martes, 13 de julio de 2010

Organizarnos con urgencia


Por Kiomara Scovino

No sólo nos preocupa el tinglado que el régimen está montando para seguir sometiendo a los venezolanos. Preocupa más aún las bases sobre las cuales se monta el tinglado: los consejos comunales cómplices e inauditables, y el todavía indescifrable poder popular. Con ese panorama no es posible resistirse a organizarnos también en consejos comunales y participar en los espacios de discusión y toma de decisiones que nos involucran a todos como país y comprometen nuestra propia supervivencia. Es nuestro derecho y es nuestro deber. Mantenernos al margen ya nos costó una Asamblea Nacional de focas y advenedizos, en consecuencia, la ruina de la nación y la fractura de la familia venezolana.

El Consejo Federal de Gobierno, el Parlamento Comunal, las Comunas, entre otras trampas socialistas sectarias y excluyentes nos auguran aún más inconstitucionalidad. No podemos postergar nuestra responsabilidad como ciudadanos de encarar la gran estafa que se le ha hecho al país: “la revolución le transfiere el poder al pueblo, que es el que manda”. ¡¡Que rastrera manipulación de quien se arroga la condición de pueblo para saquear, humillar y decidir por todos como tal!! Quienes razonamos y lo hacemos público, ni somos pueblo, ni mandamos. Más bien sobramos o estorbamos, y se encargan a diario de hacérnoslo saber. Para los buitres del proceso, la incapacidad y la corrupción son los invitados a compartir la mesa, no de trabajo sino de reparto del botín. El mensaje sembrado desde hace once años es que aquí no cabemos todos: lo dice la bandera del totalitarismo “O todo, o nada”, o qué otra cosa significa “Patria Socialista, o Muerte”?

No es con evasión que sobreviviremos. Aceptemos el reto de la participación ciudadana. Masivamente, otra será la realidad muy pronto. Nuestra ausencia le ha permitido a los gandules ganar terreno y llevarnos a la ruina moral y económica que hemos llegado. Si dicen que aquí manda el pueblo, debemos involucrarnos en bloque como comunidades organizadas, y no soltar hasta que seamos reconocidos y escuchados.

En fin, ¿Somos o no somos pueblo? Vamos a comenzar por asumirlo nosotros mismos y actuar en consecuencia. No hay tiempo que perder, ni para evadir ni para delegar. Todos tenemos un rol que cumplir.

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