Julio César Arreaza 07 de julio de 2019
Bachelet
y la ONU ya no tienen dudas al respecto, el régimen opera como una corporación
criminal. Todavía se percibía la silueta de la comisionada chilena en el
ambiente, y las mafias en funciones de gobierno se cargaron a un oficial de la
FA, luego de propinarle las más oprobiosas torturas, y a un joven bachiller de
brillante porvenir que apenas se le prendían las primeras luces de una existencia
con derecho a sueños y programas de realización personal. Sucedió que le
arrancaron sus dos ojos con disparos a quema ropa por policías matones,
consecuencia de que los cuerpos policiales dejaron de ser una institución
profesional. El régimen ha convertido a la FA en algo peor que guardia
pretoriana de una dictadura que se impone a contrapelo de la voluntad popular,
pero que suele operar respetando el resto del entramado constitucional. En
nuestro caso no ha sido así, porque las mafias fueron directo a destruir las
instituciones, y de lo que se trata es de ponerle la mano a un territorio rico
en recursos naturales y con ubicación excepcional en la geopolítica del mundo.
La
corporación criminal instalada y que no saldrá con ninguna fórmula institucional,
se apoderó junto con el apoyo de Cuba y Rusia del territorio patrio. Produjo la
más grande diáspora con más de 5 millones de migrados y a los que permanecen
aquí pretende dominarlos bajo la fórmula del hambre y el garrote de la
violencia en cualquier momento. El mundo abre los ojos y mira las ejecuciones y
homicidios que ensangrientan el presente y el futuro, y va entendiendo a fuerza
de constataciones que la puerta que comunica al norte con Suramérica, se
utiliza criminalmente para crear crisis y socavar la institucionalidad de los
países vecinos, con la entrada de la diáspora y la amenaza cierta de los
irregulares y las mafias del narcotráfico en sus fronteras.
El
presidente Guaidó ha hecho su trabajo, ha intentado las vías pacíficas y
legales para dirimir el inaguantable conflicto que nos asfixia. Es hora de
saber que el año avanza y que pronto tocará término su tiempo parlamentario.
La
solución es una alianza mundial humanitaria y de paz, encabezada por Estados
Unidos y los países vecinos que sufren la introducción de las drogas y el
comunismo contra natura, de manera expresa, para contaminar sus instituciones,
destruirlas y dar pie a que se vaya extendiendo la hidra de las mafias
criminales. Son atrevidos y amenazantes los proyectos que se cuecen en el
esperpéntico Foro de Sao Paulo.
Llega
un nuevo momento, provocado por las sistemáticas violaciones de los derechos
humanos, para dar un golpe de timón y darle jaque mate al mal.
Luchamos
para que las primeras páginas de la prensa mundial, amanezcan con la noticia
del año: El bien finalmente venció al mal. Llega la hora del pase directo a la
Corte Penal Internacional.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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