Julio César Arreaza B. 30 de junio de 2019
Nos
enfocamos en comunicar mejor en los actuales tiempos revueltos. Estamos al
servicio de la gran fuerza del pueblo indignado. Cuando no hay un juez en la
tierra, tenemos que apelar al Cielo. Sin justicia no hay país, sino bandas de
latrocinios.
Los
errores de la estrategia opositora han debilitado la fortaleza lograda en el
frente internacional, que había logrado consolidar el presidente Guaidó.
Notamos algún quiebre en los aliados nucleares: Estados Unidos, Colombia,
Brasil y Chile. El tiempo se extiende y conspira porque pueden llegar a
concluir que los que mandan son los capaces de mantener la estabilidad del
país.
Los
países no quieren empantanarse en fracasos. El cambio de retórica ha sido
errático y cómplice. El régimen es una hidra con muchos tentáculos que induce
al error.
Creímos
la oferta del quiebre militar y el restablecimiento del orden democrático.
Debemos saber ya, que la FA como institución no existe. Repudiamos el
insistente error de extraviar la mirada y darle prioridad a las elecciones.
Esto hace que lo demás pierda prioridad, se desinfle y se pierda la gran
oportunidad.
Perdemos
el país y nuestras vidas. La clase política se equivoca y no aprende de la
experiencia. Algunos forman parte del sistema. La mayoría ha luchado durante 20
años para que el sistema cambie. Le estamos pidiendo que se destruya a sí
mismo: una estupidez. Denunciamos a esa falsa y fatal unidad que nos acusa de
querernos dividir. Son los pastores del autoengaño. Quieren seguir respirando
el mismo ambiente moral del chavismo, cuando desaparecen 90 mil dólares y
pretender el silencio. El cambio de paradigma apunta a que se investigue
ejemplarmente en la AN. Cada quien sigue jugando para sí mismo: prometer y no
cumplir.
El
régimen tiene tentáculos en la AN. Ha sido incapaz de nombrar un nuevo CNE. Los
mismos financistas de la tiranía quieren que todo cambie, para que nada cambie.
Ya no podemos hablar de engañadores sino de estafadores.
No
hemos hallado la estrategia, a mitad del río cambiamos inexplicablemente de
caballo. Ya la intervención humanitaria ha dejado de estar sobre la mesa.
El
estallido está aguantado. El manejo comunista de la comida crea una ominosa
relación de dependencia. Los errores causan desaciertos, resignación y
desmovilización. Se pierde capacidad de lucha.
Todo
lo montado sobre la base de la mentira tiene patas cortas. Hay que desmontar el
sistema que se ha instalado, y echar a la oposición que juega dentro de ese
sistema, junto a los financistas crápulas.
Si
algo podemos hacer es abrir los ojos y no comportarnos como rebaño. El
totalitarismo ha llevado a la sumisión, para que dejemos de comportarnos como
ciudadanos. Seguimos de pie porque la vida sigue; si perdemos la esperanza,
morimos. Dios quiera que aprendamos la lección de la historia para construir un
gran país.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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