Editorial
Los sectores
democráticos del país tienen un imperativo moral de limar sus asperezas y hacer
las autocríticas necesarias y conversar, como lo hicieron los 27 partidos
democráticos que decidieron no participar en el fraude electoral que está montando
la dictadura. De esa manera, junto a nuestros aliados internacionales, se
logrará una estrategia para ejercer presión y enfrentar a Nicolas Maduro a fin
de lograr a corto plazo una solución a la crisis política que está literalmente
acabando con nuestro país.
Hacer un frente común
no significa renunciar a las diferencias ideológicas o éticas y morales que
constituyen el fundamento esencial de toda organización política o de la
sociedad civil organizada. La meta es salir de Maduro y constituir un gobierno
de emergencia nacional que prepare las condiciones necesarias para realizar
unas elecciones presidenciales libres y supervisadas internacionalmente que
permitan elegir a quien le corresponda gobernar a Venezuela por los próximos 6
años.
Pero para que ese
gobierno tenga éxito y pueda sacar el país adelante, más que elegir la persona
que asumirá ese reto, habrá que elaborar y suscribir un acuerdo como el de
Punto fijo, que aseguró las bases necesarias para transitar de una dictadura a
una democracia, y que luego fue respaldado con la elaboración y puesta en
marcha de la Constitución de 1961 .
La historia no
perdonará que los demócratas venezolanos de hoy no sean capaces de hacer lo que
en su tiempo lograron Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba.
Creemos que esa tarea
es realizable porque ya que la oposición se desprendió de alacranes y otras
sabandijas, los que quedan son todos demócratas que desean que desaparezca de
una vez por todas la infame dictadura que destroza lo poco que queda incolumne
en nuestra nación.
07-08-20
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