Thays Peñalver 07 de noviembre de 2018
Nadie en América Latina puede justificar
una acción militar, porque es abrir las puertas de un futuro incierto para los
demás países
La “Intervención
Humanitaria”, es en las redes sociales, la segunda gran solución para
Venezuela de acuerdo a los polemistas. Pero antes de hablar del régimen
desenvainando el machete al estilo Noriega, creyéndose
vietnamitas o emulando el pavoso grito de la “planta insolente” del extranjero,
es necesario explicar lo que hasta ahora no han entendido y es que Venezuela
está ya intervenida humanitariamente, por todo el planeta, incluidos
los chinos.
Pero
hay algo más necesario aún y es entender que la diplomacia abierta de
micrófonos difiere por completo de la directa pero sobre todo
antagoniza con la secreta, porque buena parte de la oposición aplaude cuando dicen
que van a presionar duramente al régimen desde el exterior y usualmente llora
desconsoladamente cuando esos mismos se contradicen más tarde. Así que
recomiendo que aprendamos y entendamos la diplomacia a través de las palabras
del expresidente Carlos Andrés Pérez al vicepresidente estadounidense Dan
Quayle, durante la Invasión de Panamá: “Nunca, jamás! Nadie justificará la
invasión y si alguien les dice lo contrario, les está engañando”. Quería decir
Pérez, entre muchas otras cosas, que nadie en América Latina puede justificar
una acción militar, porque es abrir las puertas de un futuro incierto para los
demás países, es decir que si alguno autoriza públicamente una invasión, nada
impedirá posteriormente ser invadidos o como dirían en Venezuela “Cuchillo
pa´su propio pescuezo”.
Ahora
bien amigos lectores, analicemos con frialdad lo que nos muestra la otra
realidad. Todos los presidentes importantes de esta parte del continente sabían
que la invasión se daría y en un encuentro secreto con Carlos Andrés, les dijo
estas sabias palabras: “Si no nos preocupamos por la situación panameña y
logramos como latinoamericanos que Noriega deje el poder, los Estados Unidos
invadirán Panamá antes de fin de año” y además recalcó que: “esa cómoda
posición de la "no intervención" en los casos como el que nos ocupa,
conduce inexorablemente a la intervención de otros, por intereses distintos”.
En
fin, todos los países se quejaron, protestaron airadamente y hasta gritaron
amenazantes que sacaran las tropas de inmediato. ¿La verdad? todos sabían de la
invasión y no pocos secretamente la apoyaron, pues el propio Manuel
Antonio Noriega culpó posteriormente a varios de ellos de haber
propiciado la invasión. De la misma manera hoy se conoce por ejemplo que en
aquel momento el jefe del Comando Sur (Woerner) hablaba públicamente de su
renuencia a la vía militar, mientras en secreto se daban todos los preparativos
y los equipos se estaban movilizando. Por eso hoy nadie sabe que está
sucediendo realmente en los niveles diplomáticos, porque los movimientos
internacionales son tan complejos que no nos permiten ver quien apoya que,
secretamente. Pero lo que se ve, es como para estar preocupados, porque nos
indica claramente que el problema llamado Venezuela, ha trascendido los egos de
todos en éste país.
De
allí amigos el peligro de toda esta situación. Porque por más alejada que esté
la posible intervención “humanitaria” - y a mi no me gustan los eufemismos
porque prefiero llamar a las cosas por su nombre- no hay ni guerras buenas, ni
bombas “inteligentes”. O hablamos y nos entendemos o abrimos de manera suicida
la caja de Pandora. La oposición está obligada a maniobrar y a
utilizar todos los mecanismos y el régimen por su parte debe entender que a
estas alturas ya no pueden seguir jugando al suicida-homicida, en sus
constantes declaraciones a la comunidad internacional. ¿por qué? Porque ya no
tienen con que.
Hoy la
intervención parece lejana o quizás hasta inviable. Pero si la situación de
Venezuela no se detiene, las condiciones serán optimas. Si la crisis no se
detiene, ésta junto a la bomba migratoria en nuestros países del continente
justificará cualquier locura, si el gobierno no detiene la represión, el
planeta entero dejará de hablar y hasta los chinos y rusos darán su aprobación.
¿Cómo
podemos aprovechar la situación para buscar la transición hacia la democracia
para Venezuela? ¿Es posible negociar nuestro porvenir, para evitar un
noriegazo?. ¿Es posible una intervención humanitaria? Las respuestas son tan
complicadas como lo ocurrido en Panamá.
Por
ahora lo que sabemos es que Trump, ordenó a sus militares la preparación así
como pronunció esas palabras como lo hiciera Reagan, y posteriormente su
vicepresidente se ha reunido con todos en la región planteándoles el plan de
acción como lo hizo Quayle en 1989. Por ahora hemos visto que frente a
semejante consulta todos los presidentes de América Latina, dijeron lo mismo
que en el pasado. Lo que no sabemos, es lo que dijeron en secreto.
Por
otra parte, hasta ahora hemos visto que Donald no es Ronald, es
decir que si algo ha demostrado es que sigue siendo el mismo Trump de sus
compañías, sus libros y de su programa de televisión, una mezcla de showman, de
hombre espectáculo con negociador duro y así entiende la política o mejor aún,
así se describe el “trumpismo”. Donald Trump negocia la política como negociaba
sus edificios, de forma ruda, directa y sin contemplaciones.
De
allí que Trump escalara el conflicto con los chinos que terminó en una “guerra
comercial sin precedentes” pero los chinos se han sentado a negociar, ya Trump
preparó el borrador de lo que quiere, la cosa “marcha bonito” y los chinos
están rompiendo records de exportaciones a los Estados Unidos, mismo record por
cierto que tendrán este año los mexicanos. Trump escaló la disputa comercial
con la Unión Europea a limites nunca antes vistos y se salió con la suya
negociando, hizo lo mismo escalando el conflicto con Norcorea “alarmando al
mundo con un conflicto atómico (..) morirán diez millones de personas en Seúl”,
para sentarse a negociar después para alcanzar un acuerdo con su nuevo mejor
amigo, al mismo tiempo que lanzará unas muy duras sanciones a Iran, mientras
les dice que se sentara a negociar sin condiciones, en fin que ha hecho lo
mismo en todas partes, para luego sentarse a negociar.
¿Es en
ese preciso contexto del trumpismo de escalar para negociar, en el que hay que
colocar las palabras “opción militar” en el caso de Venezuela?. ¿Es Corker por
ejemplo parte del plan secreto de negociación como lo ha sido en Cuba?
Esperemos por nuestro bien, que lo sea, como esperemos que los chinos estén
también jugando en el terreno, como sospecho que lo están en este preciso
momento. Porque aunque la opción militar no sea inminente, ello no significa
que por idiotez de los bandos, que no se precipite rápidamente.
Por
ahora a los polemistas del “vienen
los Marines” y a su contraparte de “ustedes quieren invasión”, a los
que hablan de “intervención financiera” o su contraparte del “bloqueo”, les voy
a contestar algo mucho más sencillo que un desembarco. ¿Se acuerdan ustedes del
restaurant en el que el famoso chef de la sal agasajó a los también célebres
comensales? Pues la cuenta de esa comilona la pagó Donald Trump. Quiero decir
con esto que si el gobierno revolucionario dispone de más de mil millones de
dólares mensuales, si los revolucionarios tienen contratos, si sus familias
pueden viajar por el mundo y vivir como ricos, si pueden pagar los sueldos y
salarios en dólares de su aparatchik, las medicinas en los países socialistas
–que les cobran en billetes del Tío Sam- pues se debe a que tienen los dólares
que Donald Trump les paga.
Si
Venezuela puede exportar aún barriles de petróleo, si puede regalarlo a sus
amigos, se debe a los 150 mil barriles diarios de diluyentes (IEA), que le
vende Donald Trump a los revolucionarios y a las empresas de ingeniería
estadounidenses que ayudan a extraer, distribuir y transportar el petróleo extra pesado. Si puede pagar las
bolsas Clap, con sobreprecio y mala calidad de los alimentos se debe a los
dólares que los estadounidenses pagan cuando llenan sus tanques de gasolina. En
fin, si el régimen puede seguir en pie, se debe a los catorce mil millones de
dólares que le entregará el imperialismo en los próximos meses.
Por
eso hablar de “bloqueo” es tan hilarante como hablar de una inminente
“intervención humanitaria” pues lo primero, viene siempre antes que lo segundo
y por ahora no quieren hacerlo “para evitar más sufrimiento al pueblo de
Venezuela” y esta es la primera realidad que deben entender los polemistas, si
Trump quisiera en realidad acabar con la revolución bolivariana, esta no
duraría minutos sin siquiera disparar un tiro, por lo que creo hay todavía un
largo camino que recorrer, antes de que se agoten las vías para encender los
motores de la guerra.
Hay
todavía algunos intereses en juego, pues a lo interno también se traduce en el
sufrimiento del pueblo trabajador de Luisiana, cuyo liderazgo es de aplastante
mayoría Republicana y cuando tienen que enfrentar las elecciones de medio
termino y en dos años la reelección. Eso hasta hace poco, es lo que no ha
permitido que Trump aplique sanciones que realmente pongan en jaque al régimen.
El segundo punto es el de los intereses de los fondos de inversión, bancos y
corporaciones que tienen toda la deuda venezolana, que mientras tengan al menos
promesa de pago, serán un importante mecanismo de presión, pues bloqueo
significa default automático.
Pero
repito que todo el escenario se está apresurando a pasos nunca antes vistos. La
explosión de la bomba migratoria en nuestro continente alcanzará niveles nunca
antes vistos, junto a la crisis humanitaria, mientras que el default de la
deuda y la hipoteca de Citgo a los rusos no son buenos síntomas para nadie.
2019 traerá posiblemente el cierre de las fronteras por saturación y la olla de
presión será como nunca antes hemos visto, con un millón de inflación como
prevé el Fondo Monetario. 2019 será un año imprevisible, donde todo puede
suceder.
Pero
antes de la intervención de ese tipo veremos el colapso, militarización y
cierre de las fronteras, fase que ya está comenzando a calentarse. Porque la
bomba migratoria tiene un limite. Veremos gigantescos campos de refugiados a lo
interno con ayuda humanitaria, veremos la aplicación de sanciones severísimas y
posible bloqueo, junto a la constitución de fondos humanitarios (petróleo por
comida y medicina) y eso es lo que deben entender nuestros políticos locales.
Que nada de lo que esta pasando es un juego y que lo que puede venir es un
tsunami político que va a barrer a todos sin distinción.
Lo que
si sostengo es que esta Venezuela no podrá aguantar la compleja situación del
2019, como debemos evitar a toda costa unas sanciones petroleras y mas aun una intervención humanitaria, que son tan
inteligentes como la salvajada de doscientos misiles y veinte mil bombas
cayendo sobre nuestras cabezas, como en Yugoslavia, Libia o Siria.
Llego
el momento de sentarnos en mesas redondas a desmantelar el comunismo,. O nos
entendemos o nos suicidamos. Tienen la palabra nuestros políticos.
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