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martes, 9 de julio de 2019

Oslo en Barbados, por @faríasjoseluis




José Luis Farías 08 de julio de 2019
@faríasjoseluis

Corto y Picante:

En un mismo día la jauría del radicalismo delirante y del colaboracionismo dialogante pasó de apoyar a Guaidó en la mañana para condenarlo en la tarde y viceversa. Del amor al odio en cosa de horas y al revés.

I.

Los radicales celebraron temprano con verdadero fanatismo su anuncio de volver al TIAR, la noticia era música celestial para sus oídos ansiosos de lo que solo quieren oír. Le sonaba a marines desembarcando en nuestras costas persiguiendo al Pranato rojo para colgarlo por sus partes y saciar así el deseo de venganza plenamente comprensible contra la pandilla delictiva que destrozó al país.

Más luego, entraron en shock con la información de volver a Oslo, ahora en la paradisíaca Barbados, la revuelta hormonal los puso a maldecirlo, resucitaron los adjetivos de siempre: traidores, entreguistas, cohabitadores y demás ofensas.

Los más aguzados dijeron “presentir” una “trampa”, una “carnada” para “”seducirlos”. Los más, se embriagaron en la orgía de una pronta intervención.

Ambos se negaron a aceptar la estrategia mil veces repetidas por Guaidó: “vamos a jugar en todos los tableros”, “no podemos renunciar a ninguno”.

II.

Los colaboracionistas, por su parte, también reaccionaron ante las declaraciones de Guaidó, pero al contrario, en su puja por estabilizar a Maduro a como dé lugar.

Aunque justo es decirlo, con más cautela e inteligencia, pues husmeaban que algo se cocinaba detrás de ese dato. Claro está, sin dejar de condenar lo del TIAR, señalando que ese era un viejo instrumento que “nunca se ha aplicado”, como si ello fuera óbice para que no se use ahora, se inventario que era una suerte de “cadáver insepulto” de la Guerra Fría.

Total, siempre que chocarán contra el radicalismo delirante cualquier afirmación le parecía buena.

Poco después, pasaron a armar su fiesta cuando supieron lo de Oslo en Barbados. Eso sí con sus ingredientes colaboracionistas, con los pantalones por los tobillos: “nada de pedir condiciones”, “nada de negarle participación a Maduro”, “nada de un nuevo CNE”, nada de nada, siempre con el trasero al aire. Evidenciando también su desconocimiento a la idea de “jugar en todos los tableros”.

III

Afortunadamente, Juan Gerardo Guaidó Márquez no se anduvo con cálculos personales y privilegió el interés nacional para ir a Barbados pero con los cañones del TIAR cargados, por si a Maduro se le ocurre venir con sus triquiñuelas al modo de Santo Domingo, a exigir elecciones libres para ponerle fin a esta tragedia conquistando la libertad, recuperando la democracia y llevando al país por la senda del progreso y el bienestar.

José Luis Farías
@faríasjoseluis

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