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lunes, 31 de agosto de 2020

Rosisella Puglisi: “No hay un protocolo nutricional para los pacientes con covid-19” por @prodavinci



Por Hugo Prieto


De acuerdo con los resultados de la más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI 2020), la pobreza de ingresos afecta al 96 por ciento de los hogares venezolanos y el 97 por ciento presenta algún tipo de inseguridad alimentaria. Somos el país de Suramérica que tiene la desnutrición global peso/edad más elevada. 

Sin una alimentación balanceada y suficiente, nuestro sistema inmunológico comienza a fallar. Somos más proclives a infectarnos de virus, a presentar una sintomatología más severa y a recuperarnos más lentamente. ¿Qué ocurre en medio de la pandemia? Las líneas que siguen corresponden al balance que hace la nutricionista clínica Rosisella Puglisi*. Un adelanto: difícilmente vamos a poder disminuir la curva del virus que ha llegado a su pico por estas fechas. 

¿Cuál es la relación que hay entre los alimentos y el sistema inmunológico de los seres humanos?

Los alimentos nos otorgan a nosotros unos elementos que se denominan antioxidantes, minerales, vitaminas, que –combinados– forman la base de lo que es un sistema inmunológico funcional. Son los componentes que crean un «ejército», cuya misión es defendernos de los agentes patógenos –virus, bacterias, parásitos, hongos– y también de las células malignas que se puedan reproducir dentro del organismo. Si te diagnostican un tipo de cáncer, por ejemplo, es porque el sistema inmunológico tuvo una falla y permitió que esas células malignas, en lugar de eliminarlas, se siguieran reproduciendo. Y eso ocurre por varios factores, uno de ellos es la alimentación, que representa el 80 por ciento de la responsabilidad. De resto, están los factores ambientales, el estrés, el estilo de vida de la persona –tabaquismo, alcohol, drogas–. Pero la alimentación no es simplemente comer por comer, sino la calidad de lo que tú le estés otorgando al organismo. Mientras más variada es la alimentación, mejor. 


Si a la relación anterior, entre alimentación y sistema inmunológico, le agregamos un tercer componente, digamos, un virus o una bacteria, ¿qué resultado vamos a obtener?

Cuando la persona tiene una infección, causada por un virus, una bacteria o un hongo, el organismo, a través del sistema inmunológico, va a reconocer a ese agente externo que viene a producir un daño. Se activa la alarma para aumentar las células que van a combatir a ese agente externo (patógeno). Ahora, el estado nutricional es el que va a determinar cómo el organismo se va a defender o combatir esa infección. Si yo soy una persona malnutrida, desnutrida, estresada, y el agente patógeno no me va a matar, tengo mayor riesgo a pasar más tiempo enfermo, los síntomas van a ser más fuerte y, probablemente, voy a quedar con secuelas. Si la persona, en cambio, se infecta del mismo virus, pero tiene un adecuado estado nutricional, el virus va a durar menos tiempo en circulación porque el organismo va a tener el doble de capacidad para poderlo destruir en menos tiempo. Por ende, me complico menos y en pocos días me siento mejor y supero la enfermedad. Cuando son patógenos que pueden llevarme a la muerte, el estado nutricional determina dos cosas: o que yo esté hospitalizado en una sala de terapia intensiva o que pueda ser tratado en mi casa. Ésa es la diferencia.

Sabemos que el «ejército» de nuestro organismo desconoce al covid-19 y cuando ingresamos a una unidad de terapia intensiva es para ganar tiempo y darle oportunidad al organismo a que genere esa capacidad de reacción frente al virus. ¿Qué sería necesario para que podamos superar esa situación extrema?

Estamos ante un virus frente al cual la humanidad nunca había estado en contacto. Ningún ser humano tiene una memoria cercana a algo similar. Por lo tanto, el cuerpo va a reaccionar más violentamente. Y el sistema inmunológico hace doble esfuerzo para poder eliminar algo que, realmente, no reconoce. Entonces, hace daño porque no solamente está matando al virus, sino que empieza la famosa cascada de citocinas que no es más que una agresión a todo tu organismo. El problema del covid-19 es que desencadena una reacción que ataca a todas las células de tu cuerpo, entonces hay una inflamación en todas las venas y las arterias, una inflamación cardiaca, una inflamación en los riñones, también se producen micro coágulos que van obstruyendo las vías respiratorias y la persona muere, no por una neumonía típica –como se creyó inicialmente–, sino, justamente, porque esos micro coágulos, que muchas veces son imperceptibles, se van formando cada segundo. Entonces, si la persona tiene un sistema inmunológico débil, pero además es parte del grupo de alto riesgo, puede fallecer; pero tampoco es conveniente que tenga un sistema inmunológico muy «batallante», porque mientras más batalle habrá más inflamación y más cascada de citocinas y eso es lo que te lleva a la muerte. Por eso el covid-19 no solamente les produce la muerte a las personas de la tercera edad, a los enfermos renales, a los diabéticos, a los hipertensos, sino que también pueden fallecer niños o personas con un rango de edad de 40 años. 

                                       Rosisella Puglisi retratada por Karina Aguirrezabal | RMTF

¿No es paradójico que un sistema inmunológico «batallante» nos lleve a correr riesgo de muerte?

Realmente no sabemos cómo va a reaccionar el organismo, entonces tenemos que tener un estado nutricional que te permita, más bien, tener un sistema inmunológico «a la defensa», agregando, además, los avances que se han descubierto recientemente. Se entendió, por ejemplo, que el uso de melatonina con vitamina D3 hace que el sistema inmunológico no «exagere» en esa cascada de citocinas y no te lleve a una terapia intensiva. Eso se llama inmunomoduladores (sustancias que tienen la capacidad de aumentar o disminuir la respuesta inmune), vitaminas que vas combinando para que tu sistema inmunológico reaccione como debería. Y no que mate al virus, pero al mismo tiempo mate a la persona, porque produce la inflamación simultánea de los órganos vitales y te lleva a lo que conocemos como una falla multiorgánica. Hay que hacer todo lo posible para no llegar a ese extremo, porque regresar de allí es muy difícil. Algo similar ocurre con las enfermedades autoinmunes, el caos se apodera de tu cuerpo y el sistema inmunológico empieza a atacarte a ti mismo, a tus órganos. Esas enfermedades autoinmunes son tremendas y difíciles de tratar. Lo que pasa con el covid-19 es que es algo agudo, es algo que pasa en pocas semanas. Pero se han hecho descubrimientos que hacen que la letalidad sea menor por esta causa.    

En medio de una emergencia humanitaria compleja, con manifiestas evidencias de desnutrición y malnutrición de la población, ¿qué cosas harías –como nutricionista clínica– si tuviera que atender a un paciente infectado con el covid-19? 

Actualmente estoy trabajando en dos frentes. Uno, prevención. ¿Cuáles son los alimentos que las personas deberían priorizar para reforzar el sistema inmunológico? Dos, si la persona ya está infectada, pero no está hospitalizada ni en terapia intensiva, ahí hay que reforzar la parte de los inmunomoduladores. Estamos hablando, por ejemplo, de la vitamina C. Se necesita duplicar la dosis. La vitamina C es un antioxidante potente y reduce los niveles de estrés oxidativo dentro del organismo y nos ayuda con el covid-19. La vitamina C no sólo la conseguimos en limones y naranjas, sino también en la lechoza, en la guayaba, en el tomate, alimentos que podemos ir incluyendo en la dieta diaria. Yo siempre le digo a las personas: incluyan muchas frutas y vegetales, el que consigan a mejor precio. Otra cosa importantísima es el ajo, la cebolla y el ajoporro, alimentos (de la misma familia) que tienen poderes antivirales, antibacterianos y antiinflamatorios. Y, por tanto, nos ayudan a combatir, la infección. El aguacate, un alimento muy rico en omega 3 –que es un componente muy importante– también ayuda a combatir el covid-19.

Actualmente, esos alimentos no están en la dieta del venezolano. ¿Cuál es el riesgo que corren las personas que tienen una alimentación pobre en nutrientes?

Si la persona no va a tener ni las vitaminas ni los antioxidantes ni los minerales que son los inmunomoduladores del sistema inmunológico, obviamente es más vulnerable, más propensa a infectarse y a tener complicaciones. Pero nuestro problema no es solamente el covid-19. Recordemos que hay otras infecciones, incluida la hepatitis, aunque no se hable de ella. Obviamente, todos los esfuerzos y la cobertura mediática están centrados en el covid-19. Además de otros virus latentes –dengue, zika, chikungunya, malaria–, cuyas probabilidades de contagio varían de acuerdo a las condiciones ambientales que hay en las diferentes zonas del país.  

¿Cómo se está afrontando el tema nutricional en los centros de salud venezolanos?

Las personas que están hospitalizadas o confinadas dependen de los alimentos que les otorguen los hospitales, las clínicas o los centros de confinamiento, porque ningún familiar puede tener acceso ni contacto con ellas. Los alimentos no pueden ser llevados desde la casa. Recuerda que hay un protocolo y la persona infectada queda totalmente aislada, incluso aquéllas que son asintomáticas. Entonces, dependen de cada institución o de las autoridades. No todos tienen la figura del nutricionista para que determine cuál es la dieta que se le está suministrando a la persona. Esto también depende de los recursos. Pero no podría decir, con exactitud, cómo está trabajando cada hospital. Mi punto es que no hay un protocolo nutricional para estos pacientes. No existe.

                                       Rosisella Puglisi retratada por Karina Aguirrezabal | RMTF

¿Qué deberíamos hacer para atender el frente nutricional? ¿O qué medidas deberían tomarse?

Cada institución debe ofrecer, al menos, una proteína –carne vacuna o pollo–, su porción de frutas, su porción de vegetales y, obviamente, de carbohidratos, por lo menos a los pacientes con covid-19, que son los más vulnerables. ¿Qué ocurre? Si, anterior a la pandemia, el hospital sólo daba una sola comida o una arepa, el familiar –guiado por un nutricionista– podía traer los alimentos. Pero los pacientes del covid-19 dependen únicamente del personal sanitario. El familiar no te puede enviar nada. Entonces, para estos pacientes, se deberían incluir este tipo de alimentos. Además de suministrar tres comidas diarias para que la persona pueda superar la infección más rápidamente. Es algo sobre lo que deberíamos enfocarnos, porque mientras más rápido la persona supere la infección, hay más camas disponibles en los centros hospitalarios. Esto va en beneficio de la institución y de la población en general. 

En un país que está atravesando por una «emergencia humanitaria compleja», como es el caso de Venezuela, la posibilidad de que los familiares les puedan traer o hacerles llegar los alimentos a las personas contagiadas ¿debería ser considerada?

Se puede hacer, pero se necesita organización y logística, entre otras cosas, porque hay un gran volumen de personas que traería esa comida a horas determinadas. Tienes que tener un personal –distinto al personal sanitario– que la reciba. Esa comida no puede ser manipulada por personas asintomáticas. De lo contrario, puedes llevar a más reinfección. Tampoco puede haber circulación de gente ajena a los hospitales, porque es ahí donde hay una gran concentración del virus. Se puede hacer esto, insisto, pero todas las personas involucradas deben seguir un protocolo de seguridad y respetarlo. 

¿Pudiera mencionar algunos países donde esto fue posible?

En los países europeos más afectados por la pandemia, particularmente Italia y España, donde los hospitales tienen la capacidad de suministrar las tres comidas al día, con una dieta equilibrada. Pero eso ocurrió durante los picos más altos del virus, porque el volumen de infectados era impresionante. Y esto se activó cuando los pacientes fueron atendidos en áreas fuera de los hospitales, en estacionamientos, por ejemplo, donde se habilitaron hospitales tipo campaña, en los cuales no tenías una cocina. Obviamente, la comida venía de afuera. Pero había un personal, que no era el sanitario –Defensa Civil, Cruz Roja, bomberos– que se abocó a esa tarea. Esos alimentos, por lo general, eran donados por establecimientos de comida. Hay una gran complejidad. No es nada fácil. 

¿Por qué tenemos tantos médicos contagiados de covid-19, algunos de ellos, irónicamente, infectólogos? 

Tengo una hipótesis. Uno, no cuentan con equipos de bioseguridad –bragas, mascarillas médicas (no las de tela), guantes–. No tienes protección. Ésa es la primera causa de infección de los médicos. Dos, la carga viral. Mientras más concentración del virus hay en tu lugar de trabajo, eres más propenso a adquirirlo. Tres, uso inadecuado del equipo de bioseguridad. Si apoyo la mascarilla o los guantes en una superficie del hospital contaminada, listo. Ya tengo el virus. El uso del gel. El gel no mata el coronavirus. Habría que ver con qué están desinfectando. Ésos son los errores más comunes. Perder a compañeros o excompañeros de trabajo por condiciones inadecuadas o inexistentes es bastante duro. Muchos médicos, con recursos insuficientes, se compran sus equipos de bioseguridad. Pero no son inmunes al virus. Además se desenvuelven en lugares donde la probabilidad de infectarte es muy alta. Como en la antigüedad, cuando la gente que trabajaba con enfermos de lepra terminaba adquiriendo la enfermedad. Estás cara a cara con el agente patógeno.

Uno se queda perplejo sabiendo que desde marzo a la fecha muchos centros de salud, incluso los llamados hospitales centinelas, no tienen agua. 
En un hospital –particularmente en los quirófanos y en las unidades de cuidados intensivos– tienes que estar lavando y desinfectando todo el tiempo. De lo contrario, te contaminas. El protocolo de la OMS señala que cada hora se debe estar desinfectando el área y las superficies. Yo he visto cómo trasladan a los pacientes con covid-19 en México, que es un país latinoamericano. Tienen una cápsula de plástico que rodea la camilla para que el aire no se contamine. Otras personas van detrás para desinfectar los pasillos de los hospitales. Yo dudo que aquí se tengan todos esos cuidados y ésa podría ser una causa que explique por qué los médicos están falleciendo. 

¿Qué diría de la conducta de la población frente al virus?

Tenemos que concientizar a las personas. En la calle yo veo que la gente no está respetando las medidas de seguridad. Si todos hiciéramos nuestra parte, yo creo que la curva empezaría a descender. De verdad, tomar consciencia. Las personas no saben usar o usan mal el tapabocas. Se lo quitan para estornudar o toser, lo apoyan en superficies. Así no vamos a controlar la pandemia. Son tapabocas de tela y no los lavan. Debería haber una campaña de concientización permanente. Llevar el tapaboca con la nariz afuera, igual te vas a contagiar o contagias a otro. La ropa con la que saliste a la calle tienes que dejarla en la entrada de la casa cuando regresas. Se hacen cosas mecánicas como aplicar gel en los negocios. Pero eso no mata el coronavirus. Te vas a infectar tú y se va a infectar el negocio. No es que cometiste el error y te mueres tú. No. Nos morimos todos. 

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*Licenciada en Nutrición y Dietética (UCV). Maestría en Nutrición Clínica por la Universidad Sacro Goure di Gesu. Policlínico Agostino Gemelli (Roma).

30-08-20





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