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sábado, 28 de mayo de 2016

El país que Maduro no quiere ver, por Miguel Méndez Rodulfo



Miguel Méndez Rodulfo 26 de mayo de 2016

Maduro es el principal saboteador de su propio gobierno, pero parece que él no lo sabe. Cegado por una venda ideológica, es incapaz de ver su entorno y percibir las secuelas que deja el régimen en el cuerpo social del país. En Venezuela hay una crisis de hambruna, algo imposible de pensar hace sólo unos años, cuando todo apuntaba al derrumbe, pero no se vislumbraba lo bajo que podíamos llegar. Si usted recorre la Av. Baralt de Caracas, se encontrará cada tantas cuadras un comercio de chinos; en esos negocios se hacen larguísimas colas, de más de mil personas hacia un lado, pero también hacia el otro. Aquella aglomeración de personas semeja un mitin político, con masas que deambulan y gente que se asa al sol. El ambiente está cargado de tensión por la incertidumbre de no saber qué se va a comprar y por desconocer si alcanzarán los productos para cuando toque el turno; de esta manera los guardias nacionales hacen malabares para resguardar el orden. Bueno, esas colas son pacíficas hasta ahora cuando al menos hay un cierto abastecimiento de productos, pero todos sabemos que éste va a seguir languideciendo; entonces cuando la gente no pueda adquirir las cantidades que hoy compra, o no pueda pagar los precios de una inflación de 2.000%, habrá una revuelta popular. Eso está cantado y sucederá más pronto que tarde.


Ahora bien, algunas cosas buenas podemos sacar de esta tremenda crisis, como oposición. Una de ellas es que ya no hay que explicar el concepto de inflación; ya no es que este concepto no le entra en la mente al pueblo porque ya le entró por el estómago. Diríamos que el pasticho místico - religioso de la devoción por el sabanetero que anidaba en el alma de los sectores populares, hizo corto circuito en la barriga de los pobres. Lo otro es que los sectores “D” y “E”, en su gran mayoría, entendieron que dejar al régimen gobernando significaría que cada vez estaríamos peor y nunca llegaríamos a salir de este gran atolladero. La gente no es tonta y por fin comprendió que “regalado” al final termina costando un ojo de la cara, de manera que es necesario tomarse un purgante para poder curarse. Así el pueblo está claro que habrá que tomar medidas duras que continuarán con la crisis por un período no muy corto, para comenzar a salir del foso y recomponer la economía. La gente está dispuesta a hacer este sacrificio porque entiende que es el único camino para revertir este desastre, pero hay que hablarle claro del desierto que hay que atravesar y no formular promesas demagógicas de un milagro al día siguiente que este régimen salga.

Los políticos deben hablar claro del sacrificio que se pide, pero deben, sobre todo, exponer claramente las propuestas que existen, sector por sector, porque para salir de crisis la economía es uno de tantos. Se debe detallar como recuperaremos el sector eléctrico, el de agua potable y saneamiento, el de hidrocarburos, el de desarrollo urbano y vivienda, la salud, la educación, la economía, etc. La gente quiere creer, pero necesita que sus líderes sean claros y contundentes, que sus propuestas sean profundas y no que sientan que les están recitando un eslogan. Una cosa muy importante que hay que hacer, es lograr la creación de una red de interrelaciones entre los partidos y los sectores populares para encauzar el descontento de los pobres e impedir, o por lo menos ordenar, el caos.

Aunque los expertos del área agroalimentaria nos vienen diciendo que tomará años restituir los canales de abastecimiento y comercialización, y yo comparto esa tesis, el Vicepresidente de Alimentos de Polar, piensa que esto no tomará tanto tiempo. Igual el grupo Ricardo Zuluaga, cree que normalizar el servicio eléctrico nacional podría tomar alrededor de dos años. Ojalá estas buenas noticias se conviertan en hechos, con lo cual el país se reconstruirá más rápido.

Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 26 de Mayo de 2016

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