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lunes, 27 de enero de 2020

Trabajemos por una victoria por @garciasim



Por Simón García


Es innecesario insistir en lo que todos percibimos: el clima emocional del país y de la oposición es distinto al renacer de esperanzas que se vivió en enero de 2019.

Maquillar los motivos de ese desplome anímico es negarse a oír lo que la realidad nos grita. Vivir es una proeza que desplaza la preocupación por la política y que exige a la mayoría que ocupe más tiempo en asegurar su sobrevivir. Es inocultable que el desafío, que le movió el piso al gobierno, formulado por Guaidó hace un año, ha perdido impulso y tiende a convertirse en una actitud sostenida por una minoría de políticos, descalificándose y destruyéndose entre sí, divorciados de la dinámica real de la sociedad.

El fanatismo ciega a los que quieren perder. La sustitución de la realidad por nuestros deseos nos hace ver todo al revés: proclamamos que Maduro está débil, pero él despacha en Miraflores, mientras impide a fuerza de represión que la Asamblea Nacional sesione en el Palacio Federal. Resistió la acometida de las sanciones internacionales y se sostuvo frente a intentos internos para derrocarlo.

La oposición no puso ningún empeño y más bien algunos de sus dirigentes parecieron estimular el desinterés para evitar que el régimen impusiera el poder dual en el único espacio institucional dirigido por demócratas. Disminuye la identificación con los partidos que se reducen a un juego de sombras por tener poder sin justificación social ni verdadero programa político alternativo. Frente a los déficits de la oposición, surgen las preguntas.  ¿Quién perdió con que ahora el país tenga dos Asambleas legislativas y que la legítima mayoría parlamentaria encabezada por Guaidó sea puesta en duda y en disputa?

Es un error invertir el problema: no se trata de cambiar a la dirección de la oposición sino de que la oposición cambie el rumbo de su dirección... Si existe consenso sobre el fracaso de la estrategia en el 2019, ¿por qué se insiste en ratificarla de hecho en el 2020? Cambiar la estrategia no puede reducirse sólo a modificar el orden del mantra.


No avanzaremos hacia el restablecimiento de los derechos dependiendo exclusivamente de sanciones y amenazas en manos de la comunidad internacional y aceptando pasivamente que la crisis de gobernabilidad de nuestro país sea en adelante una pieza en el tablero geopolítico mundial. Esta alteración de la condición dominantemente nacional de la lucha por el cambio trae como dura consecuencia una pérdida de decisión sobre nuestro propio destino.

El tema no es cambiar a Guaidó sino lograr que el dirigente con más apoyo interno e internacional sea quien efectivamente encabece una estrategia supere tanto la visión extremista de la lucha como la equivocada pretensión de que la unidad es compatible con la hegemonía y la exclusión sobre otros sectores opositores.

Trabajar por victorias es hacer lucha social con la gente y una política útil para contrarrestar las calamidades sociales. Lograr una victoria exige convencer al país de la importancia de ganarle al régimen unas elecciones y convertir ese triunfo en el acto político que obligue al régimen a aceptar la apertura de una transición pacífica y conducida por las fuerzas que hoy están en conflicto.

26-01-20




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