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miércoles, 19 de febrero de 2020

Muchos acuerdos y una discrepancia con Luis Ugalde por @Leonardo4619



Por Leonardo Carvajal


Yo acostumbro a decir, más en serio que en broma, que hay varios tipos de ciencias: las ciencias sociales; las ciencias físicas, naturales y exactas; y las ciencias inexactas (como la politología). Porque si hay algo difícil de comprender, calibrar y predecir es el fluctuante comportamiento de los grupos humanos en su relación con el poder y los liderazgos políticos. Dos ejemplos al canto: una muchedumbre recibió a Jesús de Nazareth con palmas y vítores un Domingo de Ramos y otra muchedumbre, de la misma ciudad, cuatro días después, prefirió que los romanos lo crucificaran en vez de al malandro Barrabás. Y en Caracas, el mismo pueblo libertario que se alzó el 23 de enero de 1958 contra una dictadura, votó por Pérez Jiménez para hacerlo senador en diciembre de 1968.

Dicho lo cual, paso a mencionar que las tres figuras públicas por las que he sentido mayor respeto en las últimas décadas y con las que he tenido mayor sintonía de ideas, han sido Teodoro Petkoff (el político intelectual); Alberto Quirós Corradi (el empresario intelectual); y Luis Ugalde sj (el sacerdote intelectual). Tuve la suerte de conocer personalmente a los tres, pero a quien más he tratado y más ha influido en mis ideas ha sido Ugalde.

Por decirlo abreviado, fue mi profesor de Psicología, en cuarto año de Humanidades, en el Colegio San Ignacio, hace más de medio siglo; me invitó, en 1997, a prologar una antología de escritos suyos sobre educación; y en 1999 me propuso ser profesor en la UCAB, a lo que accedí con gusto. A partir de allí, fue mi rector durante once años. De Ugalde, pues, siempre leo lo que escribe. Y casi siempre admiro la lucidez de quien tiene tres licenciaturas en sus alforjas intelectuales: de Filosofía (en Colombia), de Teología (en Alemania), de Sociología (en Venezuela); y un doctorado en Historia (en Venezuela). Pero como la política es terreno incierto y complejo, en ocasiones discrepo de alguno de los enfoques del admirado Luis Ugalde sj.

Comenzaré, entonces, por señalar algunas de sus visiones políticas con las que concuerdo y que creo que deberían ser asumidas sin ambages por la dirigencia opositora. La primera es la de la necesaria reconciliación como clima social y político de una Venezuela nueva. Ugalde dice que “la reconstrucción de Venezuela parece imposible sin un gran acuerdo de salvación nacional concretado en un gobierno de transición que incluya a buena parte de los que fueron y de los que todavía son chavistas” (El Universal, Acuerdo obligado, 20-09-2018). Y más adelante lo reiteraba: “Sin los que son o fueron chavistas no habrá ni democracia ni reconstrucción”, añadiendo que para él un gobierno de transición debe estar centrado “en la reconstrucción y no en la revancha ni en la venganza” (El Universal, Transición, 10-05-2019).


Este atrevimiento de Ugalde, el de destacar que en una etapa y gobierno de transición será indispensable el concurso de todos, incluyendo a los chavistas decentes y capaces, muy poco ha sido asumido por la dirigencia opositora que se ha dejado influenciar en demasía por el odio polarizador desatado en las redes sociales en los últimos años. Incluso, va más allá el sociólogo e historiador Ugalde y ha llamado varias veces a una “negociación específica con la Fuerza Armada” y ello “para garantizar su aporte constitucional a la democracia y su presencia y responsabilidad constructiva en la transición, con exclusión del control militar-policial cubano sobre Venezuela” (El Universal, Transición, 10-05-2019).

Al plantear esta tesis -de la negociación con la Fuerza Armada para su participación en la transición- se aleja Ugalde de la contraproducente bipolaridad en la que buena parte de la oposición se ha manejado en relación con el mundo militar: suplicarles un día que intervengan para acabar con el gobierno de Maduro e insultarles al siguiente día porque lo siguen apoyando. Todavía avanza más Ugalde y con perspicacia geopolítica ha indicado que para buscar el cambio del actual infierno, hará falta contar “con la aprobación pragmática y realista, incluso de rusos y chinos” (El Universal, Sufrimiento nacional y elección libre presidencial, 07-02-2020).

Para resumir, estoy de acuerdo con los enfoques de Ugalde, en torno a contar con los chavistas, con los militares y con los gobiernos ruso y chino (no así con el cubano) para iniciar una transición política de la actual dictadura a una democracia. Ahora bien, ¿cómo lograr esa transición anhelada? Ugalde cree en dos procesos simultáneos: los acuerdos para iniciar la agenda de transición y enfrentar “la terrible emergencia humanitaria, con la reactivación económica y con la eliminación negociada de sanciones por cada paso positivo de parte del régimen” (El Universal, Sufrimiento nacional y elección libre presidencial, 07-02-2020). En esta visión también lo acompaño.

Pero discrepo del énfasis que pone Ugalde en la elección presidencial a realizarse en el 2020. Yo también la quiero, al igual que él y que Guaidó y que muchísimos. Pero hay diferencias en los énfasis. En primer lugar, entre Juan Guaidó y Luis Ugalde. Porque el primero solo exige la elección presidencial y se olvida y hasta menosprecia las parlamentarias, mientras que para Ugalde “son necesarias ambas elecciones a fin de año” (El Universal, Sufrimiento nacional y elección libre presidencial, 07-02-2020).

Yo, por mi parte, digo que ojalá podamos, en sintonía con Luis Ugalde, realizar las dos elecciones, parlamentarias y presidencial, este año; pero que si solo fuesen posibles las parlamentarias habría que participar “con todos los hierros”, porque no debemos regalar ese bastión institucional al gobierno de Maduro, quien así completaría su telaraña dictatorial. Al respecto, Ugalde escribió que “Con solo parlamentarias, la tragedia y el sufrimiento nacional se agravarán”. Allí, en este importante matiz, discrepo.

Si entendemos la lucha política con realismo, una clamorosa victoria de las fuerzas democráticas en las parlamentarias (canalizando la enorme ventaja que supone el 85% de rechazo popular contra Maduro), además vista por los ojos de todo el mundo, sería otro argumento de presión para desbloquear a la Fuerza Armada, a los rusos y a los chinos, a fin de que el hasta ahora recalcitrante Maduro entendiese que en el 2021 deberían celebrarse las elecciones generales para todo el Poder Ejecutivo: las de gobernadores y alcaldes previstas constitucionalmente, en las dimensiones regional y municipal; y la de presidente de la República, en la dimensión nacional.

Vale la pena pensar que, con mucha frecuencia, “lo mejor es enemigo de lo bueno”, sobre todo si algunos se aferran de manera voluntarista a la lógica del “todo o nada”.

19-02-20




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