José Ignacio Gerbasi 07 de noviembre de 2024
No
dudo que Venezuela recuperará su democracia y se convertirá en un país de
primer mundo. Sin embargo, siempre surge la pregunta: ¿cuándo? Esta pregunta, a
menudo cargada de decepción, refleja la impaciencia y el deseo de ver cambios
inmediatos. Pero es crucial entender que el tiempo de uno no es igual al de
otro, y menos en situaciones sociales complejas. Cada sociedad crece a su
propio ritmo, y eso no está mal.
La dirección es más importante que la velocidad. En la vida, y especialmente en los procesos sociales, lo esencial es mantenernos en el camino correcto, aunque el avance sea lento. Vamos a salir de esta situación, como individualmente hemos superado tantas otras. Cada paso que damos, por pequeño que sea, nos acerca a nuestro objetivo.
Se han
logrado muchas cosas, y lo mejor es que se han logrado dando ejemplo de
ciudadanía. Hay una dirección clara, un liderazgo que nos guía, nos protege y
nos da orden. Como dijo Juan Pablo II: “El futuro empieza hoy, no mañana.” Es
en el presente donde debemos sembrar las semillas del cambio, con la certeza de
que florecerán en el futuro.
Así
como hay cosas que pasan por algo, hay otras que por algo no pasan. A veces,
los obstáculos y las demoras tienen un propósito. Nos enseñan paciencia, nos
fortalecen y nos preparan para recibir lo que realmente merecemos. Steve Jobs
dijo: “A veces la vida te va a golpear en la cabeza con un ladrillo. No pierdas
la fe.” Mantener la fe y la esperanza es fundamental en nuestro camino hacia la
democracia.
La
resiliencia es clave en este proceso. La capacidad de adaptarnos, aprender de
nuestras experiencias y seguir adelante es lo que nos permitirá alcanzar
nuestros objetivos. Como dijo Nelson Mandela: “La mayor gloria no es nunca
caer, sino levantarse siempre.” Cada caída es una oportunidad para levantarnos
con más fuerza y determinación.
El
amor y la unión son esenciales. No podemos permitir que el odio y el rencor nos
dividan. Como bien dice una sabiduría popular: “Tener odio es como tomar veneno
y esperar que el otro muera.” Debemos enfocarnos en el amor por nuestros seres
queridos, en la amistad y en la solidaridad. La felicidad se encuentra en los
pequeños gestos de amor y comprensión.
En el
deporte, encontramos un ejemplo claro de resiliencia y trabajo en equipo. Los
atletas entrenan incansablemente, enfrentan derrotas y se levantan una y otra
vez. Su éxito no llega de la noche a la mañana, sino a través de años de
esfuerzo y dedicación. Así también, nuestra sociedad debe trabajar unida, con
paciencia y perseverancia, para alcanzar la democracia y el bienestar.
La
historia nos ha enseñado que los cambios significativos no ocurren de un día
para otro. Cada sociedad tiene su propio tiempo de crecimiento, y eso no está
mal. Lo importante es mantenernos en la dirección correcta, con la certeza de
que, tarde o temprano, alcanzaremos nuestros objetivos.
María
Corina Machado, a pesar de las dificultades y la persecución, sigue inspirando
a muchos con su determinación y su mensaje de esperanza. En un reciente mensaje,
ella dijo: “Son horas oscuras, pero lo vamos a lograr. Venezuela será libre y
vamos a traer a nuestros hermanos de vuelta a casa.”
Un
ejemplo histórico de cómo las cosas suceden más rápido cuando se hacen bien, en
paz y con amor, es la transición pacífica de Sudáfrica del apartheid a la
democracia. Nelson Mandela y otros líderes trabajaron incansablemente para
lograr un cambio significativo sin recurrir a la violencia, demostrando que la
paz y el amor pueden acelerar el proceso de transformación social.
En
conclusión, la esperanza en el cambio es fundamental. Debemos mantenernos
firmes en nuestra convicción de que Venezuela recuperará su democracia y se
convertirá en un país de primer mundo. La dirección es más importante que la
velocidad, y cada paso que damos nos acerca a nuestro objetivo. Sigamos
adelante, con amor, unión y resiliencia, sabiendo que el futuro que deseamos
está al alcance de nuestras manos.
Vamos
por más…
José
Ignacio Gerbasi
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