Por Héctor Silva Michelena
Escribo estas palabras
aguijoneado por la gran preocupación que me despierta el ya largo proceso de
crisis societaria, profundo y devastador como el que vive y sufre la población
venezolana. Según la calificada Fundación Bengoa, Venezuela pasa por una
emergencia humanitaria compleja desde 2015 que compromete severamente el
derecho humano a la alimentación de sus 31,8 millones de habitantes, y
especialmente de las poblaciones y comunidades en extrema pobreza por los
efectos del hambre y la desnutrición. Actualmente, se encuentra entre los
países del mundo con grave inseguridad alimentaria.
El derecho humano al acceso,
disponibilidad y utilización de los alimentos, en la cantidad y calidad
necesaria para un consumo adecuado, se ha hecho imposible para la mayoría de
los venezolanos, trayendo como consecuencia un acelerado deterioro nutricional
de la población vulnerable.
¿Cómo resolver esta grave
situación, en medio de un severo conflicto político, polarizado? La única luz
en las tinieblas es la conversación, el hablar, negociar; el uso, pues, de la
palabra como el más poderoso instrumento que posee el hombre. ¿Qué significa
negociar?
La negociación es una
versión especializada y formal de la resolución de conflictos empleada con
mayor frecuencia cuando las cuestiones importantes deben ser acordadas. La
negociación es necesaria cuando una de las partes requiere el consentimiento de
la otra parte para lograr su objetivo. El objetivo de la negociación es la
construcción de un entorno compartido que lleva a la confianza a largo plazo e
implica a menudo un tercero, neutral para eliminar los temas de las emociones y
mantener a los individuos concentrados. Es un poderoso método para la
resolución de conflictos y requiere habilidad y experiencia.
Excluye, por definición, la
mala fe. La mala fe es un concepto en la teoría de la negociación en el cual
las partes pretenden razón para llegar a una solución, pero no tienen intención
de hacerlo, por ejemplo, un partido político puede pretender negociar, sin
intención de prometer un efecto político.
¿En qué agujero caeremos, si
no llegamos a un acuerdo razonable? Esto dice la ciencia de lo obvio: en una la
prolongación de esta crisis humanitaria grave, tragedia no teatral que sufre
toda Venezuela. En el martirio que es esta emergencia compleja que nos
desangra. En la caótica situación de Zimbabue, que devoró a cientos de miles de
personas; o en una Somalia, un país donde impera la miseria, la enfermedad, la
muerte y la violencia conflictiva política. Conozco in vivo a ambos
países.
¿Cómo marcha el proceso
negociador entre oposición y gobierno en Venezuela, bajo la mirada y el
monitoreo noruego, honesto y de conocimiento? Hasta el 29 de mayo, esta era la
situación: Venezuela: señales optimistas sobre las negociaciones en Noruega.
Desde el lunes 27 de mayo, altos mandos del régimen chavista de Nicolás Maduro
e importantes dirigentes de la oposición están en Oslo para tratar de encontrar
una salida pacífica y electoral a la crisis de Venezuela. Las negociaciones,
con la mediación de Noruega, presentan elementos positivos, estiman los
analistas del complejo caso.
Por el momento, las
conversaciones han sido preliminares. De hecho, Noruega sin duda hubiese
preferido que se mantuvieran en secreto. La discreción es una de las
características de los procesos de negociación que el país nórdico ha
mantenido. Por ahora, no hay cara a cara. Cada bando se reúne por separado con
los mediadores noruegos. Pero estos acercamientos se han dado por segunda vez.
A mediados de mayo hubo una primera reunión. Se trata de una buena señal,
considera Benedicte Bull, experta en América Latina del Centro para el
Desarrollo, en la Universidad de Oslo.
Declara Bull: “No sabemos
qué agenda tienen, no sabemos qué están discutiendo, si están llegando a una
agenda de negociación, pero por lo menos el hecho de que han vuelto tan pronto
es algo muy positivo. Yo creo que muestra que hay algún tipo de confianza en el
proceso, confianza en Noruega como intermediario y también creo que hay interés
por las dos partes en tratar de llegar a alguna solución”. Pero, ¿ha habido
alguna negociación conjunta entre ambos bandos? Si es así, sus términos deben
ser conocidos por todos los venezolanos y sus aliados. Nada se sabe, remuerde
un gusanillo en la consciencia.
Sí sabemos que Nicolás
Maduro utilizó otros procesos de diálogo para demorar la crisis, desalentar las
protestas callejeras o reducir la presión internacional. Por eso, muchos vemos
esta nueva tentativa con escepticismo. Me escuece que a diferencia de muchos
otros países, Noruega no ha reconocido a Juan Guaidó como presidente interino
de Venezuela. Mas admito que el país nórdico tiene décadas de experiencia
en mediación internacional.
Después del 30 de abril, día
en el que fracasó la farsa rochelera del levantamiento militar, tanto Guaidó
como Maduro se quedaron sin otra opción que sentarse a negociar. Es el análisis
del subdirector para Venezuela del Washington Office for Latin America (WOLA),
Geoff Ramsey. Además, las sanciones estadounidenses al petróleo venezolano
están asfixiando al régimen, demostrado rotundamente en un reciente ensayo del
destacado economista Francisco Rodríguez.
Sostiene Ramsey: “Creo que
después del 30 abril queda muy claro para la oposición de que no tiene las
herramientas necesarias para imponer su estrategia dominante sobre el régimen
de Maduro. También creo que el hecho de que hubo contactos de alto nivel entre
figuras del régimen y políticos opositores también demuestra que Maduro no es
tan fuerte como pensaba y que tienen razones muy claras para negociar en buena
fe”.
Estados Unidos afirmó el
martes pasado, a través de la portavoz del Departamento de Estado, que toma
nota de les conversaciones en Noruega y que “cree que lo único que se puede
negociar con Maduro son las condiciones de su salida del poder”. En Washington,
los partidarios de la intervención militar como el consejero John Bolton ya no
tienen los favores de Trump, asegura Ramsey, y la línea de los realistas se
está imponiendo:
Ramsey recalcó: “Viniendo de
un gobierno que ha criticado el diálogo por todos lados, si bien están diciendo
que la única cosa que podría negociar Maduro es su salida, eso implica
inevitablemente una negociación, entonces esto es como una manera tácita de
apoyar este proceso. Esta vez hay un conjunto de factores por la cual
deberíamos sentir un grado de optimismo sobre las negociaciones. La primera
razón, ya no son negociaciones bajo los términos de Maduro. Él ha sido
rechazado por la mayoría de países de América y de Europa, y este proceso de
negociaciones no va a implicar el levantamiento de sanciones financieras o
petroleras del gobierno de Estados Unidos. La segunda razón, no es un proceso tan
público, tan expuesto como procesos anteriores. Las negociaciones que fueron
organizadas en la República Dominicana fueron un circo mediático y esta vez lo
que estamos viendo es que los mediadores entienden el valor de mantener los
detalles de las negociaciones con mucho cuidado”.
Si se llegase a un acuerdo
político, las sanciones estadounidenses podrían servir de palanca para
garantizar el cumplimiento de lo negociado, mientras el Grupo Internacional de
Contacto continúe su trabajo para intentar reunir las condiciones para convocar
elecciones libres en Venezuela.
En este contexto, sopesemos
esta reciente declaración de un importante funcionario de Estados Unidos:
“Miren, el gobierno democrático de Venezuela no será el producto de una
inmaculada concepción. Harán tratos que a nosotros no nos gustan, y tampoco a
ellos. La única línea que nosotros hemos trazado es la de los traficantes de
drogas. No vamos a aceptar a traficantes de drogas en el gobierno. Eso y la
exigencia de que los cubanos deben irse”.
Y un ex alto funcionario del
gobierno de Estados Unidos fue más sombrío: “El pueblo de Venezuela debe darse
cuenta de que eso [las negociaciones] son su mejor oportunidad. Si no,
Venezuela se convertirá no en una Cuba, sino en Zimbabue de África del Sur”. Esta
opinión se parece mucho a la del Grupo de Contacto de la UE.
¿Tendremos, pues, que
“tragarnos” esa dosis de realismo? ¿O de purgante? Si la oposición logra un
consenso, e identifica al enemigo principal, las esperanzas no serán vanas.
Pero, pero…leo el 26 de
junio, en Efecto Cocuyo, esta intervención de Guaidó en la AN: “Guaidó cerró el
debate. ‘Llegó el momento de que la familia militar grite libertad y democracia
para Venezuela’, sentenció desde la tribuna. Repudió las torturas y
desapariciones forzosas del general de brigada Miguel Sisco Mora, los coroneles
Francisco Torres Escalona y Miguel Alberto Castillo, el capitán de corbeta
Rafael Acosta, el teniente coronel Pedro Caraballo Lira, y los comisarios del
Cicpc Miguel Ibarreto y José Valladares.
‘Afortunadamente aún dentro
de la Fuerza Armada hay hombres y mujeres valientes. Estamos emprendiendo
acciones ante los organismos internacionales para elevar la presión frente a
estos atropellos y les aseguramos que pronto estarán libres reconstruyendo la
Venezuela para la cual se alistaron’, aseveró.
El líder opositor llamó
nuevamente a los uniformados a rebelarse contra Nicolás Maduro: ‘Esto es
irreversible y ellos lo saben. Por eso no podemos desmayar y debemos
profundizar la organización que es la verdadera acción democrática y
libertadora cívico-militar”.
Y el jueves, 27 de junio,
leo en El Confidencial.com, de Madrid: “Ahora, asumido el error de cálculo de
Estados Unidos sobre una solución rápida para Venezuela, la Casa Blanca y su
morador, Donald Trump, apuestan por una transición pacífica que cuente con una
junta de gobierno formada por todas las instituciones, incluidos alto militares
chavistas, pero sin la participación de Maduro a quien se busca un exilio”.
Y estas perlas informativas:
“Las negociaciones se llevan a cabo principalmente en Santo Domingo, Bogotá y
Washington. Ese negociador jefe venezolano subraya que no trabaja para Estados
Unidos, sino que lo hace por el bien de su país”.
“A Diosdado Cabello ninguna
parte lo quiere molestar, confían en que participe en una transición política
ordenada. Una de las personas mejor posicionadas para poner orden y a ser
protagonista en esa junta de gobierno transicional es Humberto Calderón, actual
representante en Colombia del gobierno interino de Guaidó. Calderón fue
ministro de Energía y Petróleo y de Asuntos Exteriores en varios períodos”.
Y el camino de la amargura:
“Igualmente, Diosdado Cabello, ‘de facto’ número dos del régimen de Maduro,
contaría con respaldo interior y exterior para desempeñar un papel relevante en
la transición. “Cabello conoce todo el sistema desde los inicios de Chávez,
controla a los militares y no se le conoce un patrimonio robado al país”,
indica el enlace entre la Casa Blanca y Caracas. Añade: "A Diosdado
Cabello ninguna parte lo quiere molestar, confían en que participe en una
transición política .Cabello trabaja en la sombra por una transición ordenada
en Venezuela, informa Efe”.
Afirma el diario: “Noruega
es una pantomima: Desde el pasado mes de mayo, el gobierno noruego está mediando
entre el Ejecutivo de Maduro y parte de la oposición venezolana. Se están
celebrando reuniones en Oslo, pero igualmente en las islas caribeñas de
Margarita y Barbados. Cilia Flores, esposa de Maduro, considera traidores a los
representantes gubernamentales que acuden a la mediación que auspicia Noruega”.
La guinda: en el informe de
2018, la fundación InSightCrime publicó un demoledor informe
titulado Venezuela: A Mafia State? Exhibe fotos de 33 personas del
gobierno, de entonces, a las que considera integrantes del Cartel de los Soles;
son: Diosdado Cabello (la sombra tras el poder), Jesús David Cabello, su
hermano, Cilia Flores y Tareck el Aissami.
¿Por qué nos dan de beber tinieblas?
¡El eterno retorno de lo igual! Razón tenía el gran Enrique Santos Discépolo
cuando en 1935 escribió: “Igual que en la vidriera irrespetuosa de los
cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache ves llorar
la Biblia junto a un calefón”. ¡Siglo rojo, venezolano, cambalache! Todo es
igual, lo honesto y lo inmoral.
29-06-19
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