CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 09 de septiembre de 2018
@CarlosRaulHer
Donde
triunfaron los movimientos totalitarios del siglo XX, se impuso en la política
el pensamiento mítico sobre el racional y la acción se promovía a través de
calumnias, himnos, consignas, que apuntaban a mover pasiones, al inconsciente y
no a la conciencia. Tanto el comunismo como el nacionalsocialismo y el fascismo
fabricaron el reino de la ideología, el engaño y las bajas pasiones, como decía
Lucio Colletti. Movilizan al público con una jerga espuria que hablaba de
clases y razas parásitas, otras oprimidas, del triunfo de los pobres, de los
pueblos a los que se negaba la felicidad y cuyo destino era construir un nuevo
mundo.
Para
el bien era necesaria una etapa de destrucción de lo existente: la revolución.
Por obra del mito, simples autocracias criminales, ineficientes y sinvergüenzas
dejaron de llamarse gobiernos para convertirse en “la revolución” y así
justificar todos sus fracasos y miserias. Y de ese mito matriz, deriva una
mitología, un tejido de submitos, que contagian al resto de la sociedad,
intrasistemas complejos de turbideces que se toman por valores morales o pos
“verdades” (ahora tenemos también pos verdades) para éxito de los autócratas.
Esa
mitología se extiende a toda la sociedad, incluidos los opositores.
Trágicamente nos descubrimos pensando y hablando como quieren los seis
demiurgos revolucionarios, que deben estallar en carcajadas cada vez que
pisamos sus minas ideológicas. Parte del síndrome es lo ocurrido con el llamado
carnet de la patria, un instrumento del gobierno para sus usos clientelares,
reparto de la renta y tarjeta de racionamiento en otros casos. Pero grupos de
nuestros sectores ilustrados (¿?) lo han convertido en una especie de batalla
de las Termópilas.
La dignidadddddddd
En
ella se prueba el valor, el heroísmo, la dignidad, palabra que se gastó de
tanto usarla. Algunos de los que dignamente no lo tienen, se sienten en
homérica beligerancia al lado de Leonidas contra cientos de miles de persas.
Los millones de ciudadanos normales y sensatos que tienen su carnet o lo
tendrán (en este último grupo me incluyo) han sido declarados traidores a los
sagrados principio que inventaron entre el gobierno y ciertas ramas de seudo
opositores con mucho tiempo libre. Bastante se ha dicho que tal dignidad no se
veía afectada por Cadivi.
Para
obtener dólares baratos hacían llevar al solicitante unas carpetas que de tan
bien hechas parecían obra de Benvenutto Cellini. Ahí no se les empañaba el
honor a estos catones, pero si cuando la gente humilde tuvo que comenzar a
hacer cola para comprar alimentos y algunos atorrantes llegaron hasta la
agresión física contra ellos. Desde la desaparición de los partidos
tradicionales y la emergencia de grupos improvisados de clases medias, sin
experticia en el arte político, los mitos mayores y menores proliferan en la
ingenuidad.
Los
mitos siempre han existido y tuvieron gran fuerza en sociedades del pasado, las
llamadas prelógicas por el antropólogo francés Lucien Levy-Bruhl. Con la
modernidad, la ciencia y la razón analítica ocuparon gran espacio ideológico,
pero la redención social trajo otra vez el engaño, los falsos problemas para
disfrazar los verdaderos. Los movimientos totalitarios juegan fríamente con las
emociones de las clases medias, las más fácilmente manipulables al tocarles
supuestos valores, no así las clases populares, obligadas a ser más
pragmáticas.
Anzuelos de colores
El
gobierno hace lo que le da la gana con sectores críticos al ponerlos a morder
coloridos anzuelos éticos. Otra de esas trampas cazabobos es la tal Asamblea
Constituyente, una fórmula estrafalaria para llamar a un simple ministerio de
triquiñuelas. Fuimos tan ilusos como para preferir que se sacrificaran los
pocos gobernadores electos con tal de no profanar la dignidad ¿o virginidad?,
al juramentarse en la “constituyente”. ¿Y qué pensarán los dignos de que Zulia
cayera en manos que lo destruyen premeditadamente por venganza. En el exilio
hay gente respetable, muchos a quienes aprecio y considero amigos.
Pero
de la chapucería de algunos fallidos políticos surgen aberraciones que dieron
K.O a la oposición. Esenciales para la mitología cosas tales como la abstención
(hasta que lo lograron el 20-M con efectos conocidos), la prédica de “con ese
CNE”, la virtud del voto manual frente al electrónico. Ahora parece que inventan
una presidencia en el exilio sin entidad y que dice muy poco de bueno al país.
Eso de disfrazar la política de moral es propio de la antipolítica, el
autoritarismo y el totalitarismo y algunos cabecillas opositores solo hablan de
esas tonterías, aderezadas del alto precio de los huevos o de las papas.
No
existe razonamiento estratégico y todo se derrumbó. Y dentro de la oleada
destructiva, calumnias, fake news de la fauna radical tuitera, de la que nos
ocupamos con frecuencia, pareciera que ahora le toca a este periódico. Algunos
que gracias a El Universal tuvieron renombre no muy merecido y que hoy no están
en sus páginas, conspiran para desacreditar uno de los pocos diarios que
sobreviven y montan una tramoya con la excusa del carnet de las Termópilas en
la que el impudor hace que algunos hablen de grabaciones hechas a reuniones
privadas de trabajo. Volveremos.
Carlos
Raúl Hernández
@CarlosRaulHer
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