Páginas

viernes, 14 de agosto de 2015

País efervescente, por @axelcapriles



Axel Capriles 13 de agosto de 2015
@axelcapriles

Una discoteca con luces intermitentes sobre una oscura pista de baile en la que funcionarios, malandros, policías, prostitutas, jóvenes tatuados, prepagos, boliburgueses y gente común, bailan al son de un reguetón animadamente mezclado por una DJ con shorts apretaditos, buenota, hasta que la fiesta estalla en una sonora trifulca de sálvese quien pueda. La bronca, retransmitida en un programa de televisión sobre Venezuela, parece haberse originado en el enfrentamiento entre un chamo y un militar enamorados de una misma prostituta, hermana de un policía, que había sido monopolizada por el funcionario revolucionario enriquecido. La imagen puede parecer rebuscada, pero no lo es. Es Venezuela. Un país efervescente que diluye su vacío en la superficialidad y la rumba pero que vive permanentemente al borde del estallido.

A pesar del compromiso democrático y del esfuerzo unificado de los líderes de la oposición por canalizar el descontento popular hacia la búsqueda de alternancia por la vía pacífica del voto, la presión económica anuncia condiciones temibles a las que los venezolanos nunca antes habíamos estado expuestos. El gobierno ha corrido la arruga hasta la última esquina pero ya el engranaje de la economía no aguanta sino unas pocas semanas. Aunque los chinos abrieran masivamente la compuerta de los préstamos y los dólares, el aparado productivo y la red de distribución de productos básicos evidencian, ya, rupturas y desperfectos irrecuperables. Desde la Guerra de la Independencia y la Guerra Federal, Venezuela no se asomaba a tanta pobreza y escasez ¿Qué pasará, entonces, con el carácter fogoso y ventisco del venezolano? Hasta ahora, muchas de las angustias que vivimos diariamente se han ahogado en la búsqueda misma de la supervivencia y gran parte de la violencia producida por la frustración ha tomado la forma de delincuencia común. Estamos, sin embargo, en un punto de inflexión propicio para los movimientos colectivos.

A mediados del siglo XIX, el diplomático brasileño Miguel María Lisboa visitó Venezuela y viajó por todo el país. A partir de sus observaciones escribió: “No vacilo en repetir que en Venezuela el pueblo bajo de las ciudades es dócil y fácil de gobernar. Excitado, engañado o seducido, mete bulla, vocifera y comete excesos; más, naturalmente, no tiene aquella ferocidad que le atribuyen observadores apasionados.” Poco tiempo después, la crisis económica de 1858 desembocó en estallido de la Guerra Federal.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico