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domingo, 12 de agosto de 2012

La mujer de a pié en el ámbito político


Por Aixa Armas, Sábado 11 de agosto de 2012

El reto es potenciar a las mujeres para el ejercicio del liderazgo y la participación cívica con miras a incrementar su acceso a los niveles donde se toman las decisiones políticas, económicas y sociales, para impulsar el desarrollo, progreso, bienestar, independencia económica de las comunidades, focalizando su acción en aquellos que conforman los estratos de la jurisdicción local

Es innegable la condición luchadora de la mujer en Latinoamérica; ya sea a favor de sus Derechos consagrados por hacerlos cumplir, o como por aquellos que todavía son necesarios incluir para garantizar mejores condiciones de vida.


Sin dejar a un lado el aporte didáctico de las mujeres dedicadas al oficio de la política es menester hacer hincapié en las nuevas actoras que aparecen en el panorama político hemisférico, mujeres de la sociedad civil, mujeres de a pié, las cuales han entendido que su participación en la faena ciudadana es vital para la construcción de un nuevo modelo democrático en que las relaciones sociales, políticas y económicas, profundicen en el tema de la gobernabilidad, la governance y la ciudadanía. Esta aparición al mundo de lo público no es sencillo amerita un aprendizaje, una dedicación con unicidad, pues la vida en democracia es un trabajo en conjunto, construcción de iniciativa por adhesión y no por separación, en la cuales las herramientas para vivir en democracia están por aprenderse[1]. Para este adiestramiento Hay un Camino.

Con la sacudida trascendental de la democracia de países como Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia, el resurgir de la mujer a participar activamente en toda acción donde se reivindiquen demandas ha sido viral, ellas han entendido que si deja solo a otros construir su futuro se queda sin futuro y sin presente, por eso es necesario tomar esa iniciativa con mucha responsabilidad para convertirla en el capital social  indispensable para activar el desarrollo y el crecimiento.

Estructurar esta concurrencia cívica, enfocando las realidades desde una perspectiva global de cooperación mutua, con un nuevo pensamiento que nos lleve a entender que somos un sistema y por lo cual estamos interconectados, ensamblar esta corriente es un trabajo arduo. La complejidad de esta nueva etapa induce a estudiar destrezas para canalizar, formar y orientar esta recién estrenada masiva participación de una ciudadana activa, mujeres políticamente activa desde lo inmediato, desde la comunidad. Esta expresión de las mujeres de la sociedad civil es muy compleja, porque es una línea muy sutil la que divide este proceso de participación ciudadana y la anarquía civil. Y en este punto se hace imprescindible la aparición de un liderazgo político orientador de este impulso natural de la ciudadanía femenina, es decir que es imprescindible canalizar los impulsos activistas para convertirlos en concisas fuerzas políticas y no solo en barullos momentáneos.

El reto es potenciar a las mujeres para el ejercicio del liderazgo y la participación cívica con miras a incrementar su acceso a los niveles donde se toman las decisiones políticas, económicas y sociales, para impulsar el desarrollo, progreso, bienestar, independencia económica de las comunidades, focalizando su acción en aquellos que conforman los estratos de la jurisdicción local, dándole una visión femenina al desarrollo, una visión femenina al progreso, reafirmando con ello la percepción de que la mujer, en todos los países, es la que vive con más calor, más ímpetu y más fuerza las necesidades de los pueblos; ella, como cabeza del hogar, es la que asume la responsabilidad en las malas situaciones, la que se las arregla para ver cómo se mantiene una casa con pocos recursos…y aun así, con toda esa carga moral, afectiva, económica, insegura de la situación actual de la mujer venezolana, todavía tiene guáramo para salir a dar la cara por la libertad y por la democracia…[2]

Es también indiscutible el papel de las instituciones en esta demanda de la participación ciudadana femenina y la construcción de ese nuevo liderazgo político. Es la institucionalidad definida como ente abstracto, sistemas de normas, reglas de juego que pautan las expectativa y los comportamientos de los individuos y de las organizaciones, las que garantiza el marco legal y legítima las procesos que se llevan a cabo en la ciudadanía, los cuales no se crean ni se cambian por decreto, forman parte de la sociedad, son creadas por el propio proceso social en el cual podemos y debemos influir, pero que no podemos manejar instrumentalmente como hacemos con las organizaciones.[3] Por ello, se hace indispensable el transitar hacia un sistema que logré municipalizar la participación ciudadana, acercando a esta ciudadana al gobierno municipal, para institucionalizar los espacios de cooperación, Consejos Federal, Estadal y Local, para la interacción entre los poderes públicos y de estos con la sociedad organizada. [4]

Pensar en un avance participativo y protagónico, sin canales constitucionales e institucionales, es inviable. No solo porque el marco jurídico regula la intermediación, sino porque a través de estos mecanismo es que se logra casar la democracia participativa con la democracia representativa. Es decir que dirigentes y dirigidas asuman cada cual su responsabilidad o gobernabilidad, unidas por el nexo legal que determinan las reglas democráticas.

[1] París Ana Carolina (2003) “Para vivir en democracia  necesitamos formar demócratas”. Editorial Venezuela Positivo. Caracas, Venezuela.
[2] Guzmán Ma. Bello de (2003) “Mujer, Presente y Futuro”. FUNDEMUL, Caracas, Venezuela
[3] Prats Joan  (2003) Gobernabilidad, fortalecimiento institucional y capital social”. Artículo publicado por IIG de Cataluña, España
[4] la Descentralización es Progreso. Carmelo Ecarri


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