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miércoles, 15 de febrero de 2017

Universitarios en Venezuela: 5 testimonios de la generación de la incertidumbre por @prodavinci


Por Yorman Guerrero


Los testimonios de Gabriela, Juan Pablo, Kelly, Juan y Rebecca están entrelazados por un sentimiento: la incertidumbre. Se debaten en el dilema de quedarse en Venezuela a riesgo de que su calidad de vida empeore, o emigrar pese al temor de ser rechazados. Prodavinci conversó con cinco universitarios en Caracas para reflexionar, en primera persona, sobre los retos de su generación: cómo lidian con la escasez, la inflación y la criminalidad en una de las ciudades más violentas del mundo, y qué aspiran para el futuro.


Gabriela
Rondón
19 años
Primer semestre de Economía
Universidad Católica Andrés Bello
Fotos Diego Vallenilla


“No me gustaría vivir de segunda en otro país y sentirme ‘no bienvenida’. Pero he oído tantas veces decir: ‘mataron a tal persona’ o ‘robaron a no sé quién’, que creo que me iría. Que haya más de cincuenta muertos en una semana no se ve en cualquier país. Aquí un muerto es cualquier cosa. Eso se volvió normal y no debería serlo.

He pasado toda mi vida viendo un solo Gobierno. De a poco nos han metido la idea de que aquí es difícil prosperar, que no se puede crecer porque los precios de todo son inalcanzables. Un sueldo mínimo no es suficiente ni para comer. Además, es imposible sentirse seguro: no sacas el teléfono en la calle, cuidas tu manera de vestir. Nunca llegas a estar cien por ciento seguro.

Yo solía estar enamorada de la política, pero últimamente muchas cosas me han hecho cambiar de parecer. Que los políticos no trabajen para la gente es muy grave. La mayoría de las decisiones son tomadas arbitrariamente. Antes al menos disimulaban ‘preguntándole’ al pueblo. Ahora eso no sucede.


La crisis económica me afecta desde las cosas más pequeñas hasta las más necesarias para mi formación. Yo solía comer afuera varias veces a la semana. Ahora es imposible. Si quieres hacer algún tipo de estudios en el exterior, como un curso de idiomas, no lo puedes conseguir porque todo es muy caro.

Aparte de estudiar Economía porque me gusta, también siento que es un área importante para generar cambios en el país. Por eso mi aspiración para el futuro es contribuir con Venezuela, hacer que el cambio suceda. Hace falta gente que quiera al país, que quiera ayudar.

Hay una parte de mi generación que ha aprendido muchísimo de los problemas que está viviendo Venezuela. Muchos de los que se han ido, pretenden volver porque este es su país. Lamentablemente, otra parte de mi generación se dejó absorber por el sistema: son mediocres, incapaces de fijar un criterio propio frente a lo que está pasando. Eso nos afecta muchísimo porque el país está creando robots, piensan igual.

“Irse es una decisión difícil, pero si buscas bienestar es lo más factible. Uno necesita calidad de vida”.



Juan
Pablo
Jiménez
19 años
Tercer año de Medicina en la escuela Luis Razetti
Universidad Central de Venezuela
Fotos Maura Morandi


“Pienso en la situación económica del país todos los días. No puedo comprarme prácticamente ningún libro de la carrera. Algunas cátedras no tienen prácticas porque los laboratorios no tienen reactivos ni material de trabajo. Quizás muchos chamos de mi edad se quejan de que no pueden divertirse. Pero lo que me preocupa es mi educación como profesional.

El año pasado llegué a perder ocho kilos. Es verdad que tengo un estrés constante por la carrera, pero a eso hay que sumarle la deficiente nutrición por los problemas que todos conocemos. Eso, además, se ve reflejado en el día a día: vivo cansado, exhausto. Es complicado dar el cien por ciento.

Frustrada, así veo a mi generación. Hace poco una amiga me dijo que estamos en la flor de la edad, literalmente el momento en el que uno como individuo y ser humano florece. Se supone que deberíamos estar desarrollando nuestras capacidades y aptitudes, desde todo punto de vista. En estos momentos en el país es casi imposible hacerlo o resulta muy difícil.

Desde hace ya varios años la gente muestra una actitud hostil. Sólo tienes que ir al Metro de Caracas a una hora pico y observar el comportamiento de las personas para entrar al vagón. Si algo tan sencillo como eso se vuelve un infierno, es necesario que haya un cambio a nivel social antes de plantearse una salida a la crisis que vive Venezuela.

Otra idea que se me viene a la cabeza a diario es la de irme o quedarme. Es una pregunta bastante polémica. Quizás en algunas generaciones pasadas la gente no pensaba tanto en eso. Pero en este momento de crisis es natural hacerlo. De hecho, no lo vería como una mala opción.

Yo me iría para seguir formándome y aprendiendo para ser un profesional eficiente. Luego buscaría una manera de retribuirle la educación a mi país: como profesor o ejerciendo en un centro hospitalario”.




Kelly
Alvarado
21 años
Segundo semestre de Licenciatura en Informática para la Gestión Social
Universidad Bolivariana de Venezuela
Fotos Diego Vallenilla


“A pesar de la situación, yo no me iría del país. Muchos quieren irse por la crisis, pero yo no. De irme, sería sólo para aprender cosas nuevas pero regresaría porque amo a Venezuela. Hay cosas que debemos resaltar y valorar: por ejemplo, todo lo bueno que hizo el difunto presidente Hugo Chávez, que prácticamente dio la vida por el país. Su amor marcó mucho.

No tengo hijos ni esposo, pero sí una responsabilidad con mi mamá y mis hermanos en el hogar, por eso trabajo. La crisis económica me afecta porque el sueldo no alcanza para cubrir mis necesidades personales. Siempre me pregunto cómo hacen las personas que tienen más responsabilidades que yo. Supongo que eligen entre comprar comida y sus artículos de higiene personal, porque si hacen una cosa, no pueden hacer la otra. Se repite mucho en las discusiones el tema de la guerra económica y yo creo que sí hay un poco de eso.

Más allá de las opiniones políticas, cada presidente sabe cómo manejar a su pueblo. Hay dos maneras para salir de la crisis. La primera es que nosotros, como venezolanos, cambiemos: ser más respetuosos, solidarios, calmados, más amigos. El cambio tiene que darse desde el ejemplo. También es necesario hacer un cambio en el aspecto económico, estabilizar los precios para que las cosas mejoren. Si no logran que el sueldo cubra la cesta básica, no hacen nada.

"El cambio tiene que darse desde el ejemplo"

A mi generación le hace falta creer más en el estudio para superarse y salir adelante. Muchos de mi edad dicen que no vale la pena estudiar, que prefieren trabajar por su cuenta. Un gran número de venezolanos estudia y trabaja, pero también es cierto que hay muchos delincuentes en el país. Por eso trato de no salir sola a la calle cuando es muy tarde.

Mis aspiraciones desde que entré a la universidad hasta ahora han cambiado mucho. Sobre todo porque estoy en el turno de la noche y comparto con mucha gente grande que trabaja y estudia. Eso me hace pensar: ‘si ellos pueden superarse, entonces yo también’”.



Juan
Zamora
18 años
Tercer trimestre de Licenciatura en Química
Universidad Simón Bolívar
Fotos Iñaki Zugasti


“No tengo la posibilidad de irme de Venezuela, por eso debo seguir luchando. Pienso que mi generación es insegura. Muchos quieren irse porque creen que si se quedan no van a tener los mismos beneficios que en el exterior. Si se diera la oportunidad me iría de intercambio para estudiar y luego regresar.

La situación política que vive el país ha generado mucho resentimiento en los estudiantes. Se supone que la política es el arte de gobernar para generar paz y crear orden. Pero es totalmente diferente a lo que estamos viviendo. Los que están en el poder quieren todo para ellos y nada para el pueblo.

Mi mecanismo de lucha es emprender. Aunque se han implementado muchas maneras para salir de la crisis, ninguna ha dado resultado. Por ejemplo, las manifestaciones. Todos seguimos en la misma situación. Pretendo graduarme de licenciado en Química, especializarme en Petroquímica, y aplicar mis conocimientos a la industria petrolera de Venezuela, tan importante para su economía. Esa es mi manera de aportar a la mejora del país.

"Mi mecanismo de lucha es emprender"

Me restrinjo de muchas cosas en mi vida universitaria y personal. Hace tres años, cuando mi mamá estaba embarazada, solíamos salir a comer cada vez que cumplía un mes. Ahora es imposible hacerlo. La prioridad para mi familia es la comida.

La inflación de los productos básicos hace que uno deba elegir entre ciertas cosas. No puedo tener lujos, ni comprarme lo que quiero, así afecta la situación económica mi cotidianidad.

Todas las mañanas le pido a Dios que me aleje de todo malandro que me quiera robar o de todo antisocial que me quiera hacer daño. Esa es mi única protección contra la inseguridad. De resto, vivo el día expuesto a lo que me pueda pasar, como cualquier otro venezolano”.



Rebecca
Schwartz
18 años
Segundo trimestre de Ingeniería en Producción
Universidad Metropolitana
Fotos Gabriel Méndez


“Es muy difícil verse en Venezuela en diez años. Si mañana te secuestran y corres con la suerte de que te liberen vivo, seguramente tu plan cambia y decides que lo más conveniente es irte del país. Veo a mi generación un poco perdida, quizás porque no tenemos nada seguro. No hay un camino fijo que podamos seguir, al contrario, necesitamos un plan a, b y c. Por eso hay que estar preparados para todo.

No camino por la calle, no salgo a pie: siempre me llevan o me traen en carro. Todas mis cuentas de redes sociales son privadas, trato de no revelar ninguna información sobre mí en público. Eso es incómodo. Cuando ves cómo vive la gente fuera del país, te das cuenta de que acá estamos encerrados.

La situación política es complicada. Antes parecía que había dos bandos, ahora se ve como si estuviesen unidos. La mayoría de las personas no confían en ninguno de los dos. A veces pienso que la oposición no se está oponiendo al Gobierno. La manera más pacífica de salir de esta situación de crisis debería ser a través del voto. Pero, por ahora, lo veo muy difícil.
"La universidad ha alentado mis proyectos"

Si bien hay una crisis económica profunda, en la Universidad Metropolitana se fomenta el emprendimiento y te hacen ver que en estos momentos también hay oportunidades. En un futuro me encantaría montar una fábrica de ropa en el país, que pueda vestir a muchas personas. Eso sería lo máximo. La universidad ha alentado mis proyectos.

Aunque he pensado en irme, lo mejor es quedarme en Venezuela hasta obtener mi título. A nivel de maestrías hay mucho atraso, por eso me gustaría buscar instituciones afuera con más renombre.

Una anécdota de un viaje que hice una vez a Lyon, en Francia, me hace dudar del plan de irme. Aunque mi nombre no es latino, el simple hecho de no hablar francés y sólo comunicarme en inglés hizo que me excluyeran. Era muy difícil conversar. A pesar de que la ciudad me encantaba, no podía conocer casi nada porque ni direcciones me daban. No es como aquí que la gente es más acogedora. En otros lugares están en contra de los inmigrantes”.


13-02-17




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