Vladimiro Mujica 16 de octubre de 2019
Es
difícil reconciliarse con la idea de que de acuerdo a diversos estudios sobre
tráfico en la red, la mayoría de los usuarios en línea de Internet, la
tecnología más invasiva de la historia de los humanos, son robots
(https://ppcprotect.com/how-many-of-the-internets-users-are-robots/). De ellos,
aproximadamente la mitad son “good bots” y el resto “bad bots”
(https://www.imperva.com/blog/bot-traffic-report-2016/). Los robots buenos
están relacionados con la administración del tráfico, los motores de búsqueda, etc., mientras que
los robots malos están conectados con violaciones de sistemas, robo de
información, spam, y, especialmente interesante para lo que sigue, con la
creación de verdades a la medida, de tendencias en las redes sociales, con los
“influencers”, y la manipulación de la opinión pública a través de “fake news”
(https://www.uni-due.de/imperia/md/content/proko/are_social_bots_a_real_threat_am.pdf)
El
asunto es especialmente inquietante porque mucha gente ha venido a considerar a
los medios sociales como la única fuente confiable de información, algo que en
la práctica ha substituido la comunicación directa entre la gente de una manera
que todavía no alcanzamos a entender, y ha disminuido la influencia de los
medios de comunicación, sobre los que todavía opera algún tipo de supervisión
legal acerca de la veracidad y verificabilidad de la información suministrada.
Todo ello en beneficio de los “influencers” y, aún más grave, de redes creadas
con intereses económicos, políticos y sociales de diversa naturaleza para
influir sobre las decisiones de la gente
(http://nymag.com/intelligencer/2018/12/how-much-of-the-internet-is-fake.html).
Uno
de los estudios más instructivos que han caído en mis manos, lleva como título,
“Are social bots a real threat? An
agent-based model of the spiral of silence to analyze the impact of
manipulative actors in social networks” (¿Son los robots sociales una amenaza
real?. Un modelo de la espiral del silencio basado en
agentes adaptivos para analizar el impacto de actores manipulativos en redes
sociales) y fue realizado por un grupo de investigadores del Departamento de
Ciencias de la Computación y Ciencia Cognitiva Aplicada de la Universidad de
Duisburg-Essen (https://www.tandfonline.com/doi/10.1080/0960085X.2018.1560920.).
La
teoría de la espiral del silencio fue introducida por la politóloga alemana
Elisabeth Noelle-Neumann in 1974. Este modelo ha sido aplicado a las ciencias
políticas y a la comunicación de masas para entender el fenómeno de que
minorías activas imponen su opinión a la mayoría, la cual elige no expresarse
(la espiral del silencio) por temor a contrariar una opinión que percibe como
mayoritaria. Los autores del estudio mencionado en el párrafo anterior,
utilizan este modelo y herramientas de la teoría de sistemas complejos
adaptativos para simular las interacciones en red. Según el estudio, el actor
central en los modelos, determina el consenso final en 60-70% de los casos.
Cuando el modelo es usado para examinar la influencia de actores manipulativos
como social bots en la formación de opinión pública, los resultados indican que
en situaciones de alta polarización, y dependiendo de la posición y la densidad
de la red, una participación de bots tan baja como 2-4% de una red de
comunicación puede ser suficiente para inclinar el clima de opinión en dos de
tres casos.
Las
evidencias del uso de bots en las campañas de Trump y Clinton en los Estados
Unidos; en la elección de Macron en Francia y en el referéndum del Brexit en
Inglaterra son importantes. Y esto solamente por mencionar algunos casos
especialmente relevantes. El caso de Venezuela es singularmente importante no
sólo porque nos atañe directamente, sino porque existen evidencias de que tanto
el gobierno de usurpación como la oposición democrática utilizan bots en sus
campañas. Ver algunos ejemplos en las
publicaciones online
(https://emergencyjournalism.net/manipulation-of-public-opinion-in-venezuela-using-political-bots/index.html)
y también (https://arxiv.org/ftp/arxiv/papers/1507/1507.07109.pdf). Todo ello
nos lleva inevitablemente a cuestionar tanto las campañas de inspiración
totalitaria diseñadas por los cubanos y rusos para apoyar al Usurpador y
convencer a la gente de que todo está perdido, como las campañas de los
sectores extremistas de la oposición para destruir y linchar a sus oponentes en
el paredón de los medios sociales. ¿Humanos o Bots?.
¿Qué
se concluye de todo esto? En primer lugar que Internet y los medios sociales
están allí para quedarse. Nuestra civilización moderna literalmente no podría
funcionar sin la tecnología digital, y nos estamos moviendo a pasos acelerados
hacia el uso de información y computación cuántica y hacia organismos híbridos
bio-inorgánicos. El uso de las herramientas de la nanotecnología, la
informática, la biotecnología y la neurociencia está produciendo una revolución
de la convergencia, donde varias disciplinas se entrelazan para producir nuevos
modelos de vida, y hacer viable la inquietante posibilidad de que en un futuro
cercano se pueda vaciar el contenido de nuestros cerebros en redes inorgánicas,
mucho más estables que la materia blanda que compone el cerebro. Tenemos que
adaptarnos a vivir navegando sobre esta revolución científica que está
ocurriendo ante nuestros ojos.
A
la par, es necesario proteger la democracia y la libertad, y para ello es
necesario conocer y entender el poder de manipulación de las redes sociales e
Internet. Proteger a nuestros niños y al sistema educativo de la amenaza de la
incertidumbre total, donde no sea posible saber que es realidad y que es
mentira. Aunque un estudio reciente de Robert A. Burton, un neurólogo, Director
Asociado del Departamento de Neurociencias de UCSF, es menos optimista respecto
a nuestras posibilidades. En un artículo reciente (https://aeon.co/essays/the-complexity-of-social-problems-is-outsmarting-the-human-brain)
Burton afirma que probablemente la complejidad de nuestro mundo nos sobrepasa,
que los problemas sociales son fantásticamente complejos, mientras que las
mentes humanas están severamente limitadas en su ingeniería y diseño. Todo ello
para preguntarse ¿Está la democracia condenada?
Vladimiro
Mujica
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