Por Ismael Pérez Vigil,
10/06/2016
Las cartas están sobre la mesa y
la mano esta descubierta; por lo tanto, nada de lo que voy a decir se puede
considerar una infidencia, pues aparte de que no tengo ninguna fuente de
información confidencial, todo procede de información que es pública, en medios
de comunicación y redes sociales. Se trata simplemente del análisis de alguien
que observa lo que ocurre en el mundo de la política y que lo observa con
preocupación, dado que lo que está en juego es la posibilidad de sumir al país
en más caos y violencia.
A toda costa y a cualquier precio
la estrategia del Gobierno es evitar el Referendo Revocatorio (RR), de ser
posible de manera definitiva y en todo caso, como mal menor, que se realice en
el 2017; de esa manera lograrían su objetivo de mantenerse en el poder. La
finalidad del Gobierno es solamente esa, por lo que lo de la libertad de los
presos políticos u otras solicitudes de la oposición, son cosas secundarias y
negociables; el poder, no.
Pero no se trata de que quieran permanecer
en el poder para gobernar y resolver los problemas del país, pues no hacen nada útil o valido en esa dirección.
Lo “valioso”, vital e importante para ellos es conservar el poder “como sea” por
todo lo que este representa de acceso a recursos, control y disposición de los
mismos. Para ello ganan tiempo, retrasan, posponen, confunden, amenazan, enredan,
se hacen los locos, porque cada día demorado los acerca más a su “mal menor”,
que el RR sea en el 2017, lo que les permitiría conservar el poder hasta el
2019, esperando que se produzca un milagro electoral, previo milagro de
incremento de los precios del petróleo.
Pero cada vez se les hace más
difícil lograr este objetivo, porque aparte de que son un gobierno malo,
ineficaz y poco productivo y de estar corroídos por el morbo de la corrupción,
tampoco cuentan con los recursos económicos que en el pasado tuvieron en
abundancia para, mediante medidas populistas, sostener esa “corte de milagros”
que los ha mantenido en el poder hasta ahora.
Por lo tanto solo les quedan las
medidas más deleznables, pero aun eficaces; primero, el abuso de poder
utilizando el TSJ para amañar la Constitución y las leyes y el dócil y cómplice
CNE, para retrasar con todo tipo de triquiñuelas y violaciones de la
Constitución y la legislación respectiva, los plazos para reconocer firmas y
poner en marcha el proceso revocatorio; y como segundo recurso, la represión a
través de los cuerpos militares y policiales, la violencia de sus colectivos y
los tribunales para sembrar el miedo y la desesperanza en la población e inhibir
la participación ciudadana que los adversa. Nada de extraño tiene que
presenciemos una nueva arremetida de apresamiento de opositores, con juicios y
condenas amañadas como las que ya hemos visto en años recientes.
Hay sin embargo un factor que se
les escapa de las manos: el fantasma del hambre y la mengua, que cada día
penetra más a una población sometida a la escasez de alimentos y medicinas más
cruel y grave que haya tenido Venezuela en toda su historia. Parecemos un país
en guerra: sin agua, luz, ni servicios básicos eficientes, largas colas de la
población en busca de alimentos, gente deambulando en busca de medicinas y
asistencia médica y decenas de muertos en las morgues los fines de semana,
producto de la violencia del hampa y el ajuste de cuentas entre hampones. En
cualquier momento estalla el polvorín sobre el que estamos, arrasando lo que
encuentre. Ese es el precio que se puede pagar por la negativa del Gobierno de
reconocer lo que está a la vista de todos y que ellos son los únicos que no
reconocen y sin que se esté tomando ninguna medida seria para remediarlo.
De realizarse este año el RR, junto
con la salida de Nicolás Maduro, se precipita en un mes un proceso electoral
para elegir un nuevo Presidente, que significa un cambio de Gobierno, un cambio
de sistema económico, el fin del régimen en definitiva. De allí la explicable
resistencia del Gobierno actual. Para ellos es todo o nada, no hay un mañana
después del RR, si éste se realiza en 2016, algunos de los jerarcas del régimen
no tendrán siquiera a donde ir, no hay muchos países que estén ansiosos en
recibirlos como exilados.
Pero esa estrategia de impedir la
realización del RR tiene un riesgo considerable; no olvidemos que la
legitimidad del régimen instaurado en 1999 por Hugo Chávez se sustentaba en
procesos electorales. Negando la realización del RR, solo quedara la “desnudez
del rey”: sostener el Gobierno por la fuerza de la represión, que es lo que
estamos viviendo. Delante de la Policía Nacional y la Guardia Nacional
Bolivariana, manifestantes, periodistas, dirigentes y diputados opositores son
asaltados, agredidos y robados por simpatizantes del Gobierno, sin que las
“fuerzas del orden” mencionadas hagan algo para impedirlo, antes bien, en
algunos casos –que están debida y ampliamente documentados– cooperan con los
agresores.
Hay otro riesgo o consecuencia
adicional y es que lo que está ocurriendo en el país, la ola de represión del
régimen contra manifestantes que piden un derecho constitucional, las largas
colas de gente buscando comida y medicinas, lo que ya muchos califican como
crisis humanitaria, ocurre a la vista de la comunidad internacional, que en
otras ocasiones era benévola o se hacía la vista gorda con lo que ocurría en el
país.
Muchos de esos miembros de la
“comunidad internacional” aprovecharon por años la petrochequera venezolana que
“el gobierno chavista y revolucionario” dispensaba generosamente en el
exterior, en algunos casos “financiando” o regalando el petróleo; en otros
financiando la construcción de obras en el exterior, a expensas de lo que esas
obras se necesitaban en el país; en otros casos realizando “ventas o contratos
de obras” con sobreprecios y jugosas comisiones; y en otros casos propiciando
la instauración de regímenes similares en otros países, fondeando
organizaciones políticas, satélites o similares.
Pero ya el “rey está desnudo” y
si bien la solución a los problemas del país no vendrá del exterior, es
importante que allí se sepa y se reconozca lo que de verdad ocurre en Venezuela
con el oprobioso régimen que instaló en el país Hugo Chávez Frías y que hoy
continúa Nicolás Maduro.
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