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miércoles, 25 de mayo de 2016

Profesores universitarios están sobreviviendo a punta de “tigres”


Por Gabriela Rojas


Casi la mitad de la nómina docente de las universidades públicas recibe sueldos que están igual o por debajo del salario mínimo

Maestrías, especializaciones, doctorados. Investigación, innovación, proyectos, análisis, conocimiento. Diez, quince, veinticinco años de experiencia, toda una vida dedicada a la docencia. Y aún así gastan más para llegar a las universidades donde trabajan que el día de salario que perciben. Los profesores universitarios están subsidiando la educación superior, según reconocen hasta las autoridades de las casas de estudio donde desarrollan sus carreras. Y un porcentaje que va en aumento engrosa la lista de los emigrantes que se van a trabajar en otras universidades del mundo con ofertas salariales que rondan los 3 mil dólares mensuales.


A punta de “tigres”, el recurso humano más calificado del país consigue sobrevivir día a día en medio de una economía inflacionaria que les come la quincena incluso antes de que la depositen. Eso sí, cuando la depositan.

La de las letras... y las tortas

Eritza Liendo, profesora asociada tiempo completo. UCV. Docente de Literatura, Castellano, Narrativa. Maestría en Literatura Latinoamericana. 20 años de experiencia.

                                          Fotos: Jhonatan Lanza

La profesora Eritza Liendo se mueve todos los días en Metro para llegar a sus clases en la UCV. En muy contadas ocasiones falta al encuentro con sus estudiantes pero cada vez son menos las horas que permanece en el campus, muy a su pesar, por todo lo que disfruta estar en la UCV.

Las razones le sobran. Desde hace tiempo debe compartir su dedicación universitaria con otros oficios en los que puede obtener ingresos extras que le permitan seguir trabajando como docente: vivir con 10.500 Bs quincenales sería más un acto de magia que de docencia.

Debido a su perfil como especialista, o mejor dicho, por ser una apasionada del lenguaje, la requieren de diferentes sitios para que dicte asesorías, talleres o cursos que necesitan su nivel de conocimiento. Pero en medio de una escasez generalizada, el buen uso de las palabras también ha ido desapareciendo de las prioridades nacionales.

Así que con mayor frecuencia, Liendo saca a relucir otro talento que la destaca: la repostería.

“Toda la vida me ha gustado cocinar, lo disfruto mucho, pero la idea de convertirlo en negocio me rondaba desde hace ocho años y nunca lo había concretado”. Hasta las vacaciones académicas de 2014 cuando su habilidad por la cocina se convirtió en emprendimiento.

La docente comenzó a recibir encargos de postres y desde ese entonces no ha dejado de hacer los dulces que deleitan los paladares de una clientela en ascenso, muchos de ellos, quienes han sido sus alumnos en las dos décadas que lleva frente al pizarrón. Y mientras las tortas crecían a su sazón en el horno, su recibo de pago universitario se hacía cada vez más famélico.

"La repostería representa un ingreso extra, que por supuesto, se multiplica considerablemente en fechas como Navidad. Es un emprendimiento que disfruto porque me gusta el placer de hacer", explica Liendo sobre esta dedicación minuciosa que significa dedicar una parte importante de sus días a la repostería.

Pero con la misma minuciosidad con la que define un glaseado señala, día tras día, semestre tras semestre, los errores ortográficos o incoherencias de la sintaxis que pasan por sus manos cuando evalúa a sus alumnos. Decenas de estudiantes la recuerdan –para bien o para mal– por las lecciones aprendidas en clase porque su pasión por enseñar a escribir correctamente es algo que marca a todos los alumnos que se han sentado en un pupitre delante de ella.


“Amo entrañablemente a la UCV. No me veo haciendo una vida laboral prescindiendo de la universidad”, y así va pronunciando con énfasis, sílaba a sílaba de esta oración, con la convicción de aquel que jamás deja de lado el oficio de enseñar. 

Nada de romántico hay en sus palabras. Con la misma rigurosidad con que corrige prácticas narrativas, fustiga las precarias condiciones laborales con las que lidia todos los días. Calcula que sus gastos básicos para mantener casa, mercado y servicios básicos rondan los 120 mil Bs mensuales, pero toda la preparación que la ha llevado al penúltimo escalafón de la carrera docente apenas le sirve para cubrir 10% de sus necesidades.

Por eso evita sacar la cuenta diaria de lo que representa en su presupuesto ir a la universidad: desayuna y almuerza en casa y consume lo estrictamente necesario mientras está en clase. Y aunque prefiere obviar ese cálculo, no significa que no se dé por enterada de la precaria situación que enfrenta como profesora. "No podemos hacernos de la vista gorda de este desastre en el que han convertido a las universidades pero debemos estar por encima del desmadre. Los docentes nos mantenemos en la universidad por convicción y por eso prefiero centrarme en ser un agente multiplicador del conocimiento, porque la transformación del país ocurre en las universidades", dice Liendo.

"Dada la deficiencia de recursos, quienes financian la educación en este momento, terminan siendo los profesores porque el déficit de salarios no da para vivir", agrega Francisco José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

Lo saben en carne propia los docentes. Desde 2009, la crisis universitaria está determinada por un cerco presupuestario en el cual los sueldos y beneficios de los profesores fueron las primeras víctimas. Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de la UCV (Apucv), hace un recuento del saldo negativo que se está haciendo evidente: el salario más elevado de un docente con el escalafón más alto en la UCV gana 36 mil bolívares y el que ingresa nuevo aunque tenga estudios de posgrado percibe 25 mil bolívares. "Estamos viendo un fenómeno cada vez más frecuente: los profesores no están viniendo a trabajar, disminuyen la cantidad de horas de clase, no pueden sostener la dedicación exclusiva y todos lo que ingresan a la carrera docente se quedan en tiempo convencional porque tienen que tener otro trabajo", señala Márquez.

                                              Foto: Rafael Briceño

Sin contar las renuncias: de los 3.500 docentes que conforman la nómina activa de la UCV, 800 profesores renunciaron a sus cátedras en los últimos cinco años, 70 profesores de la Facultad de Medicina se retiraron en los tres últimos meses y en ese mismo período, 80 docentes más solicitaron su jubilación.


Taxistas científicos

El profesor Norberto Labrador no puede evitar explicar la situación de los docentes con la pedagogía propia de sus 25 años como docente de ingeniería en la Universidad Simón Bolívar (USB): "La curva de empobrecimiento de los docentes es brutal. Durante los tres últimos años nos hemos estado descapitalizando, o matamos tigres o invertimos nuestros ahorros en la supervivencia de la universidad. Más de 50% de los profesores gasta más en venir a la universidad que lo que representa su salario diario".

Labrador, quien preside la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar (Apusb), expone su propio ejemplo: su sueldo no supera los 1000 Bs por día, pero el almuerzo en la universidad cuesta 700 Bs (abrieron recientemente un comedor para los docentes) y si no tiene carro puede gastar 400 Bs en transporte público.

"Los compañeros están trabajando medio día porque están haciendo transporte escolar o carreritas de taxi. Hay casos que conocemos en la Asociación de Profesores del núcleo del Litoral que trabajan los fines de semana vendiendo comida en las playas para poder tener dinero durante la semana porque la quincena no les alcanza", asegura Labrador.

José Ángel Ferreira, vicerrector administrativo de la Universidad de Carabobo (UC) y miembro de la Comisión de Presupuesto de las universidades nacionales, precisa que prácticamente la mitad de la nómina docente recibe un sueldo que está por debajo del salario mínimo. En el caso de la UC, los 14 mil profesores que forman la nómina de esta casa de estudio, ya 7 mil docentes cobran menos de sueldo mínimo luego de los aumentos salariales decretados por el Ejecutivo Nacional.

El dilema de ser docente de los docentes

Una paradoja se les plantea a los profesores de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL): tienen menos "tigres" u oficios paralelos a los cuales dedicarse porque su dedicación es enseñar la docencia. La educación básica o media tampoco presenta un mejor panorama salarial, así que prácticamente los docentes que forman a los futuros profesores tienen que dedicarse a oficios artesanales como vender bisutería, poner sus carros a trabajar como taxis, hacen manicura o trabajan en peluquerías a medio tiempo y muchos venden comida o productos artesanales que sepan hacer.

"Nos han pisoteado la meritocracia. La profesión docente dejó de ser atractiva porque ni siquiera da para mantenerse. La gente no está estudiando para ser docente y ese vacío se nota hacia abajo porque el profesor no se dedica a formarse sino a buscar otras alternativas de dinero", asegura José Silvio, presidente de la Asociación de Profesores de la UPEL.

Los efectos ya se notan con las exigencias de los preparadores, los estudiantes que se acercan por primera vez a la carrera docente. Daniel Orta, preparador de Trabajo Social en la UCV, explica que en lo que va de 2016 no han cobrado ni una sola vez los 2.500 bolívares mensuales que representa de seis a doce horas semanales, lo que implica dedicación en aula además de sus clases regulares como estudiante. "Somos estudiantes que tenemos promedios mayores a 16 puntos y nos presentamos ante un jurado para ese cargo. Los que viven en ciudades satélites gastan hasta 800 Bs diarios en pasaje ¿con qué ganas van a venir a la universidad para dedicarse a ser preparador y comenzar una vida como docente?", se pregunta Orta.

                                             Foto: Rafael Briceño

El presidente de Aproupel cuenta que uno de sus colegas modificó su horario de clases en el Instituto Pedagógico de Caracas (IPC) para llegar a las 9:00 am porque hace carreras de taxi desde las 5:00 am hasta las 8:00 am, luego dicta su materia y en la tarde de nuevo sale a trabajar en el taxi. Los profesores cuentan sus historias pero evitan dar nombres porque sienten que matar tigres no debería ser la solución idónea para obtener ingresos.

Sin un atisbo de duda, cuando surge la pregunta recurrente de por qué se mantienen en las universidades, la respuesta es contundente "creo en la universidad como un ente transformador de la sociedad. No podemos darnos el lujo de perder la universidad. Si perdemos la universidad, perdemos el país", dice Silvio.

24-05-16




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