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martes, 29 de junio de 2021

Mucho más que un micrófono por @luisaconpaz

Por Luisa Pernalete

El 27 de junio se celebra el Día del Periodista en Venezuela. Es una buena oportunidad para que los ciudadanos reconozcamos el trabajo de esos profesionales que siempre escriben para nosotros y sean ellos noticia.

Los comunicadores sociales, comencemos por ahí, no son meros “narradores de noticias”. Les toca buscarlas, discernir, saber preguntar, se arriesgan por encontrar las noticias para nosotros. Cuando preguntan, nos hacen un servicio a nosotros, los ciudadanos que necesitamos estar informados.

En estos tiempos de pandemia, hay que subrayarlo, para esos comunicadores que hacen de reporteros, es un peligro para sus vidas estar en donde ocurren los sucesos. Sea una protesta, sea un crimen, sea una denuncia, tienen que ir donde ocurren los hechos, nada de sólo hacer mercado o comprar una medicina. La agenda del reportero se la hacen, no elige ir o no ir. Yo valoro esa disposición, y ese riesgo también.

Además del reportero que va a donde ocurren los hechos, donde la noticia, está también el que discierne para profundizar un tema que puede orientar a muchos lectores. El otro día, por ejemplo, me llamó una chica, una periodista, que estaba haciendo un trabajo sobre el suicidio en niños y adolescentes en Venezuela. El tema ya suponía dos cosas: estaba bien informada -Cecodap, por ejemplo, había alertado sobre el peligro del incremento de intentos de suicidios en NNA- y también supone sensibilidad. Por supuesto, para profundizar en un tema se requiere ser detective, rastrear pistas, perseverar porque no siempre conseguirán los datos con la primera puerta que toquen. Desde que se plantean el tema, hasta que logran hacer el trabajo, hay un camino que recorrer.

Están los que miran más allá: ¿y qué puede pasar si…? Ya sea para alertar, o para buscar soluciones, no se contentan con recoger lo que ya sucedió, piensan en posibles escenarios futuros.

¿Y qué me dicen de los que usan sus dos ojos? El que mira el drama, la tragedia, que bastantes hay en el país, y el que descubre lo que yo llamo “velitas en medio del apagón”. Esos testimonios de personas u organizaciones, que extienden su mano para ayudar a otros, esos héroes anónimos que brindan desde sonrisas hasta verdaderos “salvavidas” para otros. Detectar y socializar esas velitas contribuye a sembrar esperanza, muy necesario en una sociedad abrumada por los problemas, esos que vienen de la emergencia humanitaria compleja, aunados a los generados por la pandemia, más el deterioro generalizado de los servicios públicos. Esas “velitas en medio del apagón”, hechas visibles por periodistas, son de una gran ayuda.

Hay que recordar a los periodistas el poder que tienen para crear corrientes de opinión entre los ciudadanos, pueden inclinar a grupos a favor o en contra de una causa. También pueden alertar, infundir ánimo para acciones constructivas. La responsabilidad es muy grande, porque el poder es muy grande también.

Los periodistas también pueden dar mucha alegría cuando dan buenas noticias. Recuerdo cuando vivía en Guayana, y algún periódico local sacaba información positiva de comunidades populares: seguro que la nota se recortaba y se exhibía en la cartelera de las escuelas o de la iglesia de la comunidad, se elevaba el ánimo, subía la autoestima, servía de ejemplo positivo y contagio para otras comunidades con problemas similares.

En estos tiempos de pandemia, y de cierre de medios impresos, a los periodistas les ha tocado reinventarse. Yo admiro la capacidad de resiliencia: ¿que les bloquearon el portal? Le consiguen un camino alternativo; ¿que cerraron la edición impresa? Pues lo hacen digital. ¿Que se fue la luz en plena entrevista por zoom? Llaman por teléfono… siempre tienen una salida.

Podíamos seguir hablando de las grandes responsabilidades de los comunicadores sociales y del gran servicio que nos hacen, pero por lo pronto, valgan estas líneas como un agradecimiento a su trabajo y los deseos porque tengan la fortaleza de perseverar.

25-06-21

https://www.correodelcaroni.com/opinion/hagamos-las-paces/mucho-mas-que-un-microfono/

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