domingo, 21 de agosto de 2011
Hipersensibilidad petrolera
Por Manuel Bermúdez Romero, 16/08/2011
No hay discusión en que la administración chavecista de PDVSA ha sido catastrófica, mas tampoco cabe duda de que desde poco antes y sin que sea comparable un período con el otro, la empresa petrolera nacional presentó irregularidades que incluían una disimulada pero inédita politización ejecutada por Luis Giusti.
Se parte de esta necesaria premisa para enfatizar que el mundo petrolero venezolano tradicional debería proponerse ser menos arisco a una crítica íntegra sobre su funcionamiento en el periodo pre y post Chávez, e intentar abrirse sinceramente al escrutinio público que debe promoverse para recuperar la industria petrolera, contribuir a que el país la conozca mejor, y retornarla al servicio como motor del desarrollo nacional.
Prueba de la hipersensibilidad que se observa es que el solo anuncio de una obra de teatro -Petroleros suicidas- del autor Ibsen Martínez y sus declaraciones sobre la trama que recoge, han causado escozor cuando lo que recomienda el buen juicio es presenciar la obra para conocer su contenido y entonces emitir opiniones ajustadas porque se fundan en el conocimiento.
Es naturalmente comprensible que quienes fuimos y estamos severamente afectados por el descalabro de PDVSA nos sintamos heridos nomás por el título de la pieza de Martínez, pero buena demostración de la probidad y buen proceder que nos atribuimos quienes fuimos empleados de PDVSA -la original- y sus antiguas filiales, sería disponernos en este preciso momento a escuchar con atención toda crítica de donde provenga, más aún siendo que Martínez es un acucioso observador imparcial del comportamiento petrolero venezolano.
Haber sido atropellado por el sectarismo gerencial que vivió PDVSA poco antes del arribo del chavecismo o aplastado económica y socialmente por la politización brutal y destructiva que ha provocado el actual gobierno, a estas alturas no debería dar lugar a la ira ni a la decisión de continuar en cenáculo discutiendo nuestras convicciones, sino motivarnos a escuchar abiertamente lo que se opina en el entorno sobre el pasado y el presente petrolero, y a conocer cuál es el actual parecer de quienes eran ejecutivos y gerentes de esa industria cuando funcionaba con indiscutible eficiencia.
Una forma obvia de hacerlo es logrando que los más conspicuos petroleros conocedores del tema escriban sobre él e intervengan en las discusiones que deben venir para concebir un plan de rescate de PDVSA.
No basta discutir y llegar a conclusiones entre nosotros, es obligante saltar al debate público para que se expongan los puntos de vista de verdaderos especialistas y desmontar las mentiras que el Presidente Hugo Chávez y sus acólitos sembraron sobre la casa matriz y la política petrolera nacional anterior a su gobierno.
Desde hace tiempo ha debido estar sistemáticamente expuesto a la opinión nacional a través de la prensa impresa, de radio, TV, mediante recursos multimedia y en foros públicos, el parecer de voces autorizadas como las de Arnold Volkenborn, Roberto Mandini, Vicente Llatas, Ramón Cornieles, Luis Urdaneta Vásquez, Luis Pacheco, Héctor Riquezes, Arnaldo Salazar Raffalli, Alfredo Essis Bracho, Juan Szabo, Ernesto Marín, agregadas a voces nuevas como la de Rafael Gallegos, y también a las bien conocidas de Alberto Quirós Corradi, Humberto Calderón Berti, Gustavo Coronel, Horacio Medina, Ramón Espinasa y unos tres o cuatro más.
Sin que tengan que sentirse ofendidos o maltratados, la primera autocrítica que los petroleros de carrera comprobada deberían acoger de buen talante, es considerar que desinforma más el bajo perfil autoimpuesto que el punto de vista de políticos e intelectuales eclécticos, caso Ibsen Martínez, quienes si bien pueden estar equivocados, no es porque sean ignorantes o mal intencionados, sino porque los petroleros no terminan de abandonar el anonimato para instalarse en el protagonismo dando a conocer sus valiosas opiniones.
Si se quiere lograr que la industria petrolera sea traspasada a las mejores manos venezolanas posibles, lo que evidentemente debe hacerse es dar lugar a que “proactivamente” quienes fueron sus líderes salgan al ámbito público a tomar partido en un asunto tan vital.
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