Laura Weffer
Cifuentes domingo 16 de marzo 2014
EL REPORTAJE
QUE CENSURÓ ÚLTIMAS NOTICIAS
Protestas/ El Gobierno
asegura que reciben financiamiento de organizaciones políticas, pero quienes
participan en las barricadas lo niegan
La plaza Altamira es el
epicentro de los enfrentamientos en Caracas. Manifestantes y GNB coliden todos
los días, hasta el cansancio
La edad promedio de los jóvenes de la
plaza Altamira se ubica entre 19 y 22 años, llevan capucha y aseguran que su
lucha es por Venezuela.
La edad promedio de los funcionarios
de la Guardia Nacional se encuentra entre 19 y 22 años, llevan uniforme y
aseguran que su lucha es por Venezuela.
Ambos se enfrentan a piedra y
lacrimógena en Caracas desde el pasado 12 de febrero, pero en sus mochilas
llevan historias paralelas más allá de las trincheras.
Un día en la plaza Altamira revela que
los manifestantes crean redes de protección; que pertenecen a la clase media y
popular; también vienen del interior del país y están los sin casa, que solo
van por comida gratis. El detonante de la jornada suele ser cuando los
manifestantes gritan “¡Vamos pa’la autopista!”. Se refieren a la Francisco
Fajardo.
La preparación. La actividad en la plaza Altamira
comienza pasadas las 10 de la mañana. Desde temprano, quienes hacen vida allí se
tapan el rostro. No les gustan las fotos, pues temen a la detención de los
organismos del Estado. “En estos días se llevaron a mi compañero. Nos
cuidábamos mutuamente cuando las cosas se ponen feas allá abajo”. Habla de
Altamira Sur, escenario principal de los enfrentamientos. José es
barquisimetano (25). “Estoy aquí desde el 15 de febrero por mi hijo. Tiene un
año y no consigo ni pañales ni leche”. Vive de la solidaridad de los vecinos.
Desde que llegó ha dormido en Los Ruices, Palo Verde y Caricuao. Sus amigos
desde el exterior le escriben: “Na guará, qué fino que estás allá”. Él comenta:
“Yo sí creo que estamos escribiendo una nueva historia”.
El 11 de marzo fueron detenidas 11
personas en un allanamiento en el estacionamiento de la plaza. Antes habían sido
detenidas más de 150 en distintos operativos.
Los jóvenes aseguran que guardias y
policías viven en la Torre Británica. El 12 de marzo grupos vandálicos
desvalijaron 6 oficinas gubernamentales ubicadas allí. El domingo quemaron un
quiosco de Metrobús.
“¿Días? Yo tengo semanas sin ir a mi
casa. Estamos acuartelados desde que esta situación comenzó”, cuenta un oficial
que no ofrece su nombre. Se toma el tiempo de explicar que su función es hacer
respetar el libre tránsito y cita el artículo 50 de la Constitución, que se
refiere a este derecho. Asegura que allí es el último lugar en el que quiere
estar. “No disfrutamos deteniendo a los manifestantes. Pero es lo que nos
corresponde. Estamos dentro del marco de la ley”.
Las pancartas que despliegan los manifestantes
también aluden a la Constitución (Art. 68): “Los ciudadanos tienen derecho a
manifestar pacíficamente y sin armas”. Hasta que lanzan la primera piedra.
Solidaridad ajena. Es mediodía y los accesos a la Luis
Roche y a la San Juan Bosco han sido bloqueados. En la primera de estas
avenidas, los manifestantes colocan un carro en mitad de la calle. De un lado,
queman un caucho cerca de unos “miguelitos” (cabuya amarrada con clavos). Del
otro queda un resquicio por el que puede pasar una moto. Varios lo intentan,
pero Ronald se los impide acostándose de largo a largo en el asfalto. Tiene 17
años y se unió a las protestas desde el primer día. “Quiero que mi mamá sepa
que tengo más posibilidades de graduarme, que de que me maten”. Confiesa que no
es de la oposición ni del chavismo: “Soy venezolano”, dice, detrás de una
máscara como la que usan los pintores de latonería. Un conductor se acerca a la
barricada. No lo dejan pasar. Les grita insultos, en retribución.
Algunos llegan con bolsas de comida y
medicamentos. Hay una logística de distribución. De repente, los jóvenes
estallan en aplausos. Una camioneta se para justo antes de la barricada y de su
interior bajan varias bolsas llenas de hojas secas.
El ministro del Interior, Miguel
Rodríguez Torres, denunció que algunos de los manifestantes detenidos en
Altamira confesaron recibir Bs 5.000 semanales del partido Voluntad Popular.
“¿Tú crees que si eso fuera verdad ya no me hubiese comprado una máscara
antigás?”, interroga con el rostro lleno de Maalox (un antiácido eficaz para
neutralizar el efecto de las lacrimógenas) José, (23). Luego saca su cartera.
Tiene tres billetes de cinco: “Este es mi capital”.
El sueldo promedio de la tropa de la
GNB es de Bs 6.000 mensuales, más cestatickets. Trabajan tres semanas seguidas
y libran una, pero el presupuesto no les da para visitar a su familia en el
interior del país. Sus acentos los delatan. Vienen de Maracaibo, Sucre y
Aragua.
Activados. El momento de la verdad. A las 2:50 pm
se oye un grito que se repite en eco. “¡Activémonos!”. Hay un grupo junto a la
fuente que practica lanzamientos y atrapadas de bombas lacrimógenas. Entrenan
con una pelota. En sus brazos tienen unos escudos hechos con pedazos de zinc,
con unas siglas en azul: “Grie” (Guarimberos de Respuesta Inmediata Élite).
Bajan en desbandada. Jóvenes con pasamontañas, máscaras de Guy Fawkes (conocida
como de Anonymous), gente vestida de trabajo, estudiantes. Los que tienen spray
con Maalox se ubican al lado de los “frenteadores”, en la línea de fuego.
Hay una rutina. Como si ensayaran, los
manifestantes dan el primer paso y lanzan piedras y bombas caseras, para
abrirse paso hacia la autopista. Algunos días los militares intentan
disuadirlos con palabras; otros, apuran el final, que siempre es el mismo. Una
lluvia de lacrimógenas provoca una neblina tóxica que dificulta la respiración;
hace que ardan piel y ojos. Hay desmayados. Los primeros en la línea de fuego
aplican el entrenamiento. Patean las bombas. A medida que los manifestantes se
debilitan, los militares empujan hacia arriba. Pasan horas.
La oscuridad. Todas las noches los manifestantes
trasladan sus protestas hasta la avenida San Ignacio de Loyola en Chacao. A
veces la GNB actúa, otras no. A las 6:00 pm colocan sofás, colchones y hasta
neveras viejas. La jefa de Gobierno del Distrito Capital, Jacqueline Faría,
dijo que desde el 12-F hay un descenso en la cantidad de desechos que llegan a
La Bonanza.
“Yo vivo en el 23 de Enero y es verdad
que pasan los colectivos con altoparlantes en la noche amenazándonos. Pero si
me consiguiera 30 chamos para guerrear desde allá, ni me lo pensara”, dice Lis
(19).
Cada noche hay al menos cuatro
tanquetas que en la parte superior tienen ocho cañones de los que salen bombas
lacrimógenas. También hay efectivos con escopetas. Por encima de las
detonaciones se escuchan mentadas de madre y unos sonoros “¡hijos de puta!”
salen de las ventanas. Lanzan piedras y botellas. Ellos responden con más
bombas y perdigones. En ocasiones directo a los apartamentos. En otras, tanquetas
chocan los carros estacionados. Uno de los verdes comenta que su compañero
perdió la audición de un oído por un “tumbarrancho”.
De la ballena se escucha la voz de
Chávez entonando “Patria querida”. Los uniformados explican que sirve para
“levantar la moral de la tropa”, y que no significa estar partidizados. Antes
de la medianoche vuelve la calma. Un GNB joven cuenta: “Mi mamá, del Zulia,
tiene que calarse la misma cola que la que hacen estos chamos, para comprar
cualquier pote de aceite. Yo creo que ellos tienen razón, pero a veces se
pasan”. Se arregla el chaleco antibalas. Mañana será otro día.♦
Abra este enlace y lea el pdf original
del trabajo censurado: Lo que
hay detrás de las guarimbas
Detrás de la careta
■ El estudiante: Tiene entre 17 (y a
veces menos) y 25 años. Es atlético. Usa pasamontañas, camisas amarradas detrás
de la cabeza o máscaras. Pide un cambio en el Gobierno. Aduce que están en la
calle en la búsqueda de un futuro mejor. Viene de todas partes de la ciudad (y
del país). Estrato social: clase media y popular. Las mujeres son bien activas.
Pero los varones son más.
■ El guarimbero: Incita a la gente a
tomar la autopista. Se visten igual que los estudiantes, aunque es de mayor
edad. Le gusta el color negro y está a favor de radicalizar la protesta. Tiene
muy arraigado el discurso anticomunista y aboga por una salida rápida. No
debate, da órdenes y se va a la acción. Denigra de todos los que no lo
acompañan, sea de latendencia que sea.
■ El farandulero: Considera la Plaza
Altamira como un lugar de encuentro. Antes de que empiece la refriega setoma
fotos a sí mismo con la multitud detrás, como si estuviera participando; pero
la verdad es que apenas se calienta el ambiente, pica la milla. Generalmente va
en moto. También está el mirón. Gente enfluxada o con trajes de trabajo que
caminan por la plaza o se sientan en las aceras sin hacer otra cosa que
observar.
■ La acompañante: Es casi siempre
mujer. Madre de adolescente que no prohíbe a su hijo participar en
lasprotestas, pero también le da nervios quedarse en la casa. Entonces lo
acompaña y cantan consignas. Lleva pancartas. También está la mujer que
protesta porque la situación del país ha obligado a sus hijos a irse al
exterior. Hay una que se hace llamar “Mamá terrorista”.
■ Los alerta: “No tomes foto”;
“muéstrame tu carnet” son algunas de las frases que usa. Señala a los supuestos
“sapos” y ve infiltrados hasta donde no los hay. Aunque ha encontrado a algunos
que trabajan en inteligencia policial, periodistas y ciudadanos han sido
víctimas de sus falsas acusaciones.
MÁS BARRICADAS EN CARACAS
En Caracas hay trincheras de este tipo
no sólo en Chacao y Altamira, también en otras zonas, como Macaracuay, El
Cafetal, Candelaria, Prados del Este y Colinas Bello Monte. La Policía de
Baruta pasa por las avenidas principales para despejar la vía, pero a partir de
las 5 pm, vecinos del sector vuelven a instalar barricadas. Las guarimbas
trajeron enfrentamientos verbales entre la comunidad. Aunque algunos apoyan la
protesta, se oponen al cierre de calles. “Manuel Da Silva,dueño de una
licorería de Bello Monte, asegura estar “obstinado” y revela que sus ventas han
bajado entre 60 y 70%. Blanca González
SALDO MORTAL
La palabra guarimba no aparece en el
diccionario, pero en Venezuela es de uso común. El activista político, Robert
Alonso, vinculado al caso de los supuestos paramilitares (2004), se
atribuye su creación. La describe como el “bloqueo de la calle frente a las
casas” con desperdicios, basura o cauchos. Hasta el momento, y desde el 12 de
febrero, 17 personas han muerto en eventos relacionados con
las guarimbas. Siete fallecieron porque su vehículo perdió el control por una
barricada y los otros 9 fueron asesinados mientras intentaban
levantarla o estaban alrededor de ella. El Gobierno ha señalado a supuestos
francotiradores. En otro caso, responsabilizaron a la guarimba por impedir el
paso a tiempo de una ambulancia. Estas muertes forman parte de las 28que
han ocurrido desde que iniciaron las protestas. El resto fueron por cuerpos de
seguridad del Estado o motorizados no identificados que dispararon.
TRINCHERAS VALENCIANAS
Desde hace un mes aumenta el número de
manifestantes en la avenida Río Orinoco de Valencia. Con el transcurrir de los
días los vecinos consolidaron sus barricadas. Los más osados permiten que sus
hijos los acompañen. Los radicales aprovechan para contar sus épicas batallas.
Los coordinadores de la cuadra controlan la logística y las provisiones. Las
mujeres se dedican a mantener alimentados a los integrantes de la célula en una
cocina comunitaria. Los gariteros se toman su trabajo en serio. Holgazanean
sólo cuando son relevados. “El que se cansa pierde”, reza una pancarta.
Gustavo Rodríguez
MARGARITEÑOS ENTRE CACHIVACHES
Julián es el encargado del centro de
acopio de una guarimba margariteña. Cuenta que reciben donaciones de la
sociedad civil. “No recibimos nada de los partidos”. Un estudiante explicó que
son entre 40 y 45 personas los que montan las barricadas. Dayana dijo que la
mayoría de los cachivaches los consiguen en basureros de edificios y
urbanizaciones. “Las barricadas son una forma de resguardarnos de los
colectivos, porque protestamos de manera pacífica”, comentó un estudiante. Al
recordarle los derechos de otros, afirman que la situación del país afecta a
todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico