Ramón Flores 11 de noviembre de 2018
@liderhumano
Cuando
la peste comunista liderada por Fidel Castro intentó acabar con la naciente
democracia de nuestro país en la década de los ‘60 del siglo pasado, a través
de sus guerrillas asesinas integradas por jóvenes venezolanos que seguían una
ideología de atraso y muerte, nuestros dignos militares de esa época las
derrotaron en cada batalla que se registró.
La
invasión de Machurucuto, El Porteñazo, El Carupanazo o El Barcelonazo, fueron
algunas de las cruentas acciones violentas con las que la guerrilla comunista
comandada por el dictador cubano intentó vulnerar nuestra patria, sin embargo,
todas esas acciones armadas concluyeron en un estruendoso fracaso. De allí la
histórica reflexión de uno de los padres de lo que fue nuestra democracia, Don
Rómulo Betancourt, cuando le espetó al sanguinario dictador cubano: “Díganle a
Fidel Castro que cuando Venezuela necesitó libertadores no los importó, los
parió”, frase con la que recordó con honor a nuestros próceres que lucharon por
la Independencia, no solo en el país, sino en buena parte de América.
Al
recordar esas glorias pasadas, genera una profunda vergüenza ver al actual
ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, pedirle “por favor” a
irregulares extranjeros que “se vayan” de Venezuela, luego de asesinar a tres
de nuestros muchachos, que pudieron ser los hijos de cualquiera de nosotros, en
el ataque del que fueron víctimas varios guardias nacionales en el estado
Amazonas a manos de la narcoguerrilla terrorista colombiana del Ejército de
Liberación Nacional.
¿Cómo
se justifica la muerte de valientes muchachos, sorprendidos por la guerrilla
colombiana que opera en nuestro suelo patrio? ¿Quién nos garantiza el respeto y
defensa de la soberanía que diariamente perdemos? ¿Cómo estará la moral y ética
de la oficialidad que son formados con un norte claro y tienen que
transgredirlo para complacer “órdenes superiores”?
En
este punto es importante recordarle a los militares que cualquier orden que
tengan de hacerse cómplices con los delincuentes del ELN, que tienen sus
campamentos en los estados Bolívar y Amazonas, viola el artículo 25 de la
constitución, el cual establece que todo acto del poder público que viole la
carta magna es nulo y tendrá responsabilidad, civil, penal y administrativa,
sin que sirvan de excusa “órdenes superiores”.
No se
puede aceptar bajo ningún concepto que el régimen de Nicolás Maduro, en su afán
de mantenerse en el poder “cómo sea”, pacte con grupos violentos que están al
margen de la ley para que lo “defiendan” cuando se dé un cambio pacífico y
constitucional en Venezuela. El artículo 328 de nuestra carta magna especifica
que la Fuerza Armada Nacional “es una institución esencialmente profesional,
sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la
independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio
geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del
orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo
con esta Constitución y la ley”, agregando que “en ningún caso” estará al
servicio de persona o parcialidad política alguna.
Otro
artículo que es importante en esta coyuntura que vivimos, y que no solo atañe a
los civiles sino también a los militares, es el 333, porque sin duda las
continuas violaciones a nuestro texto fundamental, nos llaman a todos a actuar:
“Esta constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de
fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en
ella (…) En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o
no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su
efectiva vigencia”.
La paz
de la República depende en buena medida de lo que hagan o dejen de hacer
nuestros jóvenes militares. Más allá de lo que digan los Maduro, los Padrino y
otros, la constitución es clara… ¡llegó la hora de restablecerla!
Ramón
Flores
Diputado
a la Asamblea Nacional
Presidente
del Parlamento Amazónico
@liderhumano
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