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jueves, 15 de agosto de 2019

El espejo donde el chavismo no quiere mirarse por @XabierCosco



Por Xabier Coscojuela


Rubén González ha sido condenado por segunda vez por la “justicia chavista”, en esta oportunidad vestida de verde olivo. Algunos se pueden preguntar por qué el chavismo le tiene tanta inquina a este dirigente sindical. La razón es que el secretario general de Ferrominera les recuerda lo que ellos alguna vez fueron, los desnuda en su traición e inconsecuencia.

González fue chavista. Creyó en las promesas y propuestas de Hugo Chávez y su cogollo. Con el tiempo fue perdiendo la fe. Contrastaba palabras con hechos y veía cómo la distancia entre unos y otros era cada vez más larga; cómo todo el discurso sobre la redención de los pobres lo único que buscaba era esconder una gran impostura.

Este dirigente sindical de Ferrominera tuvo, en algún momento, que elegir entre los trabajadores y los intereses de la gerencia de las empresas básicas. Lo hizo a favor de los trabajadores. Tuvo que decidir entre ejercer un sindicalismo democrático o ser parte del cogollo elegido dedocráticamente por Chávez, y se decantó por lo primero.

También estuvo en la disyuntiva entre mantener su honestidad o ceder ante las prebendas del poder, eligiendo ser honesto. Eso es lo que no le perdonan a González. Maduro y Aristóbulo Istúriz fueron dirigentes sindicales, alguna vez fueron honestos y pusieron en primer lugar los intereses de los trabajadores antes que los del poder. Hace ya rato que se traicionaron a sí mismos.

González les demostró que se pueden mantener los principios. Que eso que los camaradas llamaban intereses de clase pueden y deben estar primero que los privilegios que derivan del poder. Que es posible ser consecuente con lo que se predica. Estas son parte de las razones que explican la segunda condena contra Rubén González. Su prédica es coherente con su práctica, algo que la abrumadora mayoría de los dirigentes chavistas no pueden exhibir. Algo de lo que hace rato se desentendieron Maduro y Aristóbulo.


Los dirigentes sindicales democráticos del país, los trabajadores todos, deben dedicar buena parte de sus esfuerzos a echar para atrás esta injusta y aberrante decisión del tribunal militar servil con Maduro. Ya en la primera oportunidad se logró revertir la condena de la “justicia” chavista. Hay que volverlo a hacer.

14-08-19




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