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jueves, 24 de junio de 2021

¿Liberación de patentes para vacunas II?, por Miguel Méndez Rodulfo


Miguel Méndez Rodulfo 23 de junio de 2021

Las patentes son una invención muy importante pues ellas otorgan derechos de exclusividad a sus inventores, por un tiempo, con lo cual se estimula la innovación y la creatividad, de los seres humanos, pero también de las sociedades y las naciones. Este control único del derecho de uso, de un invento que mejora el estado actual de las cosas, limita temporalmente la oferta y sólo cede los derechos de uso a un tercero mediante la cancelación de un pago al creador. De lo anterior se trasluce que este muy clave instrumento de protección del ingenio, que ha acelerado el desarrollo tecnológico y humano, se contrapone a la libertad de mercado, favorece el monopolio, limita la propagación del conocimiento, dificulta nuevas invenciones, permite el uso o disfrute sólo de quienes puedan pagarlo, lo cual hace que haya una pérdida de bienestar social. De manera que no todo con respecto a las patentes es positivo, máxime en el caso de las vacunas. Una patente otorga 20 años de exclusividad sobre un producto o un procedimiento.


Pareciera llegado el momento para introducir cambios globales con relación al mecanismo de las patentes. Uno puede ser reducir a la mitad el período de protección, otro sería que los países desarrollados respeten los derechos de las patentes, en tanto que los pobres y menos desarrollados puedan usar el invento sin restricciones. También se podrían explorar otras posibilidades como que los gobiernos acuerden comprar la patente, a un valor social, para permitir que quien quiera use el invento, otra cosa es proponer que la protección se transforme en el otorgamiento de un premio sustancial al creador de una idea innovadora, útil y con valor comercial, lo que no involucraría exclusividad. Lo último que se hizo en materia de buscarle la vuelta al tema de las patentes, fue que durante la pandemia los gobiernos de países en los que operan farmacéuticas importantes, las cuales tuvieron la iniciativa de intentar producir una vacuna efectiva contra el Covid -19, diseñaron una estrategia de compra anticipada, en el que los gobiernos convinieron en financiar los ensayos en la etapa de investigación y desarrollo, a cambio de tener el privilegio de adquisición. Esta estrategia fue inicialmente promovida por la Alianza Global para Vacunas e Inmunización y por el Banco Mundial, como una manera de evitar altos precios que los países pobres no podrían pagar.

Sin embargo, estos acuerdos de compra anticipada, también se transformaron en convenios de compras únicas por parte de un país o de un pequeño grupo de ellos (ricos), lo que no logró el propósito de un acceso temprano y masivo de los países pobres a la vacuna, hecho crucial si queremos evitar que el virus mute dramáticamente y se haga inmune a las vacunas existentes, con lo cual se habrá perdido todo el esfuerzo que el mundo ha hecho al respecto. Ahora bien, estos convenios de financiamiento y compra anticipada, le ponen condiciones a las farmacéuticas, sobre todo en el precio de venta, lo cual preocupa más a las multinacionales que la propia suspensión temporal de las patentes.

No obstante hay que decir que cambiar el régimen de patentes, no ha sido fácil; en 2003 los 146 miembros de la OMC llegaron a un consenso para otorgar licencias por razones de emergencia sanitaria, de tal manera que países pobres y con graves problemas de salud pudieran usar libremente una patente; ésta se concedería sin necesidad de obtener permiso del propietario. Sin embargo, este acuerdo tuvo en la práctica muchas trabas para su implementación. Lo que está claro es que el asunto de las patentes es muy complejo, pero lo importante es que hay opciones sobre la mesa que los países, la ONU y la OMC, deben considerar y buscarle una viabilidad a las patentes en este tramo del siglo XXI.

Miguel Méndez Rodulfo

  

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