@lmesculpi
En
el comportamiento político se suele plantear frecuentemente como un falso
dilema el de contraponer la audacia con la moderación. No contemplando la
flexibilidad necesaria, al asumir que hay momentos en los cuales se puede y
debe ser moderado, al igual que existen algunas coyunturas políticas en las que
se requiere ser audaz.
En
el universo opositor venezolano actual está presente tácita o explícitamente en
el debate tal disyuntiva, incrementada a partir de las posiciones asumidas en
el proceso electoral de mayo del 2018. Nos parece se incurre en un error al
convertir en una especie de hito que divide las aguas esa fecha, permanecer
anclados en una controversia sobre la justeza de haber participado o no en esas
elecciones, resulta de poca utilidad al propósito de definir la ruta para
alcanzar el cambio político.
No
se puede ignorar la afirmación realizada desde los factores principales de la
oposición que en última instancia, el conflicto actual tendrá un desenlace en
la realización de elecciones libres y competitivas. Por supuesto, la conquista
de tales condiciones para facilitar el proceso, necesariamente pasarán por una
negociación inevitable, por ejemplo resulta imposible designar un nuevo Consejo
Nacional Electoral (no sólo sus rectores) sin la existencia de un acuerdo
político para hacer viable tal posibilidad, eso solo para mencionar una de las
exigencias que puede conducir a realizar un proceso con las características
planteadas.
Quienes
participaron el año pasado, al igual los que se abstuvieron seguramente
coinciden en ese método para arribar a las condiciones que posibiliten la
participación de la mayoría opositora, en unas eventuales elecciones
presidenciales adelantadas. No se puede analizar la estrategia a partir de
mantener congeladas imágenes de decisiones anteriores, los demócratas no
desprecian cualquier resquicio de apertura para participar de la lucha
electoral, sin embargo la casi totalidad de la oposición no participó en las
elecciones de la ilegítima constituyente por considerar justa en esa
oportunidad la política de abstención, de tal manera que aún considerando esa
premisa no se puede convertir en un dogma.
La
presión tanta nacional como internacional es un medio, no una estrategia, para
lograr conquistar las mejores condiciones. Cuando existe la posibilidad de
negociar para arribar a un acuerdo, es precisamente el lapso en el cuando
aumentan las presiones, resultaría incomprensible declarar una especie de
tregua permanente hasta tanto no se logre resultados. Permítaseme utilizar una
imagen bélica la de las negociaciones en París entre vietnamitas y
norteamericanos, resultaría impensable que mientras conversaban, los primeros
suspendieran su ofensiva en el sur, o los gringos no bombardearan Hanoi.
La
moderación como definición de una conducta permanente, no favorece la lucha por
los cambios y tiende a derivar en posiciones políticamente conservadoras.
Igualmente si se hace de la audacia un rasgo permanente del comportamiento, se
corre el riesgo de caer en la temeridad o en la aventura.
Se
trata apelando a una añeja frase ” la necesidad de combinar las distintas
formas de lucha”; tácticamente conviene manejar sabiamente distintos estados,
la conducción política debe definir cuando avanzar y cuando replegarse, cuando
actuar con audacia y cuando con moderación. Sin definirse una conducta
permanente en forma apriorística Al Asumir una u otra condición en forma
dogmática, se corre el riesgo de no contar con la flexibilidad necesaria para
una actuación exitosa. Sobre todo, si se toma en cuenta que la lucha es por la
conquista del cambio político, para reinstitucionalizar el país y lograr la
reconciliación entre los venezolanos y progresar en paz.
Comprensiblemente
la última abstención conducía inevitablemente al desconocimiento de la
juramentación de enero, esa era sin duda una decisión audaz, lo que no implica
necesariamente negar la lucha por unas elecciones limpias, tal como ha sido
señalado.
Se
trata, de “jugar en todos los tableros”, igual al reiterar lo de “todas las
opciones están sobre la mesa”, se trata de todas y una de ellas es precisamente
la negociación. Para un extremo la lectura es una sola opción: el absurdo de
invocar a través de una falsa interpretación el artículo 187 numeral 11, que supuestamente
permitiría una intervención extranjera; para el otro extremo la lectura es
radicalmente opuesta : se trata de participar en cualquier proceso electoral y
de cualquier manera, llegando también al absurdo de hablar de elecciones
parlamentarias adelantadas. Afortunadamente la mayoría de las fuerzas
representadas en la Asamblea Nacional, con todos los obstáculos que tienen que
superar, se están conduciendo en el sentido de manejar con la necesaria
flexibilidad y de acuerdo a los ritmos que las originalidad de la lucha exige.
Luís
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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