Por Hugo Prieto
En 2015, tras la clamorosa
victoria de la oposición en las elecciones parlamentarias, el chavismo activó
el Plan B (cuyo enunciado número uno se consigna en las líneas que siguen).
Para entonces, un grupo de académicos, entre los cuales se encuentra Luis
Salamanca, le practicaron una autopsia forense a El Sistema Electoral
Venezolano. Precisamente, la frase sirvió como título a un libro que se publicó
ese año.
El ensayo que le
correspondió escribir a Luis Salamanca, politólogo, abogado, doctor en Ciencias
Políticas, exrector del CNE (2006-2009), exdirector del Instituto de Estudios
Políticos de la UCV, se titula Ventajismo y Autonomía del Elector en las
Elecciones Venezolanas del Siglo XXI. Para ese año, el sistema político rozaba
la frontera que separa el autoritarismo de una dictadura. ¿Qué se puede decir
de lo que ocurrió en estos años? Algo de eso está plasmado en esta entrevista.
De ese ensayo he rescatado, por razones obvias, una expresión del propio autor:
«el roído hilo electoral». Y no ha sido casual.
Nunca como antes el régimen
chavista ha dependido tanto del ventajismo y del control institucional.
¿Realmente podemos esperar, en caso de que se nombre un nuevo CNE, que se
organicen unas elecciones libres, justas y transparentes?
Cuando hablamos sobre la
necesidad de tener un proceso electoral democrático, ahí se están expresando
dos cosas. Una. La sociedad venezolana que tiene, en su memoria colectiva, a la
democracia como el método para resolver los conflictos, elegir a los
gobernantes y organizar las instituciones. Ciertamente, en Venezuela no hay
condiciones democráticas, pero la gente guarda un recuerdo vivo de lo que es
ella, al menos en términos electorales. Entonces, ¿qué tenemos? Una sociedad
que sigue siendo democrática frente a un régimen que no lo es. Dos. Por otra
parte, ese debate refleja que el sistema político venezolano ya no está
organizando elecciones democráticas. Se nos olvida, y no debería ser así, que
desde hace 21 años estamos inmersos en un proceso de destrucción de la
democracia. Maduro ha ilegalizado a los principales partidos políticos y ha
creado, a partir del 20 de mayo de 2018, una oposición que no lo desafía, que
no le genera ningún peligro.
Si algo tenemos los
venezolanos es mala memoria Y hemos dado fe de ello en infinidad de ocasiones.
Maduro ha inventado las mil
y una no sólo para tener ventajismo institucional frente a sus adversarios,
sino para torcer el sentido democrático del voto. Se nos olvida que nosotros
estamos viviendo un proceso histórico político en el cual se ha ido devastando
a la democracia, gradualmente, evolutivamente, institución por institución; se
han liquidado, uno tras otros, los espacios democráticos. De tal forma que hoy
en Venezuela la oposición existe de facto. Y voy a los hechos. Esta ilegalizada
la Mesa de la Unidad, así como Voluntad Popular, Primero Justicia y Acción
Democrática. Si hoy hubiera elecciones, la oposición no tendría tarjeta para ir
a ellas. Esto es producto de un proceso gradual de demolición y en este momento
nos encontramos en una zona absolutamente no democrática. Ya no se puede hablar
de que la democracia está en riesgo. No, hace rato pasamos esa etapa. De la
democracia queda muy poco y ese poco Maduro lo puede manejar, pero llegado el
momento, las circunstancias, también lo va a liquidar.
¿A qué se refiere?
¿Puede señalar algunos casos?
El hecho de que Guiadó, por
ejemplo, esté haciendo campaña en el país, no responde a que Maduro sea un
demócrata, sino a una represalia internacional. El hecho de que haya ciertos
programas en algunas emisoras o que algunos periodistas puedan hacer su trabajo,
es porque el régimen lo permite, pero llegado el caso, cierra esos espacios,
como ocurrió con Radio Caracas Radio —con Maduro— o con RCTV —con Chávez—.
Entonces, la dinámica política no es autoritaria sino dictatorial. Y lo es
porque tiene dos elementos que la definen: Uno, el origen no legítimo del poder
del gobernante, y dos, el ejercicio ilimitado, sin límites legales, de ese
poder.
¿No se rompió «el roído
hilo electoral» con la elección presidencial del 20 de mayo de 2018, una
elección a todas luces fraudulenta?
En mi opinión, la fecha en
la cual se puede oficializar la quiebra definitiva de la democracia en
Venezuela, lo que quedaba del «roído hilo electoral», es el 20 de
mayo de 2018. En la etapa de Chávez, al menos, la gente podía expresarse. Había
una autonomía del voto. Y también partidos políticos que participaban en nombre
del elector. Claro, el campo de juego estaba desnivelado. Digamos que había una
semicompetencia. Entonces, cualquier discusión sobre una posible elección en
Venezuela tiene que tomar en cuenta en qué fase del proyecto de chavismo nos
encontramos. Lo que hemos visto con Maduro es que para conseguir el objetivo de
mantenerse en el poder, lo ha hecho por vía de la manipulación de las
instituciones, digamos, que es el plan B, pero no hemos visto el plan C, que
podría ser mediante el uso de la fuerza… aunque paradójicamente sea la fuerza
lo que sostenga esto.
Luis Salamanca retratado por
Roberto Mata | RMTF
¿No se perdió también el 20
de mayo de 2018 la «autonomía del elector»?
Chávez intentó atrapar el
alma de los electores mediante el uso de mecanismos de control —Maduro los ha
profundizado con los CLAP, el Carnet de la Patria, entre otros— pero los
venezolanos han demostrado tal grado de autonomía, que le propinaron a Chávez
una derrota en 2007 (Reforma Constitucional) y también le dieron palo en las
parlamentarias de 2010 (en las que casi hubo un empate). Y en 2015, el elector
no sólo demostró que era autónomo sino que decidió, electoralmente, quitarle el
apoyo a los chavistas. Ese fue un mensaje que Maduro captó muy claramente y por
eso decidió lanzar el plan B. Me tomo el poder manipulando las
instituciones, sin todavía usar la fuerza directa. En esa etapa estamos
hoy. Hay algo, además, muy importante. Recuerda que el nivel de abstención de
ese día era algo nunca vivido en Venezuela. Y me atrevo a decir que la cifra
final que dio el CNE no se compadece con lo que pudimos ver a lo largo de todo
el país. El elector, ciertamente, también demostró su autonomía en esa elección.
Tengo mis dudas. ¿Realmente
cree que se puede hablar de autonomía del elector y de criterio
político?
El mensaje del 20 de mayo no
sólo fue para el chavismo sino también para la oposición. La abstención, en
términos absolutos fue de 14 millones de electores y lo que hemos visto es que
la oposición mayoritaria no pasa de siete millones. Entonces, estamos hablando
de siete millones de electores adicionales que… ¡Decidieron por su cuenta! Y
ahí también tenemos que ver la figura de Henri Falcón. El argumento es que sin
esa abstención, él hubiese ganado las elecciones. Pero resulta que la gente no
lo identificó a él como el catalizador del cambio. Ese es un criterio político,
a mi juicio. ¿Qué estaba esperando la gente? No a cualquier llanero solitario,
sino a un candidato unitario, a un candidato que agregara. No lo vio en Falcón
y decidió enviar un mensaje en tres vías: Al chavismo, al que le quitó su
apoyo. A la oposición mayoritaria, a la que respaldó, y también a la oposición
minoritaria, que intentó pescar en ese río revuelto, creyendo que sólo era
necesario tener un candidato para que la gente fuese a votar. Ese mensaje,
Falcón no lo ha querido entender, por eso sigue hablando como si estuviéramos
en 2018.
¿Si esa propuesta resultó
insuficiente qué haría falta para que los electores salieran a votar?
Si en 2018 hubiese habido
una candidatura unitaria, quizás no de toda pero sí de una amplísima gama de la
oposición, estoy seguro que ese candidato hubiera ganado.
Puede ser. Pero lo que vimos
claramente después de 2015 fue un franco proceso de manipulación para restarle
poder y eficacia a la Asamblea Nacional, además vimos otras cosas. ¿Cómo
definiría el modelo político actual de Venezuela? O más bien, hagamos la
pregunta más simple. ¿Esto es una dictadura?
Sí, pero no es una dictadura
típica, no es una dictadura clásica. Por algo me estás haciendo esa pregunta,
¿no? El asunto es que en Venezuela, a lo largo de 21 años, el régimen político
establecido por Chávez y Maduro ha ido talando la democracia, la ha ido
desmontando, demoliendo, pero manteniendo el voto como un instrumento de
legitimación. Lo hicieron para imponer una nueva Constitución y para relegitimar los
poderes. El sistema político metabolizó tanto una cosa como la otra, las
convirtió en energía y empezó a describir una dinámica autoritaria. De ahí en
adelante, Chávez bajó de nivel, pero continuó talando espacios democráticos,
entre otros, y de manera muy visible, el sector empresarial. Nada podía hacerse
sin la autorización del poder. El resultado fue el estallido de la crisis
económica.
Invariablemente la economía
es la que envía la primera señal de alarma, después viene la crisis social y la
crisis política. Es decir, la crisis sistémica de la que tanto se habla en
Venezuela. ¿Alguien pensó que íbamos a ser la excepción de la regla? No fue así
y la crisis se volvió en contra del chavismo.
Lo relevante aquí es que el
electorado mantuvo su autonomía, su criterio político. ¿Qué hace Maduro cuando
llega a Miraflores y sobre todo cuando el chavismo pierde las elecciones
parlamentarias de 2015? Pone en marcha el plan B, que en su capítulo uno
dice: Tienes el control institucional, utilízalo para mantenerte en el
poder. Usurparon el poder y lanzaron una Constituyente avalada por el CNE
y por el TSJ, con una convocatoria errada y un sistema electoral que no se
compadecía con lo que establece la ley. Otra violación de la Constitución. Y
además la convirtieron en un poder legislativo paralelo, con lo cual usurpaban
el poder legislativo legítimo. Es decir, destruían lo que quedaba de la
democracia representativa. Si tú no respetas la Asamblea Nacional, si tú
usurpas sus funciones como se hizo en 2016 y 2017, entonces lo que estás
haciendo es liquidando la democracia. Pero quedaba «el roído hilo electoral», entonces
Maduro introduce una competencia electoral… sin competidores, sin la oposición
mayoritaria, sin nadie que le pudiera ganar.
Luis Salamanca retratado por
Roberto Mata | RMTF
Pero hubo elecciones y ese
es el argumento del chavismo. Si la oposición no quiso ir… ¡Ah, ese es problema
suyo, caballero!
Se hizo una elección
presidencial, pero desde el punto de vista jurídico, esa elección no existió,
entre otras cosas, porque no se da de acuerdo a las condiciones exigidas por la
democracia. Tú usurpas el poder sin dar un golpe de Estado, pero estás apoyado
por los militares. Y además, estás ejerciendo el poder sin límites. Tú eres un
dictador. El sistema, como tal, ya está funcionando como una dictadura. Pero no
al estilo de Pinochet, que en uno o dos días cerró todo espacio político. No.
Aquí todavía quedan pequeños islotes, algunos espacios, por eso ves a María
Corina recorriendo el país. La atacan, pero no la terminan de sacar del juego.
Es una dictadura atípica, yo la he llamado evolutiva, porque llega,
precisamente, por evolución, a través de los años, pero en la medida en que
Maduro enfrente más oposición y sienta amenazado su poder, será una dictadura
clásica.
¿Usted cree que en estas
circunstancias, como parte del momento político, como dice, es posible nombrar
un CNE independiente?
No lo creo. Después de haber
visto lo que hemos visto es muy difícil que tú vayas a permitir un CNE
independiente. Eso no existe. Maduro no va a permitir unas elecciones
democráticas, olvídate de eso. ¿Elecciones libres? ¿Elecciones justas?
¿Elecciones limpias? ¿Elecciones competitivas? No. De hecho, si en este momento
hubiera elecciones, la oposición mayoritaria se enfrentaría a una enorme
dificultad: no tiene tarjeta, todos están ilegalizados. La única que queda es
la de UNT y de partidos más pequeños que están, y esto es bueno advertirlo, muy
reñidos con Guaidó, o se la pasan atacándolo permanentemente, como los de
Falcón, como los de Fermín, organizaciones que no tienen mayor representación
política en Venezuela. Además, votar no es elegir. Votar es depositar física o
electrónicamente el voto. Es un acto mecánico. Pero elegir es que tú decidas,
libérrimamente, quién quieres que gobierne y a quién quieres darle el poder.
Esa no existe. Maduro puede hacer votaciones, pero no elecciones. De hecho,
está montando todo el tinglado para ver si logra dar la imagen de que está
aceptando algunos señalamientos nacionales e internacionales como, por ejemplo,
cambiar el CNE.
El gatopardo, cambiarlo todo
para que nada cambie. De esa práctica, en los últimos 20 años, también hemos
visto lo que hemos visto.
El CNE es un aparato tomado
por el chavismo, en el que permiten que exista un rector opositor que no puede
hacer nada. Y que tampoco tiene el carácter personal para esforzarse y hacer
algo. No es Vicente Díaz, ¿verdad? Esa estructura no la va a modificar el
chavismo, porque si la cambia por ahí se le puede ir el poder. El chavismo no
va a permitir que la Mesa de la Unidad Democrática se legalice de nuevo, porque
sabe que ese fue el instrumento que usó la oposición para ganar en 2015. No le
puedes abrir esa brecha a un adversario que, en términos electorales, está más
fuerte que tú. No vas a abrir esa puerta para que se metan por ahí.
¿Qué podría hacer la
oposición? ¿Cuál sería su trabajo? ¿Cómo romper el dique y el cerco
institucional?
Si se da una elección
presidencial, la oposición puede ganar siempre y cuando exista un candidato
unitario, un candidato que aglutine. Estoy pensando en esos términos. La
autonomía del elector y la imperiosa necesidad que siente por el cambio, sin
duda marcarán la diferencia. Pero hace falta un instrumento adecuado de
presión. Es decir, un candidato unitario. Dado el caso, la oposición te gana
aún con este CNE y aún con estas condiciones. Con la elección parlamentaria, la
cosa sería más compleja porque habría que poner de acuerdo a mucha gente.
El problema es que la
elección presidencial no está en el mapa del chavismo. Ese sería el objetivo de
la oposición, conseguir unas elecciones generales, parlamentarias y
presidenciales. Yo no veo esa posibilidad en el horizonte.
Exactamente, Maduro no las va
a hacer. Pero recuerda que él tampoco juega solo. Si la oposición y la
comunidad internacional trazan una estrategia para presionar y la calle se
activa y, adicionalmente hay presión de distintos sectores en Venezuela, eso
puede cambiar el cuadro. Pero en este momento, ciertamente, no hay suficiente
presión para que Maduro se vea obligado a llamar a unas elecciones
presidenciales. A Maduro le están dando mucho tiempo. Todo esto está apuntando
para el revocatorio. Es decir, para el 2022, si no pasa nada antes. Sí, estoy
de acuerdo contigo. Maduro no va hacer esa elección, pero es deber de la
oposición mayoritaria no conformarse con una elección parlamentaria. Esa es la
posición de Falcón, para quien las elecciones presidenciales ya se hicieron. Es
una oposición complaciente que acepta todo lo que el gobierno establece, porque
el plan, creo yo, es que ellos crezcan para desplazar a la oposición
mayoritaria.
08-03-20
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico