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jueves, 3 de junio de 2010

Indiferencia y compromiso en los venezolanos, caso Franklin Brito


Por Golcar Rojas

El 31 de mayo de 2010 ha sido un día de esos en los que tuve oportunidad de aproximarme y experimentar en primera persona lo mejor y lo peor que puede llevar dentro de sí un ser humano.

Pasar el día tratando de reunir firmas en apoyo a una petición a la Cruz Roja Internacional para que interceda a favor de Franklin Brito, quien lleva meses en huelga de hambre pidiendo justicia en el caso de la incautación de sus tierras por parte del gobierno, me confirmaron que los seres humanos, en este caso particular, algunos venezolanos, podemos tener sentimientos sublimes de solidaridad con nuestros semejantes; pero también podemos demostrar una profunda indiferencia y que lo que le pase al vecino no nos importa en lo más mínimo.

Cronológicamente, la cosa es más o menos así:
Poco tiempo después de levantarme, al consultar mis correos electrónicos y mi facebook y twitter, me consigo con que la periodista Elsy Manzanares y Luis Brito, el fotógrafo conocido por los amigos como “El Gusano”, andan en un corre-corre de mensajes que van y vienen en los que se involucra al señor Franklin Brito, que no tiene ningún parentesco con “El Gusano” a pesar de la similitud de sus apellidos.

Como el caso de Franklin Brito me ha sensibilizado desde hace meses y, tanto Elsy como “El Gusano” forman parte de mis afectos, y porque, como diríamos entre los panas, soy “nalgas prontas” y “no aguanto dos pedidas”, me puse en autos y, una vez al tanto de la situación me involucré, e involucré a otros tantos “nalgas prontas” más conocidos para, en cambote, dedicarnos el día entero a acosar a nuestros contactos, amigos y familiares, pidiendo que nos enviaran número de cédula de identidad y nombre completo, si estaban de acuerdo en apoyar la solicitud que se le entregaría al día siguiente al señor Zoran Jovanovic, Jefe de la delegación de la Cruz Roja Internacional para pedir que ese organismo humanitario realizara acciones a fin de ayudar a Franklin Brito en su reclamo de justicia y evitar su posible muerte al no querer deponer su huelga de hambre y encontrarse seriamente afectada su salud.

Cristian Espinosa, Josué Colina, Alba Valderrama y yo desde Maracaibo y Bibiana Balestrini desde Mérida comenzamos la tarea de enviar mensajes a todos nuestros contactos tanto vía teléfonica como a través de las redes sociales Facebook y Twitter.

Las respuestas de quienes contactamos no dejaron de sorprender. Encontramos a los que inmediatamente respondían los mensajes con un “sí quiero. Este es mi nombre y número de cédula”, a quienes no tenían ni idea de quién es Franklin Brito ni mucho menos de su situación pero se interesaron y al informarles enviaron sus datos. No faltaron los que siempre tienen una idea mejor y en lugar de enviar lo pedido comenzaron a proponer acciones paralelas, algunos de estos, finalmente, firmaron la solicitud, otros no.

Por último, no faltaron -por el contrario, abundaron-, quienes sencillamente no se dieron por enterados de la petición que les estábamos haciendo. Muchos de estos son los mismos que viven diariamente quejándose de la situación del país, de los abusos del régimen y de lo invivible que se ha vuelto Venezuela. Un montón de los que viven con el “¿HASTACUANDO?” en la boca pero que a la hora de aportar su granito de arena para encontrar una salida, voltean a mirar al cielo como si la cosa no es con ellos.

Supongo que cada quien tendrá su excusa para justificarse, ante sí mismo, más que ante los demás, de semejante actitud. Algunos dirán que le tienen

pavor a formar parte de otra “lista Tascón”, otros se escudarán diciendo que están en un cargo público o que de alguna manera se están beneficiando con el gobierno y que de aparecer su nombre en semejante carta les perjudicarí su sustento diario y muchos, sencillamente pensarán que la tragedia que viene padeciendo Franklin Brito desde hace años y que lo llevó a mutilarse un dedo y a permanecer durante meses en huelga de hambre para reclamar que se le haga justicia, no tiene nada que ver con ellos. Allá cada quien con su conciencia.

NADA Y ASI SEA

Justamente, pocos días antes, conversando vía facebook con la amiga Laura Fernández un artículo publicado en L´Express “Caracas, la cité du peur” (“Caracas la ciudad del miedo”) y las imágenes del fotoreportaje “Plongée au coeur de la violence à Caracas” (“Buceo en corazón de la violencia en Caracas”) que acompaña al artículo anterior, ambos sobre la pobreza y la violencia en la capital de Venezuela, hablábamos acerca de la indiferencia que se observa en el país sobre situaciones que deberían espantarnos.

Le decía a Laura que “El cuero se nos está poniendo tan duro con la fatal cotidianidad, que pareciera que sólo nos afectan las tragedias cuando las vivimos en carne propia. Tal vez por eso es que no nos unimos para hacer una acción contundente entre todos. TODOS JUNTOS. Sólo nos quejamos y pedimos solidaridad cuando la fatalidad nos toca a nuestra propia puerta, si es la del vecino, no sentimos que es con nosotros también.

Entonces Laura, siempre atinada y pertinente en sus reflexiones, de un solo jalón me retrocedió a años atrás, a la época cuando leí el libro citado por ella, al decirme: “Eso que refieres de nuestra realidad, tan perturbada y perturbadora, me recuerda siempre aquel libro de Orianna Fallacci, NADA Y ASI SEA. El soldado no por qué estaba en Vietnam, no era su guerra, hacía de peón, y quería profundamente a sus amigos de tropa, los que estaban en el hoyo con él. Cuando sonaban los cañones del vietcon y el blanco eran ellos, entonces él cerraba los ojos, se encomendaba a Dios, y pedía que el balazo, si iba a destrozar a alguno de ellos, que fuera a su amigo, el vecino, y no él. Y luego lloraba”.

Es que de esos materiales estamos hechos los seres humanos, unos con temores, miedos, cobardías, egoísmos, y otros con capacidad para dar la vida por sus hermanos, capaces de sacrificios innominables por sus amigos, familiares o por causas justas. “De todo hay en la viña del señor”. Y los venezolanos no somos ajenos esto.

Al final de la tarde, a pesar de todo, me sentía satisfecho con los cerca de cien nombres y cédulas de identidad que logramos juntar para acompañar la carta a la Cruz Roja de Venezuela. Me enorgullecía pensar en Sonia Camacho, la querida @mujeresdenegro de twitter, quien sintió que era su compromiso con el país y con la causa de Franklin Brito asistir a una concentración frente al Hospital Militar de Caracas, lugar donde tiene el régimen recluido a Franklin Brito contra su voluntad y que se llevaría a cabo justamente un día después de la entrega de la carta a la Cruz Roja.

Sonía, en un arranque de conciencia y sin dudarlo, a eso de las seis de la tarde, me envió un mensaje de texto desde un autobús en el que se encontraba, ya dispuesta a viajar desde Mérida hasta Caracas en un trayecto de casi 12 horas, que luego me enteré se convirtieron como en 18, con el único propósito de ser consecuente con su discurso de lucha por la libertad de Venezuela. De esta forma, la incansable líder de la agrupación Mujeres de Negro hace que discurso y acción coincidan coherentemente.

En fin, que ese día me confirmó lo que siempre he pensado: en Venezuela es verdad que hay muchos indiferentes, pero también hay una gran cantidad de personas dispuestas a entregar lo mejor de sí para superar los problemas y coherentes entre lo que dicen en sus discursos y lo que hacen en la vida diaria. A estas últimas es que me aferro cuando el pesimismo me agobia y siento que las esperanzas son inútiles.

Publicado por:
El Blog de Golcar

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