Es una necedad del gobierno decir que el paro de los maestros fue “un fracaso”. Es también una majadería tradicionalista de los gremios aventurar que el mismo constituyó “un éxito”. El miércoles 25 fue un importante aprendizaje para todos: los gremios aprendieron que los “paros” no son la única forma posible de protesta. El gobierno aprendió que el miedo se acabó, que el chantaje que viene utilizando desde el 2002 (“quien se mueva lo boto…”) ya no le es útil. El país aprendió que tiene sentido ser solidario con los objetivos de una lucha, y ser crítico al mismo tiempo con la forma en que se esa lucha se instrumenta.
Mientras unos docentes protestaban dentro de sus aulas y otros lo hacían fuera de ellas, los médicos en lucha empujaban con sus pechos los escudos de los policías que, ilegalmente, intentaban impedir que avanzaran ¡por las aceras! en su caminata desde la Maternidad Concepción Palacios hasta la sede del Ministerio de Salud. “¡Yo soy el que te salva la vida cuando llegas baleado un sábado en la madrugada! ¿Que vas a hacer? ¿Me vas a pegar?” le gritó un joven médico del Hospital Vargas a un policía que intentaba cerrarle el paso. El policía cedió, más por la fuerza moral del grito que por la fuerza física del joven galeno.
Al mismo tiempo, en los alrededores del Nuevo Circo, Jorge Rodríguez se empeñaba en demostrar lo que muchos consideraban imposible: Que si se puede ser peor alcalde que Freddy Bernal. Como ya había hecho antes en la parroquia El Cementerio, su policía cargó en forma agresiva contra compatriotas de la economía informal. La violencia fue tal que tocó a dos transportistas, gremio que no estaba participando en protesta alguna… hasta el momento en que un chófer y un colector fueron presuntamente agredidos, con disparos de perdigones, por un efectivo de la policía de Rodríguez. La respuesta fue contundente. El supuesto agresor fue reducido a la fuerza por decenas de trabajadores del volante, que con furia vengaron la agresión inicial a sus colegas. Un individuo vestido de verde oliva –dizque un “guardia patrimonial, integrante de la Reserva”- intentó hostigar a los transportistas, fotografiándolos y amenazándolos. También llevo lo suyo. Al final, salvaron la vida porque dos valientes mujeres, trabajadoras de la economía informal, hicieron frente a la situación e impidieron que la indignación popular cobrara alguna víctima fatal.
El pueblo protestaba, el gobierno reprimía y Chávez “encadenó” los medios para tapar la represión, lo que ya constituye en él un modus operandi, pero ¿Y la oposición?...
...Pues la dirigencia política de la oposición estaba en una "rueda de prensa", desde el Hotel Eurobuilding, diciendo que se “declaraba en emergencia en defensa de la descentralización”. ¿No les parece demasiado conocida esta situación?
Obviamente, somos partidarios claros y frontales de la descentralización. Creemos que es necesario reivindicar y defender la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que establece que Venezuela es un Estado federal descentralizado. Estamos convencidos de que hay que restearse en la defensa de los gobernantes estadales y municipales que el pueblo se dio con su voto soberano. Pero al mismo tiempo estamos seguros de que la forma eficiente de dar esa lucha no es con declaraciones solemnes desde un hotel del este caraqueño, o con “marchas” tan llamativas como esporádicas. La manera eficiente y eficaz de defender la descentralización es en la calle, con el pueblo, desde la denuncia concreta de los nefastos efectos que la re-centralización tiene en la vida de los venezolanos, especialmente de los más pobres. Y la oportunidad para hacerlo esta allí, en el asfalto, frente a los escudos de plexiglás y bajo las nubes de gas lacrimógeno: la protesta de los médicos se origina en el caos ocasionado por Barreto y su jefe, al adscribir los hospitales municipales de Caracas al poder central. La raíz profunda del conflicto magisterial esta en la paralización del proceso de descentralización de la educación, pues hoy tendríamos a los educadores de cada estado discutiendo su contrato colectivo con el respetivo gobernante estadal, en vez de esta absurda situación de un Ministerio de Educación gigantesco y parapléjico intentando meter a todos los maestros del país en un único molde de contratación.Incluso la extremadamente tensa situación del Nuevo Circo de Caracas, en la que transportistas y buhoneros dieron buena cuenta del “estilo Rodríguez” de gobierno, tiene su base en el tema de la descentralización. En rigor, el Municipio Libertador no debería existir. Un municipio de casi tres millones de habitantes (más poblado que casi todas las capitales estadales del país) es una pesadilla burocrática. Sin las competencias ni los recursos de una gobernación para atender una población tan grande, y sin la indispensable cercanía con sus ciudadanos para ser vocero eficiente de sus anhelos y luchas, el Municipio Libertador ha devenido en una guarimba oficialista, útil sólo para que el gobierno central intente desconocer a los demás alcaldes del área metropolitana. Pero en la lucha por la desagregación del actual Municipio Libertador sólo están ilustres urbanistas como Marco Negrón, u organizaciones civiles como Pro-Catia, Catia Somos Todos y el Radar de los Barrios, entre otras. Pero ¿Y la oposición? Sabremos de ella, probablemente, en la próxima elección…Esta situación de pueblo luchando en la calle y dirigentes dando ruedas de prensa en hoteles conspira contra los partidos y contra el pueblo. La conflictividad social permanente, sin coordinación, sin estrategia común, puede devenir en desgaste y agotamiento. Por amplia que sea, una protesta social que no llegue a convertirse en movimiento social puede ser batida “al detal” por el gobierno. Y por otro lado, unos partidos que se asuman a si mismos como “maquinarias electorales” y que su única justificación social sea argumentar que ellos “manejan el padrón electoral” y que “garantizan la atención a las mesas” es, además de falso, suicida: Competir como “maquinaria electoral” con la del Estado es un absurdo, por la monstruosa asimetría en recursos. La posibilidad de éxito para un proyecto alternativo esta en responder a esa asimetría con otra: Frente al derroche del dinero y el monopolio del poder, un proyecto alternativo que quiera ser exitoso tiene que ser socialmente útil. No es un asunto de semántica o de “puesta en escena”: defender la descentralización desde una rueda de prensa de funcionarios puede ser presentado por el gobierno como la mezquina defensa de los fueros y derechos de esos funcionarios. En cambio, defender la descentralización desde la calle, con el pueblo en lucha, es demostrar con los hechos, con la vida, que la descentralización que se defiende es el poder del pueblo, y que quien la ataca esta agrediendo al Soberano. La diferencia no es poca. Y en ella reside la posibilidad de victoria.
Publicado en el Blog Radar de los Barrios
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