Carlos J. Bracho 01 de julio de 2019
Hoy
quiero ser muy puntual con mi artículo, hace par de días tuve la oportunidad de
visitar Ciudad Bolívar capital del estado Bolívar, me fui por carretera, lo que
empecé a experimentar desde Pto. Píritu hasta Ciudad Bolívar no es más que una
serie de imágenes dantescas que exponen la cruda realidad que vive el resto del
país tras la desidia y ataque directo del régimen hacia el pueblo venezolano.
No
es un secreto para nadie que los gobernantes actuales tienen completamente
centralizada en la capital la distribución de alimentos, combustible, gas y
demás servicios ignorando por completo las necesidades del resto de los
estados, que hoy en día padecen de la ausencia de agua, luz, gas, medicinas,
alimentos y combustible, pero una cosa es saberlo y otra cosa es vivirlo.
Desde
Pto. Píritu hasta el estado Bolívar las largas colas para surtir combustible
son sin duda notorias, tan notorias que no se limitan al centro de la ciudad,
sino que sobresalen por donde pasa la reina, no hay manera de ocultarlas, la
evidencia es clara.
En
el caso muy puntual de Ciudad Bolívar, capital del estado Bolívar, uno de los
estados más importantes del país, el deterioro se muestra desde que empiezas a
pasar el puente Angostura, una pieza arquitectónica de altura reconocida a
nivel mundial que hoy se encuentra sin mantenimiento, con barandas desprendidas
y sin ningún tipo de alumbrado, lo que hace muy arriesgado el transitar de
vehículos después de las 6 de la tarde; siguiendo el camino la oscuridad se
hace ley y el Monte compañía, sin contar que en línea recta no se puede andar
si los cauchos quieres conservar, la ciudad está completamente abandonada y al
caer la noche sientes la preocupación de la ciudadanía, los comercios cierran,
el transporte público brilla por su ausencia y el que puede va lo más rápido
posible en su carro para resguardarse en su casa de inmediato.
En
Ciudad Bolívar la desidia es tan marcada que la ausencia de gobierno y
liderazgo político es completamente notoria, de ambas partes, da si a entender
que ningún funcionario público, ni dirigente político conserva tan siquiera un
poco de amor o respeto por tan hermoso legado histórico como es Ciudad Bolívar.
Lo
único reconfortante de esto es que su pueblo pese a estar muy golpeado y
afligido sigue luchando y batallando por mantener los pocos espacios de
esparcimiento que quedan en la ciudad activos y con un ánimo incomparable, con
el calor único de su gente y el ánimo jocoso bolivarense único en el país.
Esto
es tan solo una redacción generalizada de la cantidad de problemas que empañan
hoy a los ciudadanos de Ciudad Bolívar, en los próximos artículos pretendo de
manera muy puntual resaltar cada problema, es el momento de ayudar, de sumar y
de denunciar.
Carlos
J. Bracho
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