Por Marianella
Herrera-Cuenca
La recreación y lo que se
hace para lograr la relajación, o al menos un cambio en la rutina, es ahora un
componente esencial del estilo de vida, del manejo del estrés y del bienestar.
Para algunos brindar
bienestar, es su trabajo. El diseñador de ropa vive de su trabajo, así como el
actor o actriz vive de ello, el chef de cocina o el restaurador, el dueño de
una galería de arte, o el orfebre de joyería, el que tiene una fábrica de
zapatos, debe venderlos, una vez más todos ellos viven de su trabajo. El músico
vive de conciertos y de ofrecer su arte, quien no disfruta de la música? Pablo
Casals dijo muy acertadamente, la vida sin música no existe. En lo particular,
amo el arte y siempre me ha gustado mucho explorar tendencias, gustos distintos
en cocina, ropa, marroquinería, pintura, música. No tiene que ser lo más
costoso, basta con que a mí o a los míos les guste.
Últimamente, me han
preguntado mucho, sobre todo quienes están fuera del país que se hace en
Venezuela. Se va al cine? Se va al teatro? A un concierto? Más aún: hay
teatros? Hay cines? Hay galerías de arte? Hay restaurantes? Si, los hay. Hay
moda? Hay bisutería, hay joyas? Si, las hay. Una amiga norteamericana, se
sorprende cada vez que me ve una bisutería y con orgullo le comento, es hecha
en Venezuela y por orfebres venezolanos. Me da gusto cuando viajo llevar un
poco de mi país para mostrar el país en el que crecí, el que recuerdo y
añoro. Pero para otros, Venezuela es un país en crisis, en emergencia, no
debería existir nada, y mucho menos nadie que piense en arte, moda, teatro,
gastronomía o joyas cuando hay tanta gente pasando hambre y comiendo de la
basura.
También mucha gente se
extraña cuando digo que cada vez que puedo voy al cine o al teatro y se
sorprenden aún más cuando les explico las estrategias conocidas y superadas
para comprar refrescos y cotufas y que cuando no dan más (digo, las
estrategias, porque no abre la página del banco para la transferencia o el
punto de venta no funciona) la camaradería de todos los que estamos pasándola
difícil ha hecho que confiemos los unos en los otros y me den las cotufas
(palomitas en otros países) y el refresco sin pagar, en la confianza de que
alguna vez cuando haya internet, o punto de venta pagaré mi deuda. Para que vas
al cine? No te da miedo? Ve la película en casa!! Así me dicen. Pero a mí me
gusta ir al cine con cotufas y todo.
Una cosa llama la atención,
ahora en el país más peligroso del mundo, todos nos vamos sin pagar o dejamos
que otros lo hagan con verdadera confianza.
Rara vez dejamos de cumplir,
no hay ley ni castigo, solo la verdadera confianza. Me he marchado de una
panadería, de un restaurante, de las cotufas del cine sin pagar al momento y he
pagado las entradas del teatro a la salida en lugar de a la entrada. Le he
pagado a desconocidos algo porque no tenían dinero en efectivo y otros
desconocidos me lo han pagado a mí. Curioso no?
También cambié mis horarios
para ir al cine, a mi esposo y a mí ya no nos gusta salir tan tarde con esas
calles tan solas, no hay un alma en la calle, y ahora llamo a los
restaurantes para averiguar sobre costos, pues quiero asegurarme que lo puedo
pagar, definitivamente he optado por opciones más sencillas y económicas, pero
como he dicho en otras oportunidades, el esfuerzo se hace, me gusta, me relaja
(si, uno tiene derecho) y de paso se contribuye a que el lugar no
cierre! Se contribuye a que alguien se alegre porque otro comió su comida
especial, admiró su arte y lo compró, fue al concierto a escuchar su música y
pagó la entrada, dimos trabajo a esos maravillosos seres que proporcionan
bienestar.
Pensemos ahora bien con
calma en lo que nos ocurre, si nadie sale, nadie come fuera de casa o nadie va
al cine, mejorará la situación? No, todo lo contario, lo poco que existe
continuará. Que se siente culpa por comer mientras otros no tienen para comer?
Les invito a promover sus propias iniciativas, cada uno desde su pedacito y
desde su espacio, a pesar del auto-toque de queda. Les doy ideas: vas a un
restaurante? Lo que no te comas pide que te lo envasen bien, con higiene e
incluso habla con los dueños del lugar para explorar que hacen con las sobras,
a la salida seguro vas a encontrar a alguien que te agradecerá la comida para
llevar que podrías entregarle. Vas al cine? Llévate al abuelito, vecino
tuyo, cuyos hijos se fueron (y cuya entrada no será mucha carga para ti! Será
de tercera edad!) Y cuando vayas a estos lugares de esparcimiento, regálale
a todos los que allí trabajan, pero sobre todo regálate a ti mismo una gran
sonrisa y el sentimiento de haber ayudado a alguien, en los malos momentos se
sufre ciertamente, pero con dignidad se aprende, se sale adelante y se superan
los obstáculos para cerrar un ciclo que termina y abrir otro positivo que está
allí, a la vuelta de la esquina, o quizás en la entrada de un cine, o de un
restaurante.
01-11-18
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