Darío Mizrahi 11 de septiembre de 2018
Entre rumores de conspiraciones y
alzamientos, el Gobierno arrestó a decenas de mandos intermedios de la Fuerza
Armada y al mayor general retirado Miguel Rodríguez Torres, jefe de
inteligencia de Chávez durante una década. Las causas y los posibles efectos de
una crisis que puede ser letal para el régimen
Nicolás
Maduro asumió la presidencia en 2013 con una escasísima legitimidad. Lo
único que lo avalaba era haber sido elegido como sucesor por Hugo Chávez. Pero
su condición de civil en un gobierno encabezado por militares, su falta de
liderazgo y el ajustado triunfo en las elecciones presidenciales le dejaban un
mínimo margen de maniobra.
Consciente
de que en esas condiciones corría riesgo la gobernabilidad, sobre todo en el
contexto de una crisis económica cada vez más aguda, Maduro tomó la decisión
que le permite mantenerse en Miraflores cinco años después: entregarle
todo el poder a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB).
Los
sectores más sensibles de la administración, como la alimentación, la seguridad
y el petróleo, están hoy bajo el control directo de los militares. Uniformados
de distintas fuerzas pasaron a ocupar un tercio de los ministerios y casi la
mitad de las gobernaciones. Por la política de promociones indiscriminadas a
cambio de apoyo político, la FANB cuenta ya con cerca de 2.000
generales, más del doble que Estados Unidos.
Sin
embargo, la debacle política y económica que atraviesa el país está empezando a
conmover las bases de esa sólida alianza entre Maduro y la oficialidad. Tras
varias semanas de versiones que señalaban un malestar creciente en los
cuarteles, el Presidente ordenó el 28 de febrero expulsar a 24 miembros de la
FANB. La causa, "haber intentado por medios violentos cambiar la
forma republicana de la Nación".
Todos
ellos ya estaban detenidos o exiliados. La figura más importante es el general
Raúl Isaías Baduel, que fue ministro de Defensa de Chávez y que está preso
desde 2009, luego de haberse vuelto crítico del comandante por su intento de
eternizarse en el poder. Otro es el capitán Juan Caguaripano, capturado el año
pasado luego de liderar un alzamiento en el Fuerte Paramacay.
Pero
la cacería no se limitó a ex integrantes. El 2 de marzo fueron
apresados nueve militares activos, entre ellos seis tenientes coroneles que
estaban al frente de distintos batallones. El Gobierno los acusa de haber
formado un grupo insurrecto, el Movimiento de Transición a la Dignidad del
Pueblo.
"El
año pasado también enjuiciaron a varios generales, pero eran en su mayoría de
la Fuerza Área. En cambio, estos casos son más relevantes porque se dan
dentro del Ejército, que es el componente más importante de la FANB. Que se
registre este descontento al nivel de mando de tropa es un problema serio",
explicó la antropóloga Francine Jácome, investigadora del Instituto Venezolano
de Estudios Sociales y Políticos, consultada por Infobae.
La
primera gran purga de Maduro
El
arresto más resonante se produjo el 13 de marzo, cuando el Servicio Bolivariano
de Inteligencia (Sebin) se llevó a Miguel Rodríguez Torres. Compañero
de armas de Chávez desde el fallido golpe de 1992, fue su jefe de
inteligencia durante casi una década y ejerció como ministro de Interior de
Maduro hasta 2014. Es uno de los máximos referentes del chavismo crítico con la
administración madurista, y haber dirigido la Academia Militar le daba mucha
ascendencia sobre oficiales que hoy tienen soldados a su cargo.
Después
le tocó al mayor general retirado Alexis López Ramírez, ex comandante del
Ejército y ex secretario del Consejo de Defensa de la Nación. Su caso es
delicado, porque se lo llevaron de su casa el 15 de marzo y desde ese momento
se desconoce su paradero. Apenas 24 horas antes de su secuestro se
había solidarizado con Rodríguez Torres. "Todo pasará y Venezuela
recuperará el carácter republicano que nos legó Bolívar y la democracia que
tanto esfuerzo, sufrimiento y sangre nos costó consolidar", escribió en su
cuenta de Twitter.
El martes
se sumó a la lista el general de división Víctor Antonio Cruz Weffer, ex
comandante del Ejército. Tras haber sido muy cercano a Chávez, cayó en
desgracia en 2007, cuando se peleó con el líder y lo acusaron de corrupción en
el marco del Plan Bolívar 2000, en el que se vendía comida a precios
subsidiados. Sin embargo, permanecía en libertad hasta esta semana.
"Las
detenciones son unas de las últimas cartas que el Gobierno emplea para emitir
una señal de dureza, de no permitir la disidencia y las críticas. Por ello
arrestó a cuadros altos muy cercanos a la revolución y a Chávez en sus
orígenes, como Rodríguez Torres y otros más que representan un sector crítico o
revisionista del chavismo, que se aparta y cuestiona cómo se ha manejado al
país", dijo a Infobae José Antonio Rivas Leone,
politólogo y especialista en Fuerzas Armadas, profesor del Centro de
Investigaciones de Política Comparada en la Universidad de Los Andes Mérida.
Esta
es la mayor purga de la que se tenga registro en los últimos 15 años. Si
había alguna forma de golpe de Estado en ciernes, el régimen parece haber
contenido la crisis a tiempo, al menos por ahora. Pero la grieta que se abrió
en el bloque de poder que lo sostiene despierta mucha incertidumbre sobre su
futuro.
Una
crisis sin precedentes
"Desde
que Maduro llegó al poder, cada año se informa de algún tipo de conspiración.
Pero habría que separar a todas las anteriores de esta. Los grupos que habían
surgido previamente estaban compuestos por oficiales jóvenes descontentos con el
proyecto político del gobierno, porque lo veían capturado por cúpulas
corruptas. Tenían un discurso muy antipartidos y antipolítca, como el capitán
Caguaripano. Esta de 2018 es la conspiración más importante que le ha
tocado enfrentar a Maduro porque tiene más estructura y logró penetrar
a unidades con mandos de grados mayores", sostuvo Ricardo Sucre Heredia,
profesor de la Escuela de Estudios Políticos y Administrativos de la
Universidad Central de Venezuela, en diálogo con Infobae.
Hay
dos grandes diferencias entre lo que está ocurriendo ahora y cualquier
antecedente reciente. La primera es que ya no se trata de estallidos aislados,
sino de un descontento que luce bastante generalizado, con voces que se alzan
al mismo tiempo en distintos sectores militares. La segunda es la jerarquía de
los rebeldes. Algunos eran compañeros de armas de Chávez. Otros son cuadros
intermedios, pero con liderazgo sobre batallones enteros.
"Por
primera vez desde 2002 la crisis política tiene una manifestación real en el
sector militar. Han estado operando sobre la FANB para tratar de
contenerla de diversos modos, con detenciones, con sanciones ejemplarizantes,
aplicando un cortafuegos que les permita mantener a la fuerza sumisa a su
gobierno. Queda por verse si a lo largo de 2018 esta situación no tiene
coletazos que puedan ser mortales para Maduro y podrían implicar su salida del
gobierno", dijo a Infobae Rocío San Miguel, presidente de
la asociación civil Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza
Armada Nacional.
Quien
puso en palabras muy claras lo que piensa buena parte de los descontentos fue
el mayor general retirado Clíver Alcalá, ex comandante de la Red de Defensa
Integral en la región Guayana y hombre de confianza de Chávez. "En estas
circunstancias, donde los militares consideran el liderazgo civil incapaz de
hacer frente a las arbitrariedades del gobierno, aumenta la motivación
para ellos mismos imponer la razón y alzar la voz ante la desviación de las
funciones gubernamentales", afirmó en un comunicado que hizo circular
esta semana desde el lugar en el que se mantiene oculto para evitar
represalias.
"El
Gobierno sabe muy bien que en los cuarteles hay ruido de sables —dijo Rivas
Leone—. Hay descontento, hay críticas y malestar por la crisis
económica, política y social. Esto se expande, se ramifica y multiplica en
todos los sectores de la sociedad venezolana y el estamento militar no es
ajeno. A pesar de tener ciertas prebendas y beneficios en los años de
revolución, no es menos cierto que los cuadros medios y bajos sienten los
efectos de la crisis como el resto de la sociedad".
Causas
y consecuencias posibles del malestar militar
"Hay
varias causas. En primer lugar, la situación del país, porque estamos hablando
de oficiales medios cuyas familias están, pese a los incrementos de
sueldo, sufriendo una crisis de desabastecimiento y una hiperinflación. No
viven en una burbujita. El estado en el que está la tropa es sumamente grave.
Todos vieron en las redes el video que muestra a soldados buscando comida en la
basura. Hay denuncias internas de que no hay suficiente comida en los
cuarteles. Esto está llevando a deserciones y a muchos pedidos de baja",
señaló Jácome.
No se
desconocía que los estamentos más bajos de la FANB la están pasando tan mal
como el resto de la sociedad. La novedad es que el deterioro llegó a los mandos
superiores, que fueron los más beneficiados por los recursos y facultades que
les cedió Maduro.
"Los
militares ya no tienen un esquema de bonanza como el de años precedentes —dijo
San Miguel—. Los incentivos para mantener la lealtad ya no son generosos y no
llegan a todos. Por otra parte, no dudo que las sanciones internacionales están
teniendo un importante efecto, porque el 40% de los castigados son militares.
Además, están viendo cómo la comunidad internacional puede perseguirlos y
juzgarlos".
La
fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, anunció en febrero que
abriría un "examen preliminar" sobre la situación en Venezuela para
evaluar "presuntos crímenes que pudieran ser competencia" del
tribunal. La investigación apunta a las violaciones a los derechos humanos
cometidas durante la represión de las protestas de 2017. Lógicamente, esto
preocupa a los jefes militares.
Lo
interesante de todo este proceso es que, a dos meses de las elecciones
presidenciales, el Gobierno afronta un desafío político que no proviene
de la oposición. Al haber sido excluidos de los comicios, que carecen de
garantías mínimas de transparencia, los partidos políticos no oficialistas
quedaron relegados a un segundo plano. Eso dejó el camino libre para que el
descontento se exprese por otros canales.
"No
veo a la oposición política venezolana jugando un rol determinante en el
escenario de 2018. Creo que las grandes definiciones van a ocurrir
entre el chavismo y el madurismo", apuntó San Miguel. Esto significa que
la continuidad de Maduro en el poder podría peligrar, pero no porque pueda
perder las elecciones.
"Entre
los posibles escenarios incluimos por primera vez en mucho tiempo la variable
golpe de Estado —continuó San Miguel—. Por ahora con baja probabilidad
de ocurrencia, pero va en aumento. No necesariamente tiene que ser algo
violento, pero podría darse un reacomodo autoritario".
Sucre
Heredia coincidió en que el intento de derrocar al gobierno está latente en un
sector del chavismo. Pero descree de su viabilidad. "No le veo mucha
posibilidad de éxito. No es fácil dar un pronóstico porque los
militares son leales hasta que dejan de serlo, así que se sabrá cuando ocurra.
Pero si el Gobierno pudo desactivar este movimiento deteniendo a figuras
importantes cuando el alzamiento ni siquiera se produjo, es porque su capacidad
no es demasiado alta", concluyó.
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