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jueves, 16 de febrero de 2017

El dilema de la unidad, por @CarlosValero08



Carlos Valero 15 de febrero de 2017
@CarlosValero08

El gobierno de Maduro tiene fecha de caducidad. Sigo manteniendo la tesis de que será el último gobierno chavista, a menos que en el PSUV y en las corrientes que apoyaron a Chávez se dé un proceso de renovación y reinvención.

El PSUV de Cabello, Maduro y la élite decadente que hoy gobierna no tiene cabida en el mundo contemporáneo. Son una reproducción de lo peor del Estalinismo soviético, el militarismo populista de América Latina y un coletazo anacrónico y nefasto del fracaso castrista.


El chavismo según Maduro, que tiene como su Rasputín intelectual al español Alfredo Serrano Mancilla, es incompatible con el mundo actual y está condenado a salir del poder. Pero el tema que nos angustia a todos es cómo acelerar ese final y con cuales proyectos vamos a superar la pesadilla de sobrevivir en esta Venezuela.

La pregunta sobre el cuándo está correlacionada directamente a la capacidad del oficialismo para impedir, indefinidamente, la realización de elecciones. En este tema ha aumentado la preocupación por el avance hacia un escenario a lo Daniel Ortega, donde el gobierno concurra sin oposición e incluso sin sus aliados en el Polo Patriótico, a los que considera un estorbo del que hay que salir. La otra modalidad del ventajismo es convocar las elecciones sólo cuando el gobierno considere que tiene posibilidades de conservar una parte de sus actuales gobernaciones.

Es muy poco probable que el PSUV pueda suspender las elecciones “ad infinitum”. A diferencia de Ortega en Nicaragua, Maduro, Cabello y cualquier dirigente del PSUV son altamente impopulares. Ninguno de ellos supera en intención de voto el 15%, según todas las encuestas que he revisado.

En Nicaragua Ortega tenía suficiente popularidad para dividir, sacar del juego a los participantes incómodos, usar propaganda y recursos económicos y ganar una elección apoyado en el ventajismo de Estado. Además, cuenta con el apoyo de parte importante del empresariado y la gestión sandinista no ha cometido las barbaridades económicas de Maduro, por lo que el entorno macroeconómico de ese país está muy lejos del desastre que se vive en el país. Por mencionar dos datos, la inflación para el año 2016 cerró en 3,6% y la economía viene creciendo ininterrumpidamente los últimos diez años.

La enseñanza que debe dejarnos la experiencia nicaragüense es que ha sido gracias a la división opositora que el sandinismo pudo recuperar el poder y después de ahí avanzar en la instauración de un régimen autocrático.

El escenario en Venezuela es muy diferente al de Nicaragua, la pérdida de apoyo social anuncia una derrota electoral al régimen. Ante esa perspectiva cierta es una ociosidad volver al viejo debate sobre si dictadura sale o no con votos. La prueba del pastel se hace comiéndoselo.

Estoy convencido que la ruta de la oposición venezolana debe y tiene que ser electoral, no existe un dilema entre las acciones que se deben acometer desde la oposición: ruta electoral con mucha presión y protesta de calle acompañando al pueblo venezolano en sus necesidades.

La ruta electoral es la condición para desarrollar la lucha por la vigencia de la Constitución y el restablecimiento de la democracia. Es la garantía de un desenlace pacífico ante el poder de una causa nacional.

Para llevar a la práctica esa vía es indispensable desarrollar una idea plural e incluyente de la Unidad. Para afianzar y darle sentido a la construcción de una nueva mayoría hay que mostrarles a todos los venezolanos de que somos capaces de dotarnos de reglas y de objetivos capaces de sortear los desafíos y los planteamientos que están poniendo en dificultad a la unidad de la oposición.

Tenemos la gran oportunidad de recrear, ampliar y hacer eficiente a una MUD que vuelva a la gente y que desde sus necesidades haga visible y exitoso el cambio político que todo el país quiere.

Carlos Valero
@CarlosValero08

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