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domingo, 25 de marzo de 2018

Maestro José Antonio Abreu, una estirpe en extinción por @RUGGIEROJ



Por Josefina Ruggiero


De una estirpe en extinción, de esa que hace historia, era José Antonio Abreu, quien ha fallecido este sábado, 24 de marzo, a los 79 años de edad en la ciudad que atestiguó esa tenacidad y disciplina que definieron su obra como gerente en el mundo de la música.

Su lema tocar y luchar marcó  el camino que durante más de 48 años emprendió con su sueño de llevar la música clásica a los cuatro puntos cardinales de Venezuela, desde las ciudades más céntricas hasta los poblados más apartados a través del Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocido como El Sistema, y que agrupa a más de 500 mil niños y adolescentes.

Este Príncipe de Asturias 2012 nació en Valera, estado Trujillo. Compañeros de estudio del colegio La Salle de Barquisimeto lo recuerdan como un estudiante aplicado y meticuloso, características que le acompañaron de adulto. Su pequeña estatura no traducía la fuerza y empeño que siempre imprimió a sus decisiones y así quedó manifiesto en el programa musical más ambicioso desarrollado en Venezuela, donde sembró orquestas infantiles y juveniles en los 23 estados; ejemplo replicado en países de la región y otros continentes.

Estudió economía y también fue diputado, incluso jefe de la Comision de Finanzas  (1961-1965) y ministro de la Cultura en el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, pero más allá de estas responsabilidades, Abreu no entendía la vida sin la música y a ella se dedicó como un sacerdote. “En el futuro no debe quedar ni un niño, ni un joven fuera de la música en Venezuela. Todas las provincias tienen que estar llenas de coros y orquestas, todas. La vida cotidiana debe expresarse en música”, declaraba a AP en 2012.

En un país caribeño y de cuatro, arpa y maraca, la música clásica era vista como elitista. Esas críticas eran respondidas sin titubeo por Abreu, quien insistía en que todo niño podía ser músico y ejecutar un instrumento.  “La música hace del niño un ser especial, le abre potencialidades intelectuales y lo dignifica. Le siembra valores en el alma y le enseña a apreciar lo bello, lo noble”, era su argumento más firme en su propósito de masificar ese género.


Solía recordar a la madre Teresa de Calcuta, para quien  “lo más miserable de la pobreza no es ni siquiera la falta de pan o de techo sino la falta de reconocimiento, la falta de identidad, no ser nadie”.  Y una y otra vez reiteró que “la cultura para los pobres no puede ser una pobre cultura”; por el contrario, creía firmemente que debía ser refinada y ambiciosa.

“La fórmula del maestro Abreu era paradigmática, mas no milagrosa. Su ecuación estaba basada en la constancia, en la disciplina y en el trabajo del ser humano que, desde muy temprana edad, entendía y aceptaba el sacrificio que implica acceder a los más elevados valores espirituales”, escribió Eduardo Marturet en 2008, quien recordó entonces que Winston Churchill decía que el coraje era la mejor de las virtudes porque garantizaba la existencia de todas las otras. “Creo que la mayor enseñanza del maestro Abreu es habernos hecho entender con su forma de ser, con su manera de enfrentar la vida, que el potencial de cada ser humano es ilimitado”.

Admiradores y críticos coinciden en que la capacidad de trabajo de maestro Abreu no tenía comparación. Florentino Mendoza, director del núcleo Chacao y con 30 años en El Sistema, confiesa que los días más incómodos para Abreu siempre fueron los festivos, porque no podía trabajar. Consideraba que ya tendría mucho para descansar en la eternidad. Era un hombre inagotable que no sabía de reposos. Un problema para los médicos que lo atendían y para sus inseparables hermanas  que velaban por sus quebrantos de salud.

No hubo día o semana en el que no se levantara sin un propósito que atender. Desde los más complejos proyectos, como orquestas en Groelandia, giras por los teatros más consagrados,  hasta los detalles más pequeños como llamar a un niño de alguno de los núcleos para felicitarlo y estimularlo.

Foto: Primicias 24

24-03-18




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