Angus Berwick y Mircely Guanipa 02 de julio de
2019
Cuatro
días antes de que el líder de la oposición venezolana, Juan Guaidó, llamara a
un levantamiento militar en un intento por derrocar al presidente Nicolás
Maduro, dijo a sus partidarios en un mitin fuera de Caracas: “En los próximos
días, vamos a decidir el destino” del país.
El
dirigente de 35 años terminó el discurso con su habitual grito ante los
venezolanos desesperados por el fin de los 20 años de gobierno socialista:
“¡Vamos bien!”.
Sin
embargo, después de la fallida insurrección del 30 de abril, cuando las tropas
permanecieron en sus cuarteles y funcionarios gubernamentales clave se negaron
a cambiar de lado, muchos venezolanos ya no están tan seguros.
Entrevistas
en todo el país y datos de recientes encuestas sugieren que muchas personas se
han sentido frustradas por la lentitud del cambio en medio de las dificultades
de la vida diaria. Muchos venezolanos dijeron que estaban perdiendo la
esperanza de que Guaidó pudiera desalojar a Maduro del palacio de gobierno.
“Vamos
bien, pero bien mal”, dijo Rafael Narváez, un conductor de taxi en la
occidental ciudad costera de Punto Fijo. “Ya ese ‘vamos bien’ se convirtió en
un chiste y para mí de mal gusto”, destacó.
Narváez
dijo que se había esperanzado el 30 de abril cuando vio aparecer a Guaidó con
militares en un video publicado en Twitter que decía que era hora de levantarse
contra Maduro. “Pensaba que por fin había llegado el momento de recuperar
nuestro país”, sostuvo el hombre de 43 años. “Ahora estoy decepcionado”.
Analistas
señalan que el resultado más probable ahora es que el status quo continúe, ya
que Maduro gana confianza en que su represión contra la oposición quedará
relativamente impune y Guaidó busca una nueva estrategia para mantener al
público lleno de energía.
Cuando
Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, se proclamó en enero como
presidente interino en un audaz desafío a Maduro, inyectó nuevas esperanzas en
la fragmentada oposición de Venezuela.
Con
la mayoría de las naciones occidentales diciendo que la reelección de Maduro el
año pasado fue amañada, Guaidó invocó la Constitución para anunciar una
presidencia interina hasta que se pudieran celebrar nuevos comicios.
Washington
lo respaldó e impuso nuevas y duras sanciones a la industria petrolera de
Venezuela, con el objetivo de obligar a Maduro y sus aliados a abandonar el
poder.
Maduro,
quien asumió el cargo en 2013 tras la muerte de su mentor político, Hugo
Chávez, ha visto caer al país en un colapso económico que ha dejado a franjas
de la población sin acceso al servicio de agua, alimentos y medicinas.
Más
de 4 millones de venezolanos han emigrado y la Organización de los Estados
Americanos advirtió la semana pasada que la cifra podría duplicarse para fines
del próximo año.
Guaidó
ha ganado el control de algunos activos venezolanos en Estados Unidos, ha
nombrado diplomáticos en el extranjero y ha presentado un plan económico para
reconstruir Venezuela. Pero sus promesas de amnistía no han logrado influir en
las fuerzas armadas, que siguen siendo leales a Maduro.
IMPULSO
OPOSITOR SE DESINFLA
Desde
el levantamiento del 30 de abril, el impulso de la oposición ha disminuido. La
asistencia a los mítines públicos de Guaidó ha disminuido y la oposición no ha
realizado grandes protestas desde entonces.
Una
marcha convocada para el viernes será una prueba de fuego para el apoyo de
Guaidó, a quien Maduro ha calificado a Guaidó como un títere estadounidense.
Con
la posibilidad de una rápida remoción de Maduro lejana, la oposición se está
preparando para una campaña más prolongada y que busca construir una
organización de base para presionar a unas elecciones sin el mandatario
socialista.
Yon
Goicoechea, miembro del equipo de políticas de Guaidó, reconoció que había
“fatiga” entre los venezolanos.
“Tenemos
que pelear contra la desmovilización y contra la desesperanza”, dijo. “Los
venezolanos tenemos que ser constantes en el apoyo al presidente (Guaidó) y ser
pacientes”.
Para
mantener el impulso, Goicoechea dijo que Guaidó había viajado a 11 de los 23
estados de Venezuela y que visitaría al menos cinco más este mes para motivar a
sus partidarios.
Goicoechea
sostuvo que Guaidó está centrado en expandir una red de Comités de Ayuda y
Libertad, un programa que la oposición comenzó en abril para organizar esfuerzos
a nivel local, algo que el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV) ha logrado con éxito.
Sin
embargo, los asistentes dicen que hasta ahora los comités tienen poca tracción.
Rafael Mora, un médico de 27 años y partidario de Guaidó en la ciudad de
Barquisimeto, en el oeste del país, dijo que muchos venezolanos querían un
cambio inmediato sin estar dispuestos a trabajar para ello.
“No
podemos dejar toda la responsabilidad en manos de un líder, un mesías”, dijo
Mora, quien se reunió con Guaidó cuando visitó el área a fines de mayo.
El
apoyo a Guaidó sigue siendo alto, pero ha bajado de 61,2% en febrero a 56,7% en
mayo, según un informe del 10 de junio de Datanálisis. Solo el 10,1% de los
venezolanos aprobó a Maduro en mayo, el nivel más bajo para un presidente
venezolano desde 1999, agregó la encuestadora venezolana.
En
tanto, un sondeo del encuestador DatinCorp mostró que la proporción de
venezolanos que reconocen a Guaidó como presidente legítimo se había desplomado
desde un 49% en febrero a un 36% en junio.
Raúl
Gallegos, director asociado de la consultora Control Risks, dijo que su
escenario base es que Maduro todavía estará en el poder para fines de año y que
la oposición perderá fuerza. No parece que Guaidó tenga un “Plan B” para
desalojar a Maduro, sostuvo.
“Podemos
esperar que la popularidad de Guaidó continúe erosionándose mientras más tiempo
no esté ejerciendo el poder”, remarcó.
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