Por Leonardo Morales P.
La política venezolana se
mueve al ritmo que imponen los actores políticos más relevantes: unos tienen
como fin evitar a toda costa la invocación de una norma constitucional que
podría, eventualmente, desalojarlos del poder, mientras tanto, otros se aferran
justamente a esa norma para procurar poner punto final al ejercicio de gobierno
de Maduro.
Ambos tienen razón en querer
mantener ese ritmo. El gobierno está en la obligación de querer conservar el
poder aun cuando su obra gubernamental sea indefendible, y, la oposición,
precisamente por eso último, debe actuar para proveer un nuevo gobierno que
satisfaga las aspiraciones de sus nacionales.
El refrendo revocatorio
presidencial sigue su camino al cumplir con unas de sus etapas, quedando al
ente comicial convocar las siguientes. En todo caso, lo que ha quedado
confirmado es que los ciudadanos han cifrado sus esperanzas en esa disposición
constitucional para superar la crisis del país.
El resultado pareciera estar
desprovisto de las incertidumbres que siempre acompañan los comicios
electorales y consultas populares, al extremo que, tanto del lado opositor como
del oficialista, dan por descontado que de realizarse el referendo Maduro sería
desalojado del poder.
Otro ritmo
Mientras se va cimentado el
proceso revocatorio otros temas aparecen en el horizonte: por un lado, este año
debería elegirse los gobernadores estadales y sus respectivos legisladores.
Hasta ahora ni el ente comicial ha dado señales de convocarlos, como tampoco,
al menos públicamente, los partidos han mostrado interés. En cualquier caso,
las fuerzas democráticas no deben desdeñar su elección toda vez que forman
parte del proceso de cambio que debe vivir el país.
El proceso de elección de
gobernadores, como un paso necesario para la reinstitucionalización del país,
debe formar parte de una política integral que entiende que el poder no debe
estar concentrado exclusivamente en la dimensión vertical sino que la dimensión
horizontal del poder juega un rol determinante en los cambios que exige la
nación.
La nota final
Mientras ambos procesos
siguen su curso, las fases que restan del referendo y la debida exigencia al
CNE para convocar las elecciones regionales, hay que extremar los esfuerzos
para construir una propuesta de carácter económico y social
Los cambios que exige el
país no se limitan exclusivamente retoques en el régimen político, requieren
ser dotados de sustancialidad. Insistir en que hay que cambiar a Maduro porque
su gobierno ha llevado al país a la ruina es ya un lugar común.
El daño causado a la nación
ha sido inmenso y, al menos, dos exigencias aparecen a la vista de todos:
superar la tragedia actual nos impone dialogar y convocar a todos los
venezolanos a un amplio acuerdo de gobernabilidad en los años por venir.
Es impostergable el
desarrollo de una política que involucre a la mayoría de los venezolanos en un
proceso de reconstrucción de la vida institucional; asegurarse de un cuerpo
legislativo que provea las leyes para el buen vivir de los ciudadanos, de un
poder judicial que se imparta justicia sin interponerse a otros poderes y de un
ejecutivo que se haga más presente ante sus gobernados por sus obras que por sus
apariciones ante los medios de comunicación social.
Transitar esa ruta es
compleja, laboriosa y exige despojarse de egoísmos. Afinar los ritmos en esa
dirección puede devolverles a los venezolanos la esperanza de una vida distinta
a la que hoy soportan.
02-07-16
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