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martes, 14 de junio de 2016

El diálogo no es traición por @garciasim


Por Simón García


Ante las situaciones conflictivas y las confrontaciones bélicas, la civilización creó el diálogo como método para regularizar o resolver pacíficamente los puntos en pugna. Es la alternativa a la violencia y a la guerra.

En nuestro caso, frente a los fracasos y la implosión gubernamental, el diálogo previene un estallido social o un golpe de Estado; es una vía para acordar respuestas inmediatas a la crisis humanitaria y un modo de facilitar el cumplimiento del mecanismo específico que establece nuestra Constitución, el referendo revocatorio, para ponerle fin a una gestión presidencial cuya prolongación agravará las crisis del país.


Hay que exigirle diálogo al gobierno, que todavía boicotea e intenta eludir también la opinión de la comunidad internacional. No lo quiere porque lo perderá y frente a eso acude a violar la Constitución y a reprimir al pueblo. Para los partidarios de la unidad, el diálogo  es uno de los caminos para aumentar, dentro y fuera del país, los respaldos para realizar el referendo este año y poder hacer efectivo el carácter revocatorio que le asigna la Constitución. El diálogo es la sustitución de la estrategia de polarización que beneficia al poder.

Una política de diálogo debe incluir la elevación de las presiones institucionales, las movilizaciones de calle y la agregación de nuevas fuerzas para obtener los cambios que desesperadamente la cúpula pretende retrasar, aun a costa de aumentar la violencia y la extensión de una silenciosa modalidad de guerra civil que el hambre puede convertir en anarquía.

La práctica del diálogo a todos los niveles, nos permite actuar para que las bases populares que aún apoyan al gobierno, comprendan que la decisión de su cúpula de cerrar todas las vías para la solución pacífica de las crisis es una política fuera de la ley y lesiva para el país. El diálogo ofrece una alternativa a los militantes del PSUV para que no se dejen arrastrar a un callejón sin salida y defiendan hoy la vigencia a futuro del proyecto político que encarna el 20 % de los venezolanos partidarios del proceso.

Resulta un error difundir la idea del diálogo como debilidad, concesión o traición. En especial por quienes no ignoran que en manos de las fuerzas de cambio es una de las formas de lucha para doblegar a un régimen cuya naturaleza excluye el entendimiento con quienes piensan distinto. Diálogo, paz, unidad y derecho a votar son elementos de una estrategia democrática para lograr los cambios.

Un desatino mayor es intentar usar el diálogo como un recurso para clasificar y dividir a quienes sostienen puntos de vista diferentes en el seno de la MUD. Para los demócratas las diferencias de pensamiento y la diversidad de intereses son normales. Lo que no es ético ni conveniente es colocar a la MUD o su docena de líderes principales bajo un recurrente, y a veces rotatorio, estado de sospecha en base a elucubraciones. El debilitamiento de uno cualquiera de ese liderazgo termina afectando la fuerza del conjunto. Por ahí no deben ir los tiros.

Las posiciones adoptadas, hasta ahora, por la MUD son firmes y claras: ha establecido los objetivos y el tiempo para obtenerlos. Ha sido firme en acompañar el clamor de la población. Y ha sido amplia en función de contribuir al comportamiento institucional de factores importantes como las Fuerzas Armadas y generar las bases para un nuevo entendimiento nacional y un nuevo gobierno de Unidad.

14-06-16




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