Por Andrés Cañizález
El chavismo está
en uno de esos puntos decisorios. Puede optar por la mentira, como ha
hecho en otros casos, por tapar las violaciones a derechos humanos, con lo cual
se consolidara la crueldad como parte intrínseca del régimen. O puede optar por
la verdad y castigar a los responsables.
Los seres humanos siempre,
siempre, tendremos opciones. Y los gobiernos, aún los más autoritarios, siempre
se encontrarán ante disyuntivas en las cuales los hombres y mujeres que los
conforman deben tomar decisiones. Hacemos esto o aquello. Esa decisión es la
que finalmente marca su naturaleza, es lo que los define.
El chavismo tiene una seria
disyuntiva en relación con el asesinato del capitán de corbeta Rafael
Acosta Arévalo, un oficial retirado a quien se le había acusado mediáticamente
de formar parte de una conspiración para derrocar y asesinar a Nicolás
Maduro. La versión oficial de este hecho se ha convertido en una suerte de
bumerán que va sobre el cuello del propio chavismo y sus voceros.
Al admitir que estaba
detenido, en su alocución del 26 de junio, Jorge Rodríguez por la vía de los
hechos generó un habeas corpus. La suerte del capitán de corbeta estaba en
manos exclusivamente de las autoridades, y en términos cronológicos es
importante.
El capitán Acosta Arévalo
que nos muestra la versión oficial, para acusarlo de conspirador, es la de
un hombre sano, la de hombre en dominio de sus capacidades intelectuales. No es
una persona ni deprimida, ni aquejada por un problema de salud. Esta es la
imagen del hombre que es detenido la tercera semana de junio.
La detención de este oficial
y de otros seis militares y policías, y que esto haya ocurrido como correlato a
la visita de la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, Michelle Bachelet, desnuda asimismo otra de las
características de este régimen. La capacidad de moverse simultáneamente en
varios tableros, de no estar solamente en un escenario, sino de estar en uno y
ya ir construyendo otros.
El 26 de Junio Jorge
Rodríguez ya acusa a Acosta Arévalo, pero conviene detenerse en el orden
cronológico de las cosas. Para ese momento el capitán aún no había sido
presentado formalmente ante un juez militar. Eso, según lo que han indicado
defensoras de derechos humanos como Tamara Suju y Rocío San Miguel, ocurrió
dos días después.
El juez al ver el estado
deplorable de Acosta Arévalo ordena que sea trasladado a un hospital
castrense, en Fuerte Tiuna, en donde finalmente fallece presuntamente víctima
de las golpizas y torturas que recibió siendo prisionero de la Dirección
General de Contrainteligencia Militar. La esposa del militar fallecido confirma
la tesis de la tortura.
Hay dos elementos igualmente
llamativos en este caso. Hay dos versiones oficiales sobre el estatus legal de
Acosta Arévalo. Jorge Rodríguez como vocero del régimen dice que estaba
imputado (¿quién lo imputó? ¿Cuándo?). El fiscal designado por la
constituyente, Tarek William Saab, aclara que sólo había sido presentado.
Admitiendo el régimen que el
capitán de corbeta era su detenido, surgen otras interrogantes a partir de la
versión oficial. ¿Por qué estuvo incomunicado? ¿Por qué no se presentó en un
lapso de 36 horas ante un tribunal? Tácitamente el régimen admite su
responsabilidad, y esto es grave. Y aún no se aborda lo relacionado con la
muerte del oficial.
La muerte de Acosta Arévalo
y la disyuntiva
El comunicado
oficial deberá conservarse tipo documento de estudio de cómo el
aparato de propaganda, bajo el chavismo, se activaba para enlodar a
las víctimas. Antes de reconocer lo más grave, la muerte de Acosta Arévalo, se
le dedica un párrafo aún más amplio para señalarlo de presuntos delitos sobre
los cuales el fallecido ya no tendrá ninguna oportunidad para defenderse.
Por otro lado, esa versión
oficial omite la condición de militar de quien murió a consecuencia de su
detención por órganos de seguridad del Estado. ¿Evitar decir el rango no es
otra forma de degradarlo? En la lógica propagandística se le dice ciudadano,
como si eso no le diera derechos. Incluido el derecho a la vida, hoy
sencillamente violado.
Cómo decíamos al inicio el
chavismo está ante una disyuntiva. No todo es en blanco y negro. Yo
personalmente quiero creer que el régimen se debate en torno a qué hacer. Lo
que termine decidiendo y haciendo, en torno a este escandaloso caso, nos
hablará mucho sobre la naturaleza de quienes detentan el poder.
02-07-19
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