Eddie A. Ramírez 07 de noviembre de 2018
Los
políticos, con algunas excepciones, nos engañaron. Basta comparar las promesas
con los resultados de los mandatos de Luis Herrera, Carlos Andrés, Lusinchi y
Caldera para comprobar que nos pusieron los cuernos. Fueron respetuosos de la
Constitución y obtuvieron logros importantes, pero no suficientes para
satisfacer las expectativas de la población y dieron pie a que surgiera un
populista. No se opusieron al sobreseimiento de Chávez. Cometieron mil torpezas
antes de lanzar a Salas Römer. Le sirvieron la mesa al teniente coronel.
Gradualmente
cedieron terreno a los rojos. Inicialmente los demócratas tenían mayoría en el
Congreso y los otros Poderes del Estado no estaban en manos de malandros. Sin
embargo, permitieron la convocatoria la la ilegal Asamblea Constituyente de
1999, aceptaron que se eligiera con un quino tramposo y que se disolviera el
Congreso. Dieron la puntilla al apoyar al golpista Arias Cárdenas.
Una
vez que nos pusieron los cuernos, se dedicaron a vilipendiar a la sociedad
civil tildándola de generadora de la antipolítica, satanizando lo realizado en
el 2002. La huelga de abril de ese año tuvo el efecto de obligar a Chávez a
renunciar a raíz de la masacre que propició el día 11. Como tuvo éxito, todos
aplaudieron. Cuando los militares lo regresaron a Miraflores, esos políticos le
atribuyeron toda la culpa a Pedro Carmona. No se percataron que, al no darle
apoyo al gobierno de facto, favorecieron el regreso del nefasto comandante.
Desde luego también hubo otros factores.
Cuando
un grupo de militares se pronunció cívicamente en Altamira los políticos los
visitaron y establecieron templetes. Como no tuvo éxito, esos mismos políticos
tildaron el hecho como una locura. La huelga de diciembre del 2002 contó con el
visto bueno de los políticos pero, como no logró el principal objetivo,
descalificaron a Carlos Ortega, a Carlos Fernandes, a los trabajadores
petroleros y en general a la sociedad civil. Todos los partidos apoyaron la
abstención en las parlamentarias del 2005, pero después la tildaron de
antipolítica. Curiosamente, años después volvieron a la estrategia de la
abstención.
Cuando
en el 2014 y 2017, María Corina, Leopoldo López y Antonio Ledezma llamaron a
protestar en las calles, muchos políticos criticaron esas gestas por los
asesinados, los encarcelados y torturados sin considerar el derecho a protestar
y que la brutalidad de la represión fue responsabilidad de la dictadura.
He
defendido a nuestros dirigentes, pero frecuentemente nos pusieron los cuernos y
encima quieren apalearnos con descalificaciones.
Lo más
grave es que articulistas sensatos, académicos, gremios profesionales y
ciudadanos en general han instado a los líderes de los partidos a que presenten
un plan, que seleccionen el vocero principal, que no se descalifiquen, que no
digan un día que hay que votar y al siguiente que es necesario abstenerse, que
no tengan temor en apoyar las sanciones en contra del régimen, que entiendan
que están llamados a ser parte de la solución, pero son percibidos como parte
del problema.
Ojalá
se reivindiquen porque son necesarios y queremos seguir apoyándolos.
Como
afirman los psicólogos Robert Baron y Donn Bryne, para que alguien decida
ayudar a otros que están en dificultades se requiere percatarse de la
emergencia; no eludir la responsabilidad de ayudar pensando que le corresponde
a otros; conocer lo que es necesario realizar y tomar la decisión de ayudar. En
este punto, “puede influir el miedo a las consecuencias de la ayuda”. Creemos
que han demostrado que no tienen miedo: ¿Será por pensar que el régimen se cae
solo o que alguien del exterior nos hará la tarea? No pensamos que sean tan
ingenuos.
¿Será
que cada uno percibe su debilidad y prefiere que la situación siga como está?
Al
respecto recuerdo lo que me narró Luis Pérez-Segnini, quien estuvo un tiempo en
nuestra embajada en el Líbano durante la guerra civil: “no se lograba la paz a
pesar de que todos habían perdido algo, pero temían que con el cese de la
guerra podrían perder aún más”. Que cada quien identifique la causa, pero lo
cierto es que todos estamos cansados de ser cornudos y encima apaleados, y no
es un cuento como el de Boccaccio.
Como
(había) en botica: ¿Hasta cuando nuestra Fuerza Armada va a
permitir que el apoyo y tolerancia del régimen a la guerrilla colombiana
ocasione bajas en nuestros soldados? Mientras los medios aseguran fue el ELN,
el alcahueta Padrino lo achaca a paramilitares. Solidaridad con Andrés
Velásquez y Américo De Grazia.Teodoro Petkoff fue intelectualmente honesto.
Reconoció sus errores. Valiente, no por haber tomado las armas sino por enfrentar
al monstruo que fue la Unión Soviética y el comunismo. Durante la huelga
desencadenada por los petroleros en abril 2002, escribió: “Por primera vez en
la historia del país se produce una movilización laboral en la que no solo no
media ninguna reivindicación material, sino que se arriesgan estos en nombre de
algo tan abstracto como los principios y valores. Esto, sin embargo es lo que
les da una tremenda fuerza moral”. Descanse en paz. Igualmente lamentamos el
fallecimiento del ingeniero agrónomo Pedro L. Uriola y de nuestro compañero el
ingeniero Domingo Orta ¡No más prisioneros políticos,ni exiliados!
Eddie
A. Ramírez
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