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sábado, 30 de enero de 2016

¿Plan de producción nacional o arrastrar la AN al desastre maduro? Por @oscarbastidas25


Por Oscar Bastidas-Delgado


Como si jamás hubiesen roto un plato tanto en el gobierno del fallecido primer mandatario como en su bienio, Maduro habla de impulsar la economía productiva mediante nueve motores que regirán el desarrollo económico para salir de la crisis. Dos pregunta surgen: 1.- ¿Porqué teniendo en los primeros cinco años de gobierno ingresos más altos que los percibidos por el país desde Guaicaipuro hasta 1999, sin contar con los recursos posteriores, no emprendieron ese desarrollo en estos tres lustros?; y 2.- ¿Tiene Maduro autoridad moral para exigir a diversos sectores de la sociedad que asuman un compromiso nacional porque fue ahora cuando se dio cuenta que “Venezuela ha entrado en una crisis que amenaza los logros sociales de igualdad y justicia, además de la integridad política”?.


Las respuesta a ambas interrogantes son obvias, no están demás ciertas precisiones. Chávez y Maduro con equipos gubernamentales regidos por el síndrome de la sospecha - “quienes no están conmigo son enemigos” - razón por la que rotaban y rotan las mismas caras entre los ministerios, jamás han creído en el sector productivo privado y menos aún en los poderes creadores del pueblo como diría nuestro Aquiles Nazoa, pues, en lugar de impulsar la creatividad, han construido una sociedad de pedigüeños con su respectivo lumpen armado, en el que no incluyo por consideraciones especiales a numerosos ciudadanos socialmente marginados, como indigentes, mendigos, que también han proliferado.

Ambos desgobernantes concedieron preponderancia a ingenuos en economía que jamás en su vida produjeron un kilo de papas, y a militares que, como el mismo Chávez, no habían pasado de administrar la cantina de un cuartel; así, con mentalidad de ganadores del kino, regalaron de todo a sus amigos del extranjero; compraron votos en el país mediante misiones; doblegaron voluntades creando empleos ficticios para más de dos millones de desempleados, los recogedores de firmas contra el decreto de Obama así lo confirman; y mediante coladores financieros facilitaron corrupción como la píada tardíamente por Giordani, y prebendas personales como las corbatas de Carreño y los relojes de Héctor Rodríguez, sin prever la llegada de épocas de vacas flacas como la de este momento.

Jamás debió el difunto arremeter contra empresas productivas dizque para que produjeran más, la historia muestra que son los ojos de los amos los que engordan el caballo y no los de desempleados disfrazados de funcionarios públicos. Tampoco debió el difunto imponer modelos “al pueblo” como los gallineros de Merentes, los fundos zamoranos, una cogestión falsa que resultó ser participación accionaria, y unas “cooperativas capitalistas”, las de Chávez, formadas con la lógica de las misiones y con contratos jugosos con el gobierno, sin antes formar cooperativistas y sin considerar las experiencias genuinas adelantadas para entonces en el país. Para completar el panorama, Maduro ni se enteró de que Chávez había establecido la exención al impuesto a las cooperativas y les impuso el impuesto sobre la renta en noviembre 2013, condenando a muerte a un alto número de ellas.

El discurso de Maduro en la instalación del Consejo Nacional de Economía Productiva para nada mencionó los poderes creadores de los ciudadanos ni el impulso a emprendimientos productivos individuales, asociativos, y hasta los colectivos. Impulsar el emprendimiento es fundamental en un país que debe superar su condición monoproductora y monodependiente. Venezuela necesita el florecimiento de empresas, cooperativas, asociaciones, y hasta comunas independientes del ejecutivo que, aparte de generar bienes y servicios, cumplan con las leyes, cancelen sus impuestos, y desarrollen acciones de responsabilidad social en lo interno, con sus comunidades y en lo ambiental, al lado de un Estado pequeño pero fuerte que no sea dueño hasta de areperas.

Finalmente, tanto el difunto como el gran vivo, tuvieron sendos poderes habilitantes en lo económico como jamás mandatario alguno; con esos poderes y ese dineral, desde hace años hubiesen puesto en marcha los nueve motores y los 50 rubros que ahora proponen. ¿Por qué Maduro con su habilitante hasta el 31 de diciembre no promulgó las leyes que le permitirían transitar una emergencia que era conocida?

Dicho lo anterior, la respuesta a la segunda pregunta es contundente: Maduro no tiene autoridad moral para exigir compromisos en lo económico; menos sin una agenda clara de lo que haría mediante la ley solicitada y con ministros que tuvieron miedo de responder ante el país, preguntas claves sobre Pdvsa y el BCV. La AN no pisó el peine que la convertiría en corresponsable del “Desastre Maduro”, no podía tirarle un salvavidas sabiendo que el ahogado merece quedar al desnudo en su propio remolino. Basta de echarles la culpa a gobiernos anteriores cuando, desde 1999 y con ese dineral, todos los gobiernos anteriores son de Chávez.


28-01-16




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