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martes, 10 de marzo de 2020

En defensa de la sociedad civil por @efectococuyo



Por Efecto Cocuyo


Es muy lamentable descubrir el perfil de los miembros seleccionados para el comité de postulaciones electorales en representación de la sociedad civil, especialmente porque la comisión constituía una buena oportunidad para construir un consenso social amplio, más allá de los partidos políticos, que hubiese podido renovar parte de la legitimidad perdida de la institucionalidad venezolana.

Hay quienes ven en la estructura del comité de postulaciones electorales, al igual que el de postulaciones judiciales y otros similares, que hoy atraviesan transversalmente buena parte de la normativa venezolana para seleccionar a las autoridades de algunas de las instituciones públicas, como un simple capricho impuesto por la desastrosa era de la antipolítica que marcó la última década del siglo pasado y el inicio del maniatado XXI venezolano.

Al hacerlo, critican la sociedad civil de la misma manera que aquellos extremistas criticaron (y muchos aún critican) a los partidos políticos. Para aquellos, la sociedad civil es un simple apéndice o extensión sectorial de los partidos, para los otros los partidos son simple facciones de una élite para repartirse el poder y mantener oprimido al pueblo.

La sociedad civil venezolana existe como un espacio autónomo, independiente y plural. Y eso es una extraordinaria noticia en un país polarizado y polarizante, sin medias tintas y sin grises.

Organizaciones relacionadas con derechos políticos, laborales, ambientales, educativos, libertad de expresión y en general todo el espectro de Derechos Humanos, han mostrado credenciales más que suficientes que las acreditan como voces calificadas e imparciales, que no han dudado en señalar faltas y delitos cometidos tanto por el gobierno, así como también por la oposición. Por cierto, faltas y delitos que pueden ser comparables.


El objetivo de la participación de la sociedad civil en estas comisiones es apoyar la construcción de consensos políticos y sociales. Y aunque los partidos desempeñan un rol protagonista en esta tarea, alcanzarlos solo es posible cuando hay transparencia, cuando las normas se cumplen, cuando existen garantías y muy especialmente cuando representantes de los diversos sectores de la sociedad política y social pueden participar activamente en su construcción, o en este caso, en la selección de las autoridades de la institución que está llamada a ser el árbitro en la resolución de un profundo y largo conflicto que ha dividido durante 20 años al país.

En Venezuela existen partidos políticos con organización, estructura, militancia y liderazgo. Menos que los que han participado en elecciones a lo largo de los últimos años, pero existen. También existen unos cuantos partidos políticos de maletín, diseñados, creados y comprados para entorpecer la política.

Igualmente existe en Venezuela una pseudo sociedad civil o QUANGO’s (Organizaciones cuasi no gubernamentales (por sus siglas en inglés), cooptadas o construidas desde el poder político para manipular a la opinión pública, confundir a los ciudadanos y especialmente para desacreditar a las organizaciones sociales autónomas.

Pero también existe una gran cantidad de organizaciones de la sociedad comprometida con la promoción de valores y principios, en defender a los ciudadanos tanto del Estado como de los sectores más poderosos de la sociedad económica y política. Organizaciones que en algunas ocasiones construyen alianzas con los mismos partidos, con la sociedad y (en otros tiempos) con el mismo Estado, mientras que en otras están en conflicto con alguno o todos ellos.

Durante un tiempo en Venezuela la sociedad civil representó las esperanzas de un proceso de renovación de la democracia. Bajo una imagen positiva expandió su rango de acción hasta asumir roles que no les correspondían y para los que tampoco estaban preparadas, llegando incluso a desplazar, al menos momentáneamente, a los partidos políticos. El ejercicio sirvió solo para conocer sus limitaciones y reconocer su lugar, así como la importancia de los partidos.

La sociedad civil también está sometida a las mismas penurias que la sociedad política, la sociedad económica y la sociedad venezolana en general. Comparten todos los mismos males. Falta de recursos y un contexto adverso, así como una cultura que impide la colaboración y el trabajo colectivo. Sufre también del extremo personalismo y deseos de protagonismo que caracterizan a nuestra cultura incapaz de construir instituciones independientes de las individualidades. Pero peor aún, en muchos casos, la sociedad civil venezolana se ve incapacitada para extenderse a través de las clases sociales y a lo largo del territorio nacional, encerrándose en algunos guetos de la capital. No obstante, existe una cantidad creciente de extraordinarias excepciones, con raíces cada vez más fuertes y profundas

La sociedad civil existe y no es capricho o excentricidad, y su participación en la construcción de consensos es una condición necesaria para el retorno de la democracia.

09-03-20




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