IBÉYISE PACHECO 15 de noviembre de 2024
El
propósito de la tiranía es doblarle el brazo a más de 70 por ciento del país
que quiere que Maduro se vaya. Los presos son el medio disuasivo
Los
delitos de la dictadura han dejado huellas, algunas indelebles como las de los
torturados en prisión etiquetados como terroristas sin derecho a la defensa. La
cifra registrada desde el 28 de julio según el Foro Penal es de 1.963
detenidos, 69 de ellos sin cumplir los 18 años, clasificados como adolescentes,
término en el que se ampara el fiscal Tarek William Saab para castigarlos como
adultos de alta peligrosidad.
Cualquier pena es leve para los responsables de este horror ejecutado, comenzando por Nicolás Maduro que en alocución oficial se arrogó de juez supremo un par de días después de conocer el triunfo de Edmundo González Urrutia. Por fortuna está registrado: “Tenemos dos mil presos capturados y de aquí van para Tocorón y Tocuyito. ¡Máximo castigo” ¡Justicia! Esta vez no va a haber perdón, ¡lo que va a haber es Tocorón!”.
Sus
subordinados han cumplido. La represión post28J ha sido implacable. Los
venezolanos han constatado que en Miraflores reside un monstruo temible que se
burla de los derechos humanos con impunidad, que está dispuesto a aplastar a
quien se rebele y a castigar a los responsables visibles de su humillante
derrota.
Lo
único eficiente que ha hecho Maduro ha sido convertir a Venezuela en un
infierno para quienes se atreven a luchar por la democracia y que sueñan con
recuperar la libertad.
No hay
espacio, ni adjetivos adecuados que expresen el sufrimiento de los venezolanos
de bien. También hay mucha impotencia. Haber cumplido con el ejercicio
ciudadano de votar, exigir que se respete la voluntad de elegir a González
Urrutia como el nuevo presidente, coloca a los venezolanos bajo la etiqueta del
peor delito.
Pero
algo ha sucedido en las últimas horas que ha llevado a Maduro a tratar de
mostrarse benevolente. ¿Piel de cordero para presentarse ante Trump?
¿Reacción a que Lula se ha lavado las manos de los delitos de su vecino? Lo
cierto es que Maduro, erigiéndose de nuevo ilegalmente en juez, ordena revisar
“y perdonar si hay que perdonar… porque fueron unos días muy locos”.
Son
días que no se deben olvidar. Cualquier pena de la legislación venezolana es
leve ante los delitos que Maduro y sus subordinados han cometido. Atrocidades
llevadas a cabo con perversidad comparable a lo ejecutado por los peores
criminales de la historia.
La
dictadura venezolana ha ido escalando en el daño infligido. Miles de familias
de nuestro país languidecen de angustia, impotencia y dolor temiendo el peor
destino para los suyos, rehenes de la tiranía. El caso de los presos políticos,
seleccionados en su mayoría para aleccionar a la dirigencia opositora y como
factor de persuasión para la población, han perturbado a los organismos
internacionales defensores de los derechos humanos. En sus registros está
documentado que a todos los detenidos se ha irrespetado el derecho a la
defensa; en los procesos se ha impuesto la defensa pública de utilería por lo
que todos están viciados de nulidad absoluta. Los lapsos tampoco se han
cumplido. Transcurridos casi tres meses y medio, muchos juicios no han
comenzado. Todo ocurre vía telemática.
Los
guardias de seguridad han conseguido ganancias de la maldad. Las tarifas por no
torturar oscilan entre 500 y dos mil dólares. Enviar mensajes, pasar algo de
comida o agua también tiene su precio.
Los
adolescentes son conminados a declararse culpables y a responsabilizar a María
Corina Machado y Edmundo González de haberles pagado 30 dólares para protestar.
Esta
situación tiene destrozadas a miles de familias. Hay niños discapacitados
presos. Una adolescente de 17 años intentó suicidarse. La imagen de madres de
rodillas rogando piedad a los custodios es acompañada por lejanos y potentes
gritos de menores aterrorizados. Se ha constatado que varios de ellos han sido
víctimas de violencia sexual. Ya perdieron el año escolar acusados por un
delito que no entienden.
Las
torturas para los adultos se potencian; son tratados como animales salvajes.
Incomunicados y enfermos apenas reciben algo de una comida que siempre está en
mal estado. Algunos han mordido una pastilla de jabón en la desesperación.
Ahora
Tarek William Saab ha anunciado la revisión de algunos casos; eso no lo
salvará. No tiene escapatoria, igual que su jefe; la justicia que ha
manipulado, la fabricación de detenciones ilícitas siendo Fiscal le tienen
reservada una sentencia en la Corte Penal Internacional.
El
propósito de la tiranía es doblarle el brazo a más de 70 por ciento del país
que quiere que Maduro se vaya. Los presos son el medio disuasivo; la tiranía
procura que ellos le agradezcan seguir con vida.
Nadie
debe creer al verdugo. Está probado que hace lo que sea para obtener aliento,
ganar tiempo y mantenerse en el poder. Su discurso benevolente no engaña. Sin
embargo, es útil porque prueba su miedo presente.
IBÉYISE
PACHECO
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