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martes, 11 de agosto de 2015

¿ENCHÚFESE QUIEN PUEDA? Por @tavares_andrea


Por Andrea Tavares



Necesitamos ciudadanos capaces de restituir la institucionalidad del estado y el sistema de justicia, restablecer el modelo democrático y preservarlo para las futuras generaciones, para que nuestros descendientes puedan heredar un país libre, decente, con una economía productiva

En las elecciones presidenciales del 2013, el Comando Venezuela que dirigía la campaña electoral de Henrique Capriles, difundió un video como parte de su estrategia comunicacional, en el cual 2 vecinas de un sector popular, que bien podría expresar a cualquier barrio de nuestras grandes ciudades, conversan acerca de la metodología para la asignación de programas sociales y viviendas por parte del gobierno, la cual se ha caracterizado por favorecer a quienes tienen una relación con un funcionario público de alto nivel.

Esta metodología es y fue en el pasado, aunque en menor proporción que en el presente, aplicada como regla general para la asignación de cargos públicos, contratos, beneficios y toda suerte de dádivas. Nuestras vecinas del video, y vale decir los estrategas comunicacionales que lo crearon, dejaron acuñado, desde entonces, en el lenguaje cotidiano del venezolano, el término “enchufados” que según la acepción del diccionario de la RAE, para este caso, es precisamente “Persona que ha obtenido un cargo o destino por enchufe”. De manera que este vídeo tuvo un impacto importante en un momento en el cual esa “norma” de distribución comenzó e excluir a los propios simpatizantes del gobierno, quienes de alguna manera se sintieron expresados en un mensaje que dejaba claro que la distribución equitativa de las riquezas, había sido secuestrada por una clase de vividores y oportunistas, que se arrimaron al gobierno para acomodarse y beneficiar a su entorno.

En esa ocasión, pensamos que este mensaje podía generar una reacción en positivo, en la cual nuestros compatriotas excluidos y “decepcionados”, repitieran como la vecina del video “No vuelvo a votar por los enchufados de siempre” y, seguramente, una buena parte lo hizo, considerando que el aumento del porcentaje en la votación opositora, tuvo diversas fuentes y motivaciones.

Sin embargo, lo que hemos visto en los últimos años, es la exacerbación de este fenómeno, como una expresión de la supervivencia en un país en el que la crisis política, social y económica te empuja a elaborar métodos para subsistir. Es como si un sector importante de estos venezolanos, ha tomado la determinación de “enchufarse” para no convertirse en una suerte de ánimas en pena buscando migajas; para muchos es más fácil enchufarse que desenchufar a este gobierno.

Las formas de enchufarse pueden ser muy variadas, desde las más sofisticadas que involucran a medios de comunicación social, banqueros, empresarios, dirigentes políticos, hasta las más simples en las que se anotan los sectores sociales más vulnerables, los bodegueros, los buhoneros, las amas de casa, los empleados públicos y cualquier ciudadano de a pie que ha interpretado esto como un método de supervivencia.

La proliferación de los “colectivos” en nuestros sectores populares, son una expresión de ese modus vivendi, muchos habitantes comenzaron a observar los beneficios económicos y de inmunidad de que gozaban otros colectivos y no dudaron en hacer lo propio para enchufarse.

Otro ejemplo son aquellos a los que podríamos llamar “los disfrazados”, quienes haciendo uso de la “viveza criolla”, salen a las calles con la indumentaria oficial, puede ser una gorra o franela alusiva, un chaleco, un brazalete, un carnet haciendo las veces de placa policial o de cualquier prenda que lo identifique como posible protegido de un “enchufado” y, como por arte de magia, obtiene el salvoconducto necesario para transitar libremente, infringiendo cuanta norma o ley le sale al paso, pues ningún funcionario de seguridad correrá el riesgo de detenerlo y recibir una sanción por haber osado obstaculizar la labor de un “enchufadito”.

Por otra parte, vemos a muchos empleados públicos que, aún cuando no comparten el proyecto político del gobierno nacional o regional para el cual laboran, frente a sus jefes enchufados hacen las veces de verdaderos soldados entregados y dispuestos a las más duras tareas en beneficio de tal proyecto, para no perder el “quince y último” y para que le den otros beneficios, a él y su familia.

Algunas amas de casa y vecinos desempleados se arrimaron a los consejos comunales, esa pequeña cuota de militancia que los enchufa con una gama de organismos públicos, obteniendo primero beneficios propios y de su entorno más cercano, para luego darle algunas sobras a su comunidad, dejando claro que hay que rendirles pleitesía porque ellos tienen la envestidura de “enchufados”.

Así las cosas, podemos enumerar ejemplos de toda índole. Hay categorías de enchufados, los del gobierno nacional, los de gobiernos regionales y locales, incluyendo a los del partido oficialista y los de partidos opositores; hay enchufados de los poderes legislativos, en sus tres niveles; los de PDVSA aún se cotizan en el mercado de los buscadores de enchufes; los de colectivos; los de las comuna; los de partido, los del sector privado. También podríamos hablar de los enchufados internacionales y pare de contar.

Con esta cultura, que no es nueva, pues también fue expresión del bipartidismo en los gobiernos anteriores, no será posible avanzar hacia el progreso y el desarrollo. Hoy, la mayoría de nuestros ciudadanos, se frustran al ver que no se les reconoce el esfuerzo, el trabajo, la dedicación, la honestidad, la decencia, el talento, que basta con enchufarse para poder acceder a tus derechos, para poder tener vivienda, carro, moto, un buen cargo o salario digno, por eso muchos han decido buscar otras fronteras, mientras otros permanecen expectantes frente a su vecino que no estudió, que no trabaja, aunque tiene un cargo y un sueldo, pero tiene una camioneta, una moto de alta cilindrada, techo propio y dinero en el bolsillo.

Esta triste lógica ha conducido a subestimar nuestra condición de ciudadanos plenos de derecho y conscientes de nuestros deberes, dispuestos a defenderlos con compromiso y con ética, exigiéndole a nuestros gobernantes, el cumplimiento de sus obligaciones, no como nuestros patronos o caporales, sino como servidores públicos, que pueden ser sustituidos y atenerse a las sanciones en caso de no cumplir con la sociedad, de no respetar la propiedad colectiva de todos los venezolanos sobre los recursos naturales y financieros de los que dispone la República.

Necesitamos ciudadanos capaces de restituir la institucionalidad del estado y el sistema de justicia, restablecer el modelo democrático y preservarlo para las futuras generaciones, para que nuestros descendientes puedan heredar un país libre, decente, con una economía productiva, a la vanguardia del desarrollo, con un alto sentido humanista, sin abandonar, nunca más, su mayor título o cargo, “el de ciudadanos”, como bien dejó claro Bolívar. La supervivencia de nuestra Patria, de nuestra nación y de cada uno de nosotros, dependerá de la firmeza con que rompamos las cadenas de la vieja cultura del “enchúfese quien pueda”, recuperando la dignidad como pueblo, la gallardía y nos convirtamos en una República de Ciudadanos, sólo así nos salvaremos todos y no sólo “quien pueda”.

10-08-15



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