupo que alimenta la fuerza desde la cual podemos sacar adelante esa esperanza que es Dios. En el Señor ponemos nuestra confianza y Dios nos va a acompañar.

Quiero insistir en algo: cuando uno habla de la esperanza uno dice: este país tiene todas la potencialidad para salir adelante, eso no se ha agotado; lo que necesitamos es implantar un modelo más equilibrado y justo, que premie el trabajo y la producción como elementos fundamentales de la existencia, sin dejar de lado todos los elementos de justicia social que tenemos que tener presentes

–Pero esa frase: “En Dios ponemos nuestra confianza”, cómo hacérsela entender a una madre desesperada porque su hijo se le muere por falta de medicamentos; o a un hijo, profesional, trabajador, pero que igual ve que la vida de su madre se extingue día a día porque no puede seguir el protocolo clínico que exige el cáncer de mama. A ellos podría sonarles vacía esa frase.

–También pudo sonarle vacía a Jesús mientras lo estaban crucificando y moría; es decir, la cruz y las situaciones difíciles son parte de la historia, y Dios no las esconde, ni transforma las piedras en panes. Pero hay grupos, que yo no sé si decirles cristianos, que le dicen a usted: “tranquilo, que yo le transformo las piedras en panes, venga a rezar la oración del Espíritu Santo y mientras más reales usted nos dé, yo le resuelvo el problema”

Entonces ¿si es así de fácil, por qué no cambiamos mágicamente esta situación y regresamos a la Venezuela idílica en la que todo sobraba y en la que había de todo?. Simplemente, no es así de fácil, porque no hemos abordado la crisis fundamental, que tiene que ver con el modelo rentista clientelar que ya no da más. El problema es abordar el fondo y no cómo vamos a hacer con la siguiente cola. Necesitamos reformatear esa estructura rentista y por eso la educación es fundamental.

–¿Cuál sería el rol de la Conferencia Episcopal Venezolana y en general de la Iglesia Católica en estos momentos? ¿Cuál sería la acción más pertinente?

–Si me lo hubieras preguntado hace algunos meses, yo hubiera insistido en el tema del diálogo… pero en este momento lo más pertinente sería ponernos a la cabeza de la ayuda humanitaria, por las condiciones tan graves en las que estamos. Lo fundamental es que la iglesia siempre ha sido responsable y actuante en estas situaciones tratando de ayudar donde hay necesidades. La iglesia tiene que regresar a ese rol de ayuda, porque tiene estructuras organizadas que pueden llegar a todos los rincones del país donde hay condiciones muy difíciles, y emprender esta acción sin entrar en lo político, con asepsia política, porque el problema es la gente.

Tenemos que colaborar en el proceso de diálogo y de transición política que tiene que vivir el país, construyendo espacios de encuentros con todos los actores políticos, gubernamentales, chavismo, oposición, todos, para que más rápido podamos salir de la crisis. La iglesia tiene que ser un puente, siempre en función de la transición civil y democrática, dos palabras imprescindibles. 

Ahora, ¿qué significa la palabra transición?. Eso es lo que los políticos tienen que definir, no es la iglesia la que tiene que ocuparse de ello.

Educación: inversión prioritaria

–¿La reforma de la educación sería la clave para sustituir ese agotado modelo rentista clientelar?

–Claro. Lo primero que necesitamos reestructurar es el área de la educación, que esté vinculada a la creatividad, al trabajo, a la productividad; que los estudiantes y profesionales tengan herramientas con la cuales puedan salir al campo de la producción, y que los trabajadores encuentren que hay una relación directa, recompensada y proporcional entre el trabajo, la capacitación y la remuneración económica, cosa que en este momento no existe porque lo que impera es “con quién me enchufo yo”… más del modelo rentista económico clientelar.

–En general, nuestros bachilleres tienen muy pocas herramientas prácticas, técnicas y productivas para insertarse en el mercado de trabajo, una vez que se gradúan. Pregunto: ¿cuál es su criterio al respecto?

–Estamos muchísimo peor. Nuestros muchachos salen del bachillerato sin saber leer ni escribir, y sin razonamiento abstracto matemático, básico para poder manejarse con argumentaciones. Es la generalidad. Lamentablemente, esto se va agravando cada vez más, porque no tenemos maestros, sobre todo en las zonas populares, y mucho menos en las áreas de las matemáticas, física, química y biología. Entonces, esto va creando condiciones de pobreza estructural, que se acentúan. Por eso, parte de la inversión más seria que tiene que hacer el Estado es en el ámbito educativo, por una parte, mejorando la remuneración de los docentes, reestructurando la educación pública y elevando su calidad, y apostando por la orientación que tienen los centros y colegios de la Red AVEC (Asociación Venezolana de Educación Católica), donde está Fe y Alegría, donde tienes educación de calidad brindada para los sectores populares y educación para el trabajo. La educación católica, en su globalidad., está apostando por la educación técnica con menciones como informática, agricultura, administración, contabilidad, tratando de insistirle a los muchachos que tienen que salir con unas habilidad; pero me preocupa también que ni siquiera en matemáticas y en castellano, estamos logrando los niveles mínimos, y eso se ve a nivel universitario, cuando un muchacho se enfrenta a la universidad.

Espiritualidad vs negocio

–En Venezuela gozamos de libertad de cultos. Así, otras religiones y creencias han crecido mucho, entre ellas la evangélica y la santería. ¿A qué atribuye usted ese crecimiento más allá de esa libertad?

–Algo que efectivamente debemos celebrar es esa libertad de cultos que nos permite convivir y respetarnos sin matarnos. Esto es un indicador muy positivo de civilidad y capacidad de dialogo que debemos profundizar. La segunda afirmación que quiero hacer, es que creo que parte del crecimiento de otros cultos es responsabilidad de la Iglesia Católica como abstención culposa por parte de ella, y de su misión de predicar el Evangelio, es decir, no está haciendo lo que debe hacer para acercar el Evangelio a la gente.

–¿Usted está haciendo un mea culpa?

–Sí claro que estoy haciendo un mea culpa, tal cual. Estoy diciendo, como primer elemento, que la Iglesia Católica muchas veces se encierra en sus templos y en sus ritos, esperando que la gente venga para acá y no somos capaces de ir para allá, no vamos donde la gente está o no vamos lo suficiente, y eso sí lo están haciendo los hermanos evangélicos, quienes van casa por casa, con sus revistas y predicando su fé y sus convicciones en donde está haciendo falta esa fe; esto ha hecho que los grupos evangélicos tiendan a crecer mucho más de lo que lo está haciendo la Iglesia Católica.

Un tercer elemento, que ya es una crítica a los grupos evangélicos, pero particularmente a la santería, es que hay una suerte de explotación económica, especialmente de los sectores populares, que sostiene este crecimiento. Con esto quiero decir que si yo empiezo a amenazar a una persona y le digo que le montaron un trabajo, que por eso fue que se le cayó el jarrón de su casa, la persona, en estado de miedo, paga un dineral para enfrentar esa situación. Entonces lo que se da en esas situaciones es una relación económica, no es una relación espiritual. Y debo decir que, difícilmente en la Iglesia Católica se verá que los curas estén cobrando un realero y haciendo un montón de cosas; a mi no me van a decir que lo que se recoge en las misas de los domingos en billeticos de 2, de 5 y de 10 bolívares, es una explotación económica. Mientras, los evangélicos recogen el 10 por ciento del sueldo de una persona evangélica, que es el diezmo, y que en el fondo va para el sostenimiento económico de un pastor.

–También hay muchos curas que viven tranquilos mantenidos por la Iglesia…

–Por eso lo primero que hice fue un mea culpa, antes de decir esto, y el orden de mis señalamientos es importante, porque es tal cual: lo primero que tiene que hacer la Iglesia Católica es un mea culpa sobre las situaciones por las cuales la gente se va, y una de esas razones es porque no consigue en la iglesia un interlocutor. Y esa condición de comodidad, que incluye a los laicos de nuestra iglesia, quienes tampoco se mueven mucho, es quizá la mayor razón por la que ocurren estas situaciones.

Nuevas fuerzas

Foto: Ernesto García / Contrapunto

-–¿Cómo interpreta usted la llegada de esas nuevas voces en la AN, qué significa ese hecho político?

–Creo que es importante una voz alterna que no existía hasta ahora en las instituciones del Estado, aunque es bastante limitado y tampoco se puede pedir muchas cosas a una instancia que no tiene el control del poder real, porque este es un sistema de carácter presidencialista, en donde el Presidente controla todos los poderes fácticos del país; aún así, el que exista una instancia que efectivamente brinde una visión distinta y que tenga la capacidad de liderar alternativas que abran nuevos horizontes, puede ser una aporte importante.

Yo siento al parlamento en el mismo horizonte del gobierno, solo que en el lado antagónico. Todavía no percibo capacidad en la oposición para ser una alternativa, entre otras cosas, porque ella misma está muy fraccionada, muy dividida; y eso le hace cuesta arriba plantear algo como un horizonte común, salvo algunos aspectos muy genéricos, y que yo comparto como sentido de democracia, civilidad... Creo que falta bastante para lograr una alternativa en el sentido superador de este momento en el que estamos viviendo.

–¿Cómo calibra la actuación de la juventud, con todo y crisis universitaria?

–Siento que los jóvenes están bastante movidos y que todo este proceso les ha generado una gigantesca y sana preocupación por el tema de lo político y lo público, en comparación con las generaciones de los 80 y 90, cuando lo importante era lo privado, mi vida, mi futuro, mi existencia, mi dinero; esta generación se da cuenta de que no es posible nada de aquello, si no resolvemos lo que es colectivo a todos; siento que en este sentido se han involucrado y es la gente llamada a impulsar y activar este modelo alternativo que estamos necesitando en este siglo XXI. Ellos son la razón de mi esperanza.

–¿Incluso aquellos que han tenido que irse?

–Incluso esos jóvenes, porque habrá muchos que puedan y que quieran regresar. A muchos se les cerró el horizonte, y estaban atrapados sin posibilidades aquí y ahora, pero yo espero que mucha de esa gente, en un momento en que se abran las condiciones, vendrá; de hecho ya ha habido gente que en virtud de esa nueva etapa que comenzó el 6 de diciembre, ha regresado. Tal vez no regresará el cien por ciento, pero retornarán jóvenes venezolanos que habrán recibido una formación y suficientes elementos y experiencias en el exterior que nos van a ser muy útiles e importantes para levantar al país.

–¿Viene una resurrección para Venezuela?

–Sí viene esa Resurrección. Recuerdo que recientemente, durante el encuentro de los 75 años de Empresas Polar, yo dije una frase: la historia se impone sobre las personas les guste o no. Estamos en fase de proceso de cambios… eso significa que el modelo rentista económico sobre el cual está montado el sistema ya se quemó, no es cuestión de que vuelva a subir el petróleo o no. Ese modelo ya no da más de sí. La historia está demandando un cambio y esos agentes de cambio van a entrar.

Al estilo del Papa Francisco

Foto: EFE

–A su criterio ¿cuál es el modelo y ejemplo que está tratando de transmitir el Papa Francisco, y cuál sería el aporte de ese modelo para la Iglesia Católica?


–Lo que identifica al Papa Francisco es su sencillez y su humildad, y esto tiene que ver con el santo con quien él identifica su misión: San Francisco de Asís. Sin duda la imagen que quiere decir, es que la iglesia tiene que ser de los pobres y para los pobres, y la sencillez tiene que ser la marca.


El segundo rasgo tiene que ver con el diálogo, porque Francisco hombre nacido para entrar en comunicación con la humanidad; él cree que el Evangelio es fundamental comunicar, darle una buena noticia a la gente, por ejemplo, desde el primer año de su nombramiento, y a propósito de la Semana Santa, él le lava los pies a una chica musulmana, y así pasando por las cientos de escenas en las que se ha encontrado con jefes de cualquier tipo de religiones y creencia.


Un tercer rasgo del Papa es el tema de la justicia vinculado con la ecología y la protección del medio ambiente, que es en lo que él ha insistido en los últimos tiempos, tratando de dar un mensaje de que tenemos que construir una sociedad más justa y equilibrada entre los seres humanos pero también con el planeta.


–¿Cuál ha sido el eco que estas posturas del Papa Francisco han tenido en la propia Iglesia Católica y sobre todo en las “alas” más conservadoras?


–En el caso de la Compañía de Jesús ha habido un sensación de mucho encuentro y cercanía frente a estos planteamientos, y dudo mucho que consigas a un jesuita que tenga conflictos con estos postulados, los cuales comulgan con la espiritualidad nuestra que se resume en: mira al mundo, mira sus dramas y realidades y en ese contexto encuentra qué es lo que Dios te trata de decir. Sin embargo, tendría que reconocer, que no todo el mundo en la Iglesia se ha sentido de la misma manera: hay gente que ha manifestado cierta incomodidad ante lo que consideran niveles de excesiva apertura del Papa Francisco.

–¿Esa vinculación con los problemas del mundo, tiene que ver con una suerte de “sacudón” en el Vaticano y que con el respaldo del Papa Francisco ha enfrentado casos de pedofilia y corrupción, entre otros?


–Sí, él ha impulsado una reforma dentro del Vaticano, sin duda. Y se rodeó de un equipo de cardenales que lo apoyan en este proceso. No sólo han sido los temas de abusos sexuales y situaciones de corrupción, y de la transparencia en el manejo de los fondos del Vaticano, sino otros que tienen que ver con el abordaje de qué tipo de obispos se están nombrando, y cuáles son los criterios para los nombramientos de autoridades dentro de la Iglesia.

27-03-16





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