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jueves, 24 de marzo de 2016

Reflexiones de la semana mayor por @luispespana


Por Luis Pedro España


Como la mayoría de los venezolanos no somos muy practicantes de la Semana Santa. Hasta no hace mucho el receso santo era más parte de unas vacaciones que de rezos y oficios. Hoy sin necesariamente ser a la inversa, la recesión y las dificultades del país hacen que permanecer en casa sea una opción para la mayoría de nosotros. Quizás sea un buen momento para reflexionar

Aún cuando las tradiciones persisten y las creencias del pueblo se vuelcan a los templos buscando alguna ayuda extraterrenal, creo que para todos se impone darle una vuelta a los problemas del país y, como cristianos, así sea de nombre, también valga la pena pensar un poco en quienes están pasándola mucho peor que cualquiera de nosotros.


Hacerlo mal: más por torpeza que por convicción

Pensar al país lleva al gobierno y observar las acciones del gobierno es observar el fracaso.

El gobierno hace todo mal y a medias, lo que lo convierte en dos veces malo. No es por fastidiar, o criticar por criticar, como decía el Joselo de los buenos años, simplemente se trata de alguien que, empecinado en sus errores, cuando enmienda, o quizás cuando parece que entiende, reacciona a medias, y lo hace más obligado por las circunstancias y tratando de disimular, que por convencimiento y certeza del remedio que mas conviene.

Fíjense ustedes. Desde hace, ya perdimos la cuenta de los años, se le reclamaba al gobierno la necesidad de sincerar el tipo de cambio, de aumentar el precio de la gasolina, de crear las condiciones para reactivar la económica y enfrentar, de una vez por todas, las inviabilidades del modelo rentista populista que se vino abajo al menos desde el año 2009, cuando los precios del petróleo dejaron de crecer.

No lo hizo, más aún, no sólo se mantuvo años empecinado en la idea de sustituir al productor nacional por un Estado importador y mal distribuidor de la renta, sino que ahora cuando nos tiene montada la campaña de la necesidad de abandonar el rentismo petrolero, cree que con las incompletas y desfasadas políticas de hace unos días, ellas son suficientes y adecuadas para las cosas funcionen. Pues no. Las cosas no sólo no han cambiado, y en palabras del propio Vicepresidente de la República, siguen intactas sus causas y, en palabras nuestras, también sus consecuencias. Lo aplicado no sirve.

Los neoliberales brutos

Buena parte, sino toda, de las dificultades del gobierno para enfrentar la mega-crisis que tenemos encima, y que va para su cuarto año consecutivo, es que no tiene idea de las razones que nos trajeron hasta aquí. Desde hace muchísimo tiempo han desechado de sus políticas públicas las nociones más elementales del racionamiento económico.

Por imaginar o tachar de “neoliberales” cualquier consideración sobre la necesidad de introducir principios de eficiencia o eficacia, negar el comportamiento social en base a incentivos y, lo más importante, sobredimensionar el calculo político por sobre cualquier otro, negaron cualquier acompañamiento, sugerencia o propuesta orientado por las leyes del comportamiento económico.

Violaron todas las normas monetarias, de equilibrio fiscal, amenazaron a la propiedad cada vez que les dio la gana. Confiscaron, expropiaron, compraron y abusaron del trabajo y el esfuerzo de los demás. Pensaban que matando a hierro, los tratarían a sombrerazos, y ahora cuando no hay un solo productor sobre la tierra que este dispuesto a invertir un solo dólar, euro o yuan, sino en el mejor de los casos para preservar lo que acá tienen enterrado y aguardar hasta que esto cambie; entonces pretenden una reciprocidad imposible de concedérsele a quien carece de credibilidad, reputación y confianza, resultado que por cierto llaman Guerra Económica.

Pero lo cierto es que este contradictorio gobierno, en su no hacer haciendo, ha provocado el proceso de empobrecimiento más brutal del que tengamos noticia desde que en Venezuela se llevan cifras sociales. Las remuneraciones han caído mucho más de lo que fue en los años de los ajustes macroeconómicos, y el impacto social ha sido tan feroz que desde el punto de vista del ingreso la pobreza sobrepasa el 70% de los hogares.

Estamos en presencia de un ajuste social peor a cualquier otro consecuencia de lo que ellos llaman “neoliberal”. El del gobierno debería calificarse o llamarse como brutal, en sus dos acepciones, tanto por magnitud, como por desacierto.

Las medidas sociales del ajuste brutal

Creo que fue el el diputado Miguel Pizarro quien le dijo, desde el estrado de oradores de la Asamblea Nacional, que la bancada oficialista y el gobierno que defienden se ha convertido en todo eso que antes criticaban.

Nada más cierto. Medidas gubernamentales que privilegiaban lo económico sobre lo social, vuelven a empobrecer al pueblo. Han deteriorado el poder de compra por pasiva, por no hacer nada, y por activa, cuando tratan de hacerlo.

Se ha puesto en evidencia, el incremento del empobrecimiento, no sólo como consecuencia de posponer y correr la arruga para enfrentar los desequilibrios que ellos crearon, sino que cuando los intentan enfrentar (tarde, mal y a medias), lo hicieron sin considerar compensaciones para los hogares más pobres que serán los más afectados por el incremento de la inflación, el recrudecimiento del desabastecimiento y el mantenimiento de la recesión.

Al 2015, sin considerar los hogares que han visto reducir su calidad de vida en lo que va de este año, los más pobres representaban unos 700 mil hogares. De ellos, menos del 35% eran beneficiaros de algún programa social, lo que significó que más de 500.000 hogares en pobreza extrema no se calificaban como beneficiarios de algún programa. Si a ello le añadimos los excluidos de atención social pero en pobreza no extrema, la deuda social del gobierno alcanzaba en 2015 a más de 1.2 millones de hogares en estado de necesidad y sin protección.

Frente a esta gigantesca cifra el gobierno anuncio la implementación “progresiva”, de ahora a fin de año, de una tarjeta de debito, como mecanismo de subsidio directo, que sólo hasta hace poco anuncio que sería por Bs. 14.500 al mes y para un total de sólo 350.000 hogares (de la patria) quedando, por lo dicho, otros 900.000 sin protección. Pero como en muchas otras cosas, las medidas económicas recesivas van por la autopista y las sociales en burro y por camino culebrero. A la fecha ni un solo hogar debe haber hecho efectivo su subsidio directo.

Ahora el gobierno, que hace intentos por aprender de economía, también parece hacer lo mismo con la política social. Por lo que declaran, parece que se enteraron que los subsidios indirectos (Mercal para más señas) se prestan para filtraciones y para que se aprovechen quienes no lo necesitan. El efecto demostrativo de “los bachaqueros” y la inútil lucha de controles contra las fuerzas de los incentivos (que son casi igual a los de la naturaleza), les han hecho entender que por más que luchen contra la razón, ella se termina imponiendo y no importa que tanto quieran que la gente haga el sacrificio (que por cierto ninguno de ellos haría), al final se impone aprovechar todo el subsidio que se filtre y revenderlo para monetizarlo.

Pero como sólo van aprendiendo, sólo llegan a la implementación de los subsidios de primera generación. La misma lógica que llevaron a la beca alimentaria de finales del los ochenta del siglo pasado, o su renovación con el subsidio familiar que se aplicó en los tiempos de la Agenda Venezuela, pero claro esta, sin la focalización o los condicionantes, que ya para estos tiempos son políticas de última generación.

Del resto no hay mucho que añadir. La política del salario mínimo no es para los pobres. Ellos no están amparados por el trabajo formal y, por su parte, el resto de las Misiones Sociales solo quedaron como marca, como gesto de un gobierno que se vendió como popular y terminó empobreciendo como ninguno a las mayorías nacionales.

Semana Santa: Una pausa

El país entró en pausa esta semana. Seguramente terminará molesto y hastiado porque los distractores ya no existen. Poca fiesta y menos playa, contrastarán con mucho aburrimiento y fastidio de volver a la rutina de la recesión.

No lo sabemos, seguramente no, pero el gobierno quizás tenga una oportunidad para tratar de enmendar más y obstaculizar menos. Resulta bastante obvio que cada día que siga con retrasos y medias tintas, pues más será la convicción de que salir de gobierno es el primer paso para darnos un nuevo chance.

Quizás alguien les advierta allá adentro que se han convertido en un gobierno economicista sin serlo y poco eficaz en materia social. Perdieron la marca de clase cuando se les acabó la riqueza. Pero esas reflexiones no le serán de mucho. No importa lo que le digan o sugieran, a estas alturas de la gestión es poco o muy poco lo que pueden cambiar. Seguirán con las medias tintas y los retrasos producto del inútil cabildeo del fracaso. Seguirán pareciéndose más a los hechos que a los discursos.

La reflexión no le será muy útil al gobierno, al resto del país quizás si. Esperemos que al resto de nosotros nos permita encontrar los caminos más expeditos para el cambio que, no importa lo que hagan este gobierno jamás podrán hacer, ya no está en sus manos, lo han demostrado tras su último intento de enmienda.

19-03-16




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