Por Gregorio Salazar
Por más esfuerzos que han desplegado Alfredo Serrano Mancilla,
el señor con aspecto de cristo de lata lanzado por Maduro a la fama, y
Pascualina Curcio, los dos grandes gurúes de la estrategia económica (?) del
régimen, parece que definitivamente no podrán barrer con las leyes del mercado.
En verdad uno tiene a veces la
impresión de que el objetivo es desaparecer hasta el último resquicio de
capitalismo y convertirnos en especies de mascotitas o semovientes que nada
pagamos, nada compramos, parasitando en toda la cotidianidad doméstica de
nuestras vidas: no se paga metro, no se paga agua, no se paga luz, no se paga
la gasolina, de las cajas del CLAP apenas si cubrimos el costo del cartón. Y
parece que la ecuación será perfecta cuando no haga falta desembolsar un
céntimo porque todo eso habrá desaparecido del mapa. Y luego seguiremos
nosotros.
Pero que la ley de la oferta y
la demanda no ha perdido vigencia en Venezuela no lo decimos por la simple
apreciación de que aún sobreviven pequeñas, medianas y unas que otras grandes
unidades económicas donde se compra y se vende, o al menos se intenta porque
reales que se diga muchos no hay. Lo decimos a partir de las declaraciones
ofrecidas por el general Christopher, ex jefe del todavía temido Servicio
Bolivariano (!) de Inteligencia Nacional (Sebin), al The Washington Post.
Con Chistopher hemos sufrido un
impacto semejante al que nos ocasionó ver al despiadado Darth Vader despojado
de su terrorífica máscara negra y reluciente. Apareció apenas un gordo, pelón y
resollante. Aquel blanco y este moreno. ¿Ese señor con aspecto de masajista de
gimnasio de medio pelo era el jefe del desalmado organismo de inteligencia que
más marcas ha dejado en el cuerpo y en el alma de los venezolanos que se
resisten a la destrucción de su patria? Caramba, entonces aquí puede pasar de
todo…
Pero vayamos a los aspectos
económicos de las confesiones de Christopher, que nos ha sumergido con mejores detalles
en ese submundo que según el TWP está integrado por “conspiradores,
oportunistas y malhechores”. Bueno, primicia no es porque eso lo sabemos el 90
de los venezolanos y el otro 10 se hace el loco.
Ha soltado Christopher desde el
fondo de su corazón todavía rojo-rojito y reteniendo una lágrima (¿una solita?)
un cúmulo de cosas sórdidas y harto retorcidas del gobiernucho de Maduro:
negocios ilegales, pactos con células terroristas y la entrega total al régimen
cubano, tanto que la última vez que quiso ver personalmente a su jefe Nicolás
le pidieron pasar por la alcabala de alguien más esbirro que él pero venido de
La Habana. Cómo serán las volteretas que se están viendo en esta desolada
colonia que nosotros, ahora mismo, en ese particular nos vemos identificado con
el antes tan repudiado jefe del Sebín y nos solidarizamos con el “ya va, ya
va…”, que apenas pudo gorgorear cuando se lo plantearon.
Pero todo eso son minucias al
lado de la gran revelación de Christopher: Nicolás estaba montado en la olla. El
moreno Maikel emitiría una sentencia reconociendo a la AN y se mantendría como
jefazo del TSJ. Decisión que sería avalada por Padrino y así Nicolás quedaba
guindado de la brocha y rumbo al desván. Pero eso necesitaría vaselina, cuñetes
de lubricantes. De allí que todo venía aparejado con la solicitud de algunos
churupos de los que llaman verdines: cien millones que, por supuesto, no eran
para costear los timbres fiscales y el papel sellado. Allí fue donde el
serrucho se quedó sin dientes porque los reales no aparecieron. Y esto lo supo
Christopher por sus intersecciones del whatsapp. Ya lo sabe, eso también se
espía, no se confíe.
Bueno, pero el juego sigue
abierto, se oyen las apuestas y nos queda muy claro que en el bazar de la
revolución siguen imperando la oferta y la demanda y que todo tiene su precio,
alto pero lo tiene. Por mi parte, no podré volver a ver al edificio del TSJ
sino como el gran Mall del norte de Caracas, donde pueden correr todos los
reales del mundo, más que en el Dolphin de Miami.
¿Y Maduro? ¿Qué hace ahora el
pobre Maduro? Ojo, que no me estoy volteando. Pero uno lo ve tan solo y
desamparado, sin brújula y sin bitácora, repudiado en todo el orbe, haciendo
desfiles patrios en petit comité, desconfiando hasta de la señora que le lleva las
arepas, sin poder revertir nada del inmenso desastre que ha creado y con los
cubanos respirándole a cada paso en el cogote. Sentirse como una mascota de los
chinos, los rusos y los cubanos. Una vida así no tiene sentido. ¿Para qué
seguir sufriendo y retrasar más esta caída indetenible que cuanto más tarde más
costosa y más riesgosa será para el pellejo? Un día de estos el espejo le
devolverá su propia imagen diciéndole: “Maduro, vete ya..”.
30-06-19
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