Por Henrique Capriles
Luego de dos décadas
destrozando la economía nacional, el gobierno pretende hacernos creer que están
dispuestos a liberar la economía. Sin importarles, como si se tratara de unos
secuestradores, confiesan que mantienen secuestradas las libertades económicas
de los venezolanos, porque sólo se puede liberar aquello que está privado de su
libertad.
A estas alturas, tres
semanas después de los fracasados anuncios que hizo Nicolás Maduro, a cada paso
siguen poniendo en evidencia su crueldad y su empeño en no ceder, así tengan
que llevarse por el medio a todo el pueblo venezolano.
Empecemos por un anuncio que
el aparato propagandístico ha intentado invisibilizar a punta de mentiras y
efectos especiales: el nuevo costo de la caja CLAP, un instrumento de extorsión
hambreadora del cual dependen muchas familias, quienes ante la escasez y la
inflación, no les ha quedado de otra.
Vayamos paso por paso, para
que todos puedan sacar esta cuenta y entender lo que hay detrás de toda la
demagogia que en Miraflores hacen llamar “soberanía alimentaria”.
Después de que el propio
gobierno aumentara los precios de cincuenta productos de la canasta básica, le
avisó a su militancia que los productos de la caja CLAP también subirían.
Todo esto en medio de la
reconversión monetaria. Y por eso es que aquí empezamos con los números: no a
todo el mundo le llega el mismo tipo de caja CLAP, pero había quienes pagaban
entre 25.000 y 35.000 bolívares fuertes. Un monto, por cierto, que es imposible
de transar en bolívares soberanos. De modo que sólo con la reconversión ya se
les duplicaba el costo de 0,25 bolívares soberanos a 0,50, porque es el monto
mínimo que se puede pagar en esta nueva moneda que ya nació devaluándose.
Piensen ahora en una familia
donde el último precio que pagaron por esa caja de alimentos hipersubsidiados
fue menos de un bolívar soberano. Ahí mismo les vino otro golpe: el Ministerio
de Alimentación anunció los supuestos “precios justos acordados” para cincuenta
productos de la cesta básica. Pónganse en el lugar de alguien que dependía de
una caja CLAP y se entera de que la única otra opción que tienen para comprar
alimentos se la acaban de aumentar más de mil porciento.
¿Se dan cuenta del mecanismo
perverso que hay detrás de eso? Le dicen a la gente que les van a aumentar el
sueldo, aunque nadie sepa cómo, pero suben los precios y los impuestos antes de
que la gente vea siquiera la primera quincena. ¡Eso en caso de que siga
teniendo empleo y no forme parte de las nóminas que tuvieron que cerrar o
declararse en bancarrota!
Aumentan los precios de una
manera desorbitante con el único fin de mantener secuestrados a quienes menos
tienen para hacerlos depender más y más del capricho político de quienes
manejan el partido del gobierno.
Aun así, su
irresponsabilidad ha llegado todavía más lejos. Quienes administran a su antojo
las bolsas y cajas del CLAP empezaron a subir los costos por su lado, alegando
un flete que debería salir del presupuesto del Estado. Súmenle a esto que la
escasez generada en los rubros más básicos ha creado lo que pasa siempre que
hay controles de precio: un mercado negro con todos los incentivos para vender
los productos del CLAP a un precio mucho más alto del hipersubsidiado.
En resumen: las políticas
públicas sirviéndole en bandeja de plata el hambre de la gente a los
bachaqueros.
Y si vamos a lo que algunos
llaman “la caja completa”, que según he podido tener constancia a algunos les
costaba hasta el mes pasado 135.000 bolívares fuertes (es decir: 1,35 bolívares
soberanos), esta semana el señor Freddy Bernal ha comunicado que empezará a
costar 100 bolívares soberanos. Así mismo: con todo y el hipersubsidio. Saquen
la cuenta de la hiperinflación monstruosa que metieron en las casas de un solo
plumazo estos irresponsables.
Hay que medir la gravedad de
que una caja de alimentos subsidiados, de la noche a la mañana, pase de costar
una miseria a empezar a costar lo que hasta la semana pasaba significaba tres
salarios mínimos.
Porque hasta la semana
pasada eso eran cien bolívares soberanos: tres salarios mínimos. ¿Qué es lo que
pretenden? ¿Que la gente se resetee, confiando en una quincena que todavía
nadie les ha explicado cómo les va a llegar? ¿Quieren que la gente olvide todas
y cada una de las mentiras que nos trajeron hasta acá?
Es que la espiral
hiperinflacionaria que se niegan a reconocer, es tan grande e inevitable que
hasta se les metió en ese manojo de mentiras que es cada una de las cajas CLAP.
Escribo esta columna desde
nuestro Nueva Esparta, uno de los estados del país donde más excusas le han
puesto a esta canallada del hambre y los servicios. Hablando con unas amas de
casa en la misa, tomé apuntes rápidos que develan más de esta mentira. Porque
hay que saber que detrás de este supuesto programa social hay un montón de
enchufados importando alimentos que siguen metiéndose la misma bola de plata.
¡Y en dólares!
Supongamos que la caja
traiga todo lo que promete. Bueno: nada más con las tres bolsas de harina de
maíz que regularon a 20 bolívares soberanos van más de la mitad de los 100
bolívares. ¡Y para más colmo es una harina que ni siquiera sirve para hacer
arepas! Como los enchufados la importan desde México, donde el maíz es
procesado de manera distinta, no sirve hacer empanadas ni arepas, así que igual
hay que comprar de las marcas comerciales porque ésta nada más sirve para
rendirla. Si a eso le suman el kilo de harina de trigo, que lo regularon en más
de 50 bolívares soberanos, ya el resto de los productos se convierten en el
incentivo del bachaquero que lo revende todo.
Bueno, todo excepto la leche
en polvo, que ya se demostró es una farsa de las más bajas. ¡No se las compra
nadie! Pero más allá de eso, pensemos en que es una mentira que pone en riesgo
la salud y la nutrición de la población infantil.
¿Se puede ser más desalmado
que alguien que juega con el hambre de nuestros niños de los pueblos campesinos
y los barrios?
Sacando esta cuenta, la
equivocación reiterada del control de precios y los CLAP sólo agravará la
especulación y la escasez de harina, arroz, granos, leche, mayonesa, salsa,
aceite y pasta, para no extendernos. Porque cuando pregunté por el café, las
mujeres se echaron a reír para no llorar. “¡Desde hace cuánto no nos llega
café, mijo! Yo cuando consigo de milagro y puedo colar una vez al día”.
¡Hasta eso se robaron en el
régimen! La posibilidad de que alguien se cuele un café para pensar cómo salir
de todo esto ya es un imposible.
En cada espacio donde entra
la responsabilidad de las políticas públicas de estos irresponsables hay miedo,
manipulación, violencia. Por eso hay que tener cuidado a la hora de creer que
el único mecanismo de extorsión que aplican desde Miraflores es el mal llamado
carnet de la patria.
Fíjense en lo que le han
hecho a los pensionados: como a ellos no podían ponerlos a esperar ni tienen un
empresario al cual echarle la culpa, han decidido prácticamente torturarlos.
Dividirles la pensión de septiembre en cuatro partes y hacerlos pasar
practicamente todo el mes en una cola no es sino eso: una cruel y
malintencionada tortura. Sin embargo, los pensionados ya han hecho reclamos
significativos y en el gobierno saben bien que con la rabia del pueblo no se
juega.
¡Y el pasaje! En el Metro de
Caracas están haciendo un ridículo rotundo: después de que en Caracas dejaron
en ruinas lo que alguna vez fue el mejor sistema de transporte subterráneo del
mundo, hoy pretenden tirar un aumento del pasaje y no tienen ni las máquinas ni
el personal para poder aplicarlo. Una vergüenza… y eso que todavía no han
terminado de implementar el denigrante sistema de cobro de la gasolina que
anunciaron sin ningún éxito.
Además, creo que en toda la
historia de Venezuela no ha habido peor patrono que este gobierno. No sólo se
le va gente de estatales como PDVSA y Corpoelec, que alguna vez fueron el lugar
donde cualquier joven soñaba trabajar. ¡Se les está yendo gente de las Fuerzas
Armadas, desde la tropa desertando hasta el alto mando adelantando jubilaciones
que aligeren la salida. Ya no les importa la carrera, sino el hambre y la
inseguridad que viven sus familias.
¿Creen que el pueblo no les
tiene medidas cada una de sus farsas? Expropiaron la mayoría de las plantas
productoras de harina de maíz, las plantaciones y las importaciones. No
solucionaron nada. Tienen el monopolio nacional del azúcar refinada porque se
cogieron los centrales azucareros. No hay azúcar. Luego vinieron los lácteos y
el aceite y el café y la carne y las verduras y las importaciones. Terminaron
hasta con los cereales y los empaques. Son los únicos culpables del hambre y de
la escasez por su modelo de destrucción, pero todavía pretenden hundirmos más
en la miseria.
Destruyeron la capacidad de
producción nacional y, de ñapa, le entregaron las importaciones y las divisas a
sus compinches. Y el pueblo lo sabe: ya no tienen otra salida que aplicar la
extorsión por medio del hambre, pero cada vez le quedan menos familias
dispuestas a empeñar su vida por una trampa tan vil como ésa. La cantidad de
líderes de barrios y del campo que han perdido es enorme. La cantidad de gente
que se decepciona a diario aumenta. Y la generación de jóvenes que no tenían
con qué comparar su alcance y nivel del vida ya abrió los ojos y sabe que éste
no es el país que merecen.
Es momento de hacer entender
a quienes dependen de la extorsión del CLAP que se trata de una farsa. En mis
redes hemos ido montando un material que nos ayudará a desenmascarar a los
farsantes. Quienes seguimos en el país tenemos que hacernos cargo del cambio
necesario y eso pasa porque cada quien entienda lo que estamos viviendo. Así
dependan de esa caja de comida. Así sientan que sin el carnet de la patria no
podrán seguir. Así crean que no hay salida, sólo podremos lograr el cambio haciendo
que la gente entienda dónde estamos parados y por qué el gobierno hace lo que
hace.
Cada cola de pensionados se
convierte en un lugar para explicar y protestar. Cada día en el mercado. Cada
cola esperando el transporte. Cada vagón de metro. Cada salón de clases, cada
oficina, cada junta de vecinos. Cada cafetín, cada bodega, cada partida de
básquet. Ellos tienen los medios y la violencia, pero nosotros tenemos a la
gente. Y nuestra gente debe entender que vale mucho más que una caja de comida
que no ha sido pensada para paliar el hambre sino para perdurar en el Poder.
Nosotros estamos en todas
partes y ellos sólo están en el hambre y en el miedo. Nosotros somos más.
Nosotros somos el futuro.
¡Qué Dios y la Virgen del
Valle bendigan y protejan a nuestra Venezuela! Pensemos en el futuro y sigamos
adelante.
09-09-18
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